TRISTEZAS

Otra de mi cosecha musical, esta vez en aire de bolero, en mi voz, en mi estilo.

No recuerdo ahora cuál fue el detonante de esta canción, pero estoy seguro de que no fue lo que su título sugiere. Al contrario: todo en mi vida andaba en calma cuando esta obra surgió, y creo, incluso, haber estado viviendo momentos de infinita alegría. Una situación de crítica tristeza no hubiera creado jamás esta canción. Esto me hace acordar de Nietzsche en “El nacimiento de la tragedia”, aquello de que la democracia fue un invento en tiempos de debilidad (ilusiones que siguen irremediablemente fracasando). Solo la fortaleza, el “pesimismo de la fortaleza” es capaz de aproximarse a la creación estética, cierto equilibrio espiritual que nos permite ver el cielo sin muchas expectativas y contemplar igualmente el infierno sin dejarnos engatusar por él.

Hace ciento cuarenta años (1883), José Vivanco Sánchez (1856-1918), “Pepe Sánchez”, trovador cubano (de Santiago de Cuba), compuso el bolero “Tristezas”, considerado, por consiguiente, su autor como pionero de este ritmo. Todo un espléndido canto de amor. Letra breve y elemental. “Tristezas me dan tus quejas, mujer / profundo dolor que dudes de mí…”. Amor y dolor, a lo Schubert.

¿Dónde están mis canciones de amor? Sigo más bien la línea de la canción de autor, cuya temática es polifacética y está más pensada en función del arte que de lo comercial, de lo existencial y no del gusto en boga. Dicen que melódicamente soy romántico, pero el amor no es mi tema, tengo varias canciones que lo abordan, pero a todas se les atraviesa una forma de escribir que las alejan de la normalidad sentimental, de esos clichés tan exitosos.

Leí hace poco un buen texto sobre la pugna entre arte y mercado. Dilema que cada creador deberá resolver. Yo he optado por el primero a sabiendas de que ello me garantiza desaparecer mucho más rápido en este presente perverso que le rinde culto a lo efímero. En realidad, ¿qué presente no ha sido así? Ejemplos en la historia del arte, abundan. Y que conste: en mi caso, sin ninguna esperanza de futuro (algo que percibo desde la impureza del realismo). Respeto a quienes optan por el segundo. Se trata también de poder vivir procurándose una situación económica mejor. Además, porque es innegable que el arte y las ventas no son incompatibles, y sus frutos, si bien son mucho más que productos o mercancías, no escapan a la salvaje lógica del capital. Por solidaridad artística (o terquedad) yo prefiero seguirme afincando en la búsqueda inútil de lo primero. El recurso de los impotentes del que hablaba Sábato o la elección del fracaso de la que hablaba Sartre. En suma: ¡el Arte!

Dos semanas sin escribir; proyectos todavía inconclusos, y el tiempo encima, tocándome la puerta. Llegué a pensar que mi pluma se había secado. Pero no. Es solo cansancio, y una convicción de esterilidad que a veces la carcome.

¿Qué habrá sido de mi “Tristezas” ciento cuarenta años después? Lo de siempre. La música y la literatura son solo compañía, ayuda inmejorable para días aciagos. Solo eso. ¿Para qué más?

Mi “Tristezas” no es para nada triste. ¡O sí!, tal vez lo sea, pero de una manera muy alegre que cada escuchador deberá descubrir. En la música, el análisis literario no se puede soslayar. Los letristas les apuestan a dimensiones musicales que no son ni mejores ni peores, sino, en esencia, distintas, para otros oídos.

Dedicada a los pocos amigos que me quedan… Mi regalo decembrino para ellos, al igual que para lectores, suscriptores, seguidores, familiares y contactos.

Coda: terminando de escribir esta nota y luego de volver a escuchar el audio, me acuerdo con claridad de cuál fue el germen de este canto. ¡Miércoles! Inconfesable, aunque en dos o tres frases de su letra, para un buen entendedor, está más o menos claro. Gajes del oficio. Casi todo lo importante permanece sepulto.

FBA

Enlace YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=XA7bjX8irOc

 

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