PLÁCIDO Y NOCHEBUENA

Pensé que la de ayer sería mi penúltima publicación del año en este blog. Pero me tocó hoy escribir esto.

Sabía que este hecho se aproximaba cada día más, pero no pensé que fuera hoy, 24 de diciembre, mucho menos después de haber publicado anoche el texto Familia, en el que Plácido (o Campeón, como yo prefiero llamarlo en memoria de otro turpial longevo que cantaba tanto como él y que llenó mi infancia y mi adolescencia de inolvidables trinos) figura al lado de Beatriz, Rafaelito, Josefina, Marx, Pepe Ortiz, Javier Ignacio, Julia, Sofía y Juan Gabriel.

Esta mañana K me despertó con la infausta noticia: Plácido se está muriendo. No reaccioné enseguida, sino al rato, que salí del cuarto y fui a ver cómo estaba. Lo encontré en el patio, en su jaula, K lo acababa de bañar, mis hermanos B y ME preparaban en la cocina una pequeña caja para enterrarlo. Pero Plácido seguía con vida, acostado y cubierto por un trapo para calentarlo un poco, puesto que el agua lo puso a tiritar. Abrí la puerta de la jaula y metí la mano para acariciarlo, sobé su cabeza y recorrí su pico con un dedo, Plácido abrió su ojo izquierdo y me miró, tal como lo hizo mi madre con su ojo derecho cuando llegué a la clínica y la encontré en cuidados intensivos. Escribí un texto muy triste sobre este episodio, que incorporé a uno de mis libros, a Prosas para romper la felicidad si mal no recuerdo. Me le acerqué, le di un beso en la frente y le hablé al oído, ya estoy aquí, le dije, su amor de madre me escuchó y su ojo despertó para darme su última y poderosa bendición. Lo volvió a cerrar. Y en la madrugada del día siguiente falleció.

Así que Plácido se nos está hoy muriendo y mi familia se muestra acongojada: la real y la poética. Esta puta vida sí que es cruel, pienso mientras lo veo tirado sobre el papel periódico de la que ha sido su casa por muchos años, sin fuerzas y agonizando. Y pienso también en que ahora sí que el silencio de esta gran casa paterna, sin él, se volvería insoportable, solo matizado felizmente de vez en cuando por los ladridos de Marx. Plácido, viejo y ciego, había dejado de cantar como solía hacerlo, pero yo lo seguí escuchando en su jaula enmudecida. No hay desenlace que no duela. Y heme aquí llorando como un tonto el sufrimiento de Plácido cual si fuera el de uno de mis seres más queridos. Me acuerdo de Sábato: ¿cómo lo ayudo a morir? A Plácido le debo una de mis canciones más queridas (Sigue cantando, sigue en tu jaula), en la que los trinos que en ella se escuchan son los suyos.

Vuelvo a darle vueltas a lo de siempre. La muerte nos despierta. No quiero ni imaginarme la de Marx, leo que los turpiales pueden llegar a vivir diez años, Plácido lleva más, calculo que está cerca de los veinte, mi madre murió en 2009 y él tenía ya varios años de estar cantándole a ella desde el balcón contiguo a su ventana, él mitigó con su canto el dolor de mi madre durante su angustiosa y prolongada enfermedad. Mi hermano B me hace caer en la cuenta de que libres duran menos, expuestos a la maldad humana y a la abundancia de depredadores. Esta idea me tranquiliza un poco. Lo había conversado con K y sí, en libertad es bastante probable que ya se hubiera muerto años atrás.

Podríamos decir que es solo un pajarito, todos los turpiales son idénticos; pero no, no lo son, la vida y el canto de Plácido han sido para nosotros de mucha simbología. Con su muerte se nos morirían muchas cosas; en mi caso, la hermosa historia que tenemos en común, nuestra canción. A medida que lo he visto venirse a menos, la idea de su muerte me produce un terror descomunal. Tengo miedo de tener que enfrentarme a ese doloroso hecho, por lo que cada vez que se me viene a la cabeza lo espanto, como pueda, de inmediato. No sé si sería capaz de resistirlo.

Sigo viéndolo sufrir y pienso en su casa (su jaula), tantos años de encierro, tremenda paradoja de la muerte como liberación, ver esa jaula vacía sería un golpe muy duro, tendríamos que desaparecerla. ¿Sentirá Plácido la magnitud de este dolor que estoy sintiendo?; ¿será consciente al menos, si no de su muerte, sí de su deterioro y agonía? Otra tremenda paradoja: la jaula, su cárcel, como garantía de larga duración.

Salgo con K a comprar lo del almuerzo y cuando regresamos no vemos a Plácido por ningún lado. Tampoco su jaula ni la cajita de madera que le serviría de ataúd. Pensamos lo peor: murió y mis hermanos no nos esperaron para enterrarlo en el patio, al lado de lo que quedó del árbol de mango cuanto este feneció. Seguimos buscando y vemos su jaula en un baño, encima del inodoro, nos acercamos, sigue con vida, resistiendo, luchando. Pasan los minutos, todos en espera, y, de repente, una sensación de calma y alegría. Plácido se levantó, abrió los ojos, le hablamos, le silbamos, nos escucha, intenta cantar como agradeciéndonos, pero la voz le sale todavía muy débil. Volvió a comer y toda la tarde ha estado en lenta recuperación.

Con este susto se me removieron temas sobre los cuales intento todos los días no pensar. Se me fueron las ganas de escuchar música esta noche y de beberme unas cuantas cervezas para atenuar ausencias. Al episodio de Plácido se le suma que los veinticuatro de diciembre me recuerdan la pérdida de una tradición familiar, aquella cena de Nochebuena en familia, la fiesta, las risas, las fotos, los tragos, las canciones. Algo deberá hacer esta familia para reunirse de nuevo. Habría que dejar atrás cualquier inconveniente, y que ese hermano que lleva más de cuarenta años sin estar en diciembre con nosotros y doce de no volver al país y a su Montería natal, reaparezca por fin en 2024 para celebrar que aún estamos vivos, que, pese a todo, ahí vamos, resistiendo como Plácido, y cantando, aunque las fuerzas se nos agoten. Rogarles entonces a Hera, Hestia y Juno que la familia se abrace otra vez, que vuelvan los días especiales en que la memoria de E y A, nuestros padres, estaba festiva y amorosamente tan presente.

Ay, Plácido de mi corazón, sigue por favor cantando, sigue en tu jaula. ¿Será su desplome de hoy (precisamente hoy) un llamado de atención, una advertencia?

Enlace para escuchar la canción:

https://www.youtube.com/watch?v=hm-OnhaPYlM

Feliz Navidad para todos.

Un fuerte abrazo desde el Sinú-Colombia.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

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