FESTIVAL A LA VISTA

El viernes 23 de junio de 2023 le envió el señor Joaquín de las Aguas a FBA, por WhatsApp, el afiche promocional del Séptimo Festival Perla del Sinú de Montería, concurso de Canción Inédita 2023, inscripciones del 24 de junio al 30 de julio, versión libre, 18 y 19 de agosto. ¿Te le mides?, le preguntó don Joaquín al señor FBA, confesando en mensaje seguido: “Yo no me atrevo”. La respuesta del melenudo FBA es impublicable, así que procederé a editarla un poco con su permiso: “Ni de fundas. Ya está bueno de masoquismos. Son capaces de poner otra vez de jurado al mediocre y perverso de … (suprimo las dos letras iniciales, primer nombre y apellido de la Jacta Costra). Y a este … (elimino el consabido insulto de dos letras jugosas) no le voy a permitir nunca más que califique una obra musical mía”. Don Joaquín confirmó en el acto: “Ya somos dos”, agregando: “a ese … (ídem) lo carcome un verdadero complejo de superioridad sumamente dañino incluso para sí mismo”.

Tengo acceso al chat de estos dos cancionistas y letristas monterianos gracias a la generosa complicidad de uno de ellos, el señor FBA. Divulgo lo que hablaron al respecto, con la venia también del maestro de las Aguas (que me perdone, en todo caso, por la filtración).

Este par de contertulios tomaron pues, al parecer, la decisión de abstenerse de concursar este año, y de ahí que pueda, desde mi trinchera, sin ningún conflicto de intereses, sugerir:

Primero. Miembros de la Junta Directiva del FESTIPERLA: hagan absoluta claridad acerca de que el concurso no es exclusivamente de canciones en aire de porro, y enfaticen, por favor, que todos los ritmos convocados participan en igualdad de condiciones y cualquiera de ellos puede ganar. Al paseo lo tienen satanizado por su cercanía con la música vallenata, desconociéndosele sus variantes líricas, su riqueza temática e incluso sus atipicidades. Hasta la cumbia, la pobre madre, ha pagado las consecuencias. El afán publicitario del festival gira solo alrededor del porro (tributo al porro, el porro vive, etc.), y eso es un craso error, pues va en contravía de la convocatoria. Siempre ponen a ganar a un porro porque sí, y sé de compositores que optan por no concursar debido a esa preferencia del porro en el certamen. Otra cosa: den a conocer quiénes conforman la Junta Directiva que organiza el evento. Todo esto en pro de la transparencia. Son recursos públicos. Es bueno saberlo. Como saber, además, qué relación tiene dicha Junta con SAYCO y con la Alcaldía de Montería, qué papel cumplen dichas entidades en el concurso. Mientras más se aclare esto, más se crecerá en confianza y credibilidad.

Segundo. Publiquen con antelación (de mínimo diez o quince días) los nombres de los jurados que evaluarán las canciones. Los concursantes tienen derecho a saber quiénes serán sus jueces, y a examinarlos, por qué no. Se requieren jurados de calidades especiales y excepcionales, pero sobre todo integrales, gente estudiosa, que lea, que investigue, que escriba. Y condición sine qua non: que no sufra de agrandamiento. Esa integralidad pasa también por el conocimiento literario, puesto que grandes músicos no necesariamente saben analizar letras de canciones. Es más: conozco a varios que son unos tremendos instrumentistas y concertistas, y a la hora de componer canciones la pobreza del componente textual es asombrosa. De poesía, mejor ni hablar. Sería exigirles demasiado. Qué falta siguen haciendo los poetas en estos concursos. El problema es que hay muchos en redes, pero son en verdad escasos. Poetas con conocimiento musical tampoco es que abunden. No es fácil encontrar jurados que reúnan ambas calidades: literarias y musicales. Pero los hay. Hay que buscarlos, desechar a los de siempre.

Tercero. Suban la premiación. De los cinco millones del primer puesto en 2015 bajaron a tres millones y así se han mantenido desde entonces. Aunque sea bastante riesgoso hacerlo. Estamos en Colombia, donde, a más dinero más corrupción. No quiero decir con ello que haya sucedido en el festival, pero de que se mueven intereses e influencias se mueven. Pasa, lamentablemente, en todos lados.

Cuarto. ¿Qué más les digo? Ah, sí, se me olvidaba: ábranse a contenidos más universales y profundos. Ya está bueno de idolatrar la canción turística y publicitaria, facilista y elogiosa (lambona, la llaman otros siendo más exactos y sinceros). Esas canciones no son ni siquiera propiamente festivaleras, pues carecen del efectismo que sabe trascender lo obvio. Se confunde la identidad con el tonto orgullo vacuo. No hay nada más ajeno que “lo nuestro”.

Bueno, no estará mi paisano FBA en tarima, pero de pronto me asome por ahí para chismosearme la vaina. Qué tal que se le dé al maestro de las Aguas por estrenar su fábrica de canciones. Hay que apoyarlo.

Acabo de resucitar y estaré de nuevo un tiempo por aquí, alternando con mi inseparable camarada. De verdad, qué tipejo ese el que le tocó de jurado el año pasado. Tiene razón el señor FBA en mantenerse a salvo. Qué va a saber ese cretino de versos fuertes, de esos que, según el Breton que habita El barrio de Gonçalo M. Tavares, no tienen currículum ni pasado, pero pisan el corazón “como si fuera lo contrario de un ataque cardíaco”, versos mágicos y sagrados que contienen las fórmulas de la vida sin afanes proféticos. Qué va a saber de inicios, de centros, de venenos…

Y mucho menos de esto que especifica el Breton que se entrevista a sí mismo en el citado libro de Tavares: “Una rosa, a pesar de bella, tiene una parte ennegrecida y sucia que está debajo de la tierra. Y un verso es como una planta: es bello investigar la tierra que el destino le colocó por debajo. La belleza será pues una profundidad y no una estatura, mucho menos un color o una forma”. Ya lo había advertido FBA en su canción Volví a cantar.

Cuánto me alegra estar de vuelta para decir esas cosas que a veces FBA, por instinto de conservación, no se atreve a expresar o las oculta detrás del equipaje literario.

Hacemos un buen equipo, sin duda. Yo digo sin titubeos lo que él no dice y él literaturiza lo que yo no digo.

Chao.

MARTÍN DEL CASTILLO

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