DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (vigésima octava entrega)

Enero 22 de 2023, domingo, 10:52 a.m.:

El poder de la escritura. Sucedió anoche en el Minimarket de la 58. Pregunté por la Club C. Roja y vaya sorpresa: ¡había! Debió haber sido un remanente, pues cuando pedí la quinta y última (me propuse no pasar de cinco, la mitad de las reglamentarias) me la sirvieron Dorada. No hubo jarra para brindar porque decidí cambiar de negocio. Un rato de esparcimiento nunca está de más. Vivir pesa, beber aligera. Hoy, con obligada moderación.

La mejoría del ojo derecho pone en evidencia el cansancio del izquierdo, su más alta miopía, su astigmatismo y el residuo del desprendimiento del humor vítreo que igualmente sufrió, por fortuna sin sangrado. El fondo blanco de la página del documento de Word del computador hace más visible el residuo, el cual se mantiene flotando en la mitad del ojo y se mueve al vaivén de la mirada. Le toca al derecho compensar la carga y ayudar a su hermano. Probaré a escribir sobre el color naranja, énfasis 2, claro 40%. Lo pruebo y me gusta, matiza y descansa, se hace menos perceptible el daño.

Tanquetas violentando las puertas de ingreso a universidades en el Perú y pelotones de policías masacrando la autonomía universitaria. Se agrava el conflicto. Se aleja más el viaje.

Pienso en otros destinos: Viena, Lisboa, Praga… En el fondo no deja de martillarme la idea de que lo que acontece en Perú me conviene, la excusa perfecta para no reconocer una verdad que me persigue: la del miedo a viajar, a salir del país. Y a esto se le suma una más agobiante: la de que no hay con qué, puesto que los ahorros se han ido consumiendo en necesidades urgentes e imprevistas. Tuve un refuerzo en diciembre, pero en lo que va de enero ha sigo un gasto tras otro. Lo de viajar no es más que un embeleco. Estoy condenado a estar preso en una ciudad vacía.

Dejé de tuitear-putear. Solo publico enlaces. Pocos seguidores (no paso de 24). Impresiones, interacciones y clics en enlaces no llegan a diez. Si en el mundo real soy un fracaso, en el virtual lo soy con mucho más éxito.

Los comprensivos. Los realistas. La muerte es un proceso natural, nos dicen muy sabios y tranquilos cuando se trata de la ajena o la saben y sienten lejos. Porque cuando se trata de la propia y la experimentan cerca, la comprensión se difumina, el terror los apabulla. Realistas únicamente tratándose del prójimo.

8 p.m.:

La vida sigue su marcha, la casa también. Dos bultos de abono y macetas nuevas para el jardín. Volvió Josefina y la mancha de sus excrementos se ha extendido bajo el cuadro de las mariposas negras por el costado izquierdo. No me le vayas a echar sal a Josefina, le digo a la ausente, lo que hay que hacer es limpiar, no erradicarla. Mañana me pondré en eso. Mi hermano Berba le sugirió ese recurso para que se vaya y no vuelva. En casa se empleaba, por nuestra madre tal vez, aunque dudo de que fuera ella la artífice de semejante proceder, pues no les temía a las ranas y solía cogerlas con la mano. Echarle sal a una rana es un método cruel que puede deshidratarla hasta morir. ¿Cómo le vamos a hacer eso a Josefina? El cuadro es su casa, su feliz dormitorio, es el cuadro de Ceba y este le brinda protección. ¡Cagar es un derecho! A quitar la suciedad, que para eso estamos los amigos.

Enero 23 de 2023, lunes, 10:45 a.m.:

Cirugía a la vista. Histerectomía, 22 de febrero, 7 a.m. Y una peligrosa bacteria estomacal reapareciendo. La ausente y sus enfermedades. Ni los personajes de la ficción se salvan de lo patológico. Debo estar ahí para ella. Cuando mi ojo derecho falló ella vio por él. Cuando la depresión y un problema gástrico que me impedía respirar casi me matan en septiembre de 2020, ella fue la luz al final del túnel que me permitió volver. No se trata de amor sino de humanismo, de solidaridad. Cuando la vida se comparte y nos la pasamos juntos más de tres décadas, lo menos que debemos hacer es ser agradecidos, demostrándolo con creces. Bueno, admitamos que el amor pone lo suyo. No denigremos de un sentimiento capaz de sobrevivir por tantos años. Un hecho, sin duda, monumental y milagroso.

1:45 p.m.:

Quito el cuadro de las mariposas negras de la pared y ahí está Josefina, pegada, arriba a la derecha, profundamente dormida. Ni se inmutó. Busco guante, trapo, vinagre y detergente. La pared queda impecable, el cuadro también y Josefina como si nada, como si el problema no fuera con ella. Dejo el cuadro en el patio, secándose bajo el sol. Josefina sigue durmiendo, creyéndose todavía a oscuras dentro de su tranquila casa. A eso de las 4 p.m. regresamos el marco a su lugar, Josefina no se ha movido de su sitio y le ponemos el cuadro encima a modo de sábana. Ojos cerrados. Ojos sin miedo.

4:30 p.m.:

Salida en Verónica. Treinta kilómetros. Como nuevo. Gracias a la capsulotomía pude arribar anoche a la página 52 de Bajo el volcán, y hoy, después de Verónica, me siento en condiciones de sumar cincuenta más. Prosa pesada y fangosa, de la cual se va saliendo poco a poco hasta sobrenadar en ella. Todo un reto. Persistir es lo mío, sin afán.

Enero 24 de 2023, martes, 12:02 p.m.:

Voy a la sala de las mariposas negras contigua al jardín. Levanto un poco el cuadro y observo lo que hay detrás. Increíble. Josefina en el mismo sitio, tan campante y serena. ¿Más de veinticuatro horas sin moverse? ¿Estará muerta? No me atrevo a tocarla para evitar que se despierte. Es probable que haya salido a comer y regresó esta mañana, si bien su escondite es el ideal para asegurarse el alimento, pues mosquitos, avispas, arañas y hormigas abundan alrededor. Tiene dos lugares fijos para evacuar, un nuevo hilo de excrementos me dice que está viva, me acerco y lo detallo. Me alegra la asquerosa noticia.

Hoy cumple años mi hermana Meba y está donde más le gusta estar: frente al mar Caribe. Pienso bastante en ella, recuerdo aconteceres de su vida, algunos tienen que ver conmigo, se ha cansado de invitarme a su refugio del mar, pero el mal estado de la vía no me ha permitido visitarla. Me la imagino feliz y muy amada, tomándose un buen vino, olvidándose de los problemas, burlándose de emociones y trascendencias. Pragmática y segura. Como debe ser. Mañana por la noche brindaré a su salud.

4:20 p.m.:

Reviso el correo electrónico por el que pasan primero los comentarios del blog Solo para fracasados y me encuentro con uno anónimo en el que se comenta la entrada del 21 de enero. Ante la habitual escasez de comentarios demoro para abrirlo. Lo leo, lo analizo, lo olfateo, lo intuyo, sonrío y creo saber quién es. Me suena bastante familiar. Esperable y comprensiva reacción. Autorizo su publicación y doy respuesta inmediata. Valioso, en todo caso, para repensar la relación Ficción-Realidad a la luz del binomio Verdad-Mentira. Lo he dicho antes: un escritor es básicamente un traidor, no es de fiar. Su oficio no consiste en contar verdades ni mentiras, a lo sumo “su verdad” o “su mentira”. Y esa verdad puede ser mentira como esa mentira puede ser verdad. Es ficción, literatura, humus. O humo, para ser más preciso y autocrítico. Y no hay por qué serle fiel a nada, mucho menos a la vida. No es una reproducción exacta de la realidad, aunque a veces lo sea. Más bien tiende hacia lo contrario, y lo contrario no es necesariamente fantasía. Así que el que se ofenda por una obra de ficción está perdiendo su tiempo o dándose mala vida en balde. En un libro leído recientemente figura la siguiente respuesta de John Banville durante una entrevista: “El artista es despiadado…, todos los artistas son caníbales”. Canibalizar la vida propia y ajena, concluye David Vicente en su manual, entendiendo que “cualquier escritor (…) está obligado a hablar de lo que conoce para luego deformarlo y conformarlo a su antojo. De eso y no de otra cosa, trata la ficción”. Así que la ficción es ficción, independiente de verdades o mentiras. Invención e imaginación conectan con la realidad y pueden hacer de esta lo que les plazca. Verdad y mentira son solo dos de sus insumos, y ambas pueden (o deben) perfectamente ser creíbles. Ese es el trabajo de la ficción. Nada fácil, por cierto. El escritor tampoco se salva de sí mismo. Suele ser su víctima más preciada. Ahora bien, ¿un diario es una obra de ficción?, ¿es literatura? Su apego a la verdad no le impide jugar con ella (incluso si la intimidad fuera su objetivo), máxime si se ha propuesto desde el inicio ser existencial pero también literario, quedando ello comprobado página tras página. Requiere, pues, de una lectura completa y en contexto, no sesgada ni permeada por la particular afectación. Su cercanía con la vida lo pone, claro está, en permanente riesgo de generar conflictos. Su escritura es complicada y peligrosa. Amigos que se resienten, familiares que se acaloran. Ficción o no, no ser ciento por ciento literario le permite confundirse a veces con la mentira y a veces con la verdad, y al igual que las verdades y las mentiras de la vida, tan cargadas de relatividad y subjetivismo, las suyas no pretenden tampoco absolutizarse, sobre todo porque, a fin de cuentas, el terreno por donde transitan es apto para que sean literaturizadas, al margen de lo que ellas realmente signifiquen. Pienso en el comentario, y, si es que proviene de quien creo, solo aprecio y admiración cruzan por mi mente. Y no es para nada mentira que aquí sí que se confunde la ficción con la verdad. Lamento el dolor provocado (si es que hubo alguno; no es de inteligentes dejarse afectar por herejías). No es mi culpa que la literatura se pelee tanto con la vida y con su aparatosa realidad, y que yo sea tan solo uno más de sus odiosos instrumentos.

Enero 25 de 2023, miércoles, 12:13 p.m.:

A seguir escribiendo. A seguir fingiendo. A seguir mintiendo. A seguir afirmando. A seguir desapareciendo.

Renunciar a la herencia y largarme. Esa es mi decisión. ¿Verdad? ¿Mentira? Qué importa lo que ocurra en la realidad. Lo decido y lo haré por aquí, y esto es lo único que cuenta. Soy un bellaco capaz también de traicionarme. La literatura es una mierda, y en esa mierda el mundo se reinventa. Soy su personaje principal. Soy su despelote secundario.

Lo cierto del caso es que la vida vuela y muy pronto todos nos volveremos recuerdo, si acaso frágil y pálido recuerdo. ¿Para qué disputar?

No se depriman. Este libro es para gozárselo. Para bebérselo.

Superdotados que confunden la ficción con la verdad.

1:07 p.m.:

Paso página. Adiós, mundo cruel.

3:15 p.m.:

Pasaporte para ir a Tolú, le digo con ironía a la ausente cuando me muestra, con alegría, el suyo, acabado de recibir en la oficina de la Gobernación. Suelta ella una risa festiva y contagiosa.

3:55 p.m.:

Buena pregunta: ¿Tiene la literatura licencia para todo? Sí y no. Depende. ¿De qué? De la habilidad del escritor para sortear los riesgos.

5:06 p.m.:

John Banville, Imposturas. ¿Hace cuánto me regaló Jaime G. este libro del escritor irlandés? No me acuerdo. Por ahí algo más de tres años, calculo. Hora de leerlo. Lo asocio con Impostura, de Enrique Vila-Matas, novela publicada diecinueve años antes de la de Banville. Contemporáneos, siendo Banville dos años, tres meses y veintidós días mayor que Vila-Matas. Imposible no pensar en encadenamientos. Vila-Matas se ha referido a Banville en algunos de sus libros. Impostura, impostor, usurpador, suplantador… Así me siento en estos días finales de enero. Usurpando un lugar que no me pertenece. “Fingimiento o engaño con apariencia de verdad”. Muy bien. Me identifico con esa segunda acepción del término. Es lo que soy. Es lo que hago. Fingir. Intentar ser otro. Engañar al lector haciéndole creer que es mi vida de la que hablo, cuando mi verdadera vida está por verse. Martín del Castillo. ¿Lo recuerdan?

6:51 p.m.:

Irme de esta casa a vivir en el pequeño hogar del cual soy arrendatario. No soy digno de estar aquí. No nací para ser propietario de nada. Los negocios y yo somos merecidamente incompatibles. De inversiones y producir dinero no tengo la menor idea. Soy nulo para todo lo que tenga que ver con la adquisición de riqueza. De ahí que heredar no haya estado nunca entre mis planes. La herencia que valoro es más espiritual que material. Busca tu charco, babilla, zambúllete en la única satisfacción que te has ganado por ti mismo.

8:19 p.m.:

Un lugar en el mundo. ¿Dónde estará el mío? Por lo pronto, en el Minimarket de la 58, cumpliendo lo prometido: tomándome una Águila Negra a la salud de mi hermana Meba. Brindando por su vida, por su bienestar, por su envidiable plenitud.

La autopublicación da pena. El solo hecho de publicar es aterrador. Mucho más por iniciativa propia. Eso de posar con el libro en la mano para las fotos de redes. ¿Qué orgullo puede haber en ello? Un libro, si contiene algo de verdad serio, debería más bien espantarnos, preocuparnos. Libro que no destruya no sirve.

Unos versos míos me llegan de lejos, desde aquel poemario que escribí en 2012: “¿Cómo se regará la noticia de mi muerte? / ¿qué brisa alegre soplará para avisarles, para angustiarles el tiempo que les queda?”. La maldad del arte es infinita.

9:06 p.m.:

Yo soy la muerte, yo soy la muerte, la muerte soy, yo soy la muerte (bis). Tengo en mi alma una pena, en mi vida una condena, que me lastima y me quema, el saber que estoy solo en el mundo y te digo…

La muerte no tiene amigos ni tiene quien la bendiga, aquí te quedas solito, que te castigue la vida…

Montada en un caballo negro se anda paseando la muerte… La muerte viene a caballo, allá se oye galopando…

La música: poderosa oxigenación, placer perenne.

Enero 26 de 2023, jueves, 8:50 a.m.:

La prepotencia del saber. ¿Enseñar? Debo confesar que, pese a mi pretensión en tal sentido, no me veo en esas. Es otra cuestión que me avergüenza: creerme superior, dotado de conocimientos transmisibles. La única justificación en que me basaría para atreverme a hacerlo depende de cómo concibamos el concepto de educación. Hay muchas teorías al respecto. Educar tiene su lado positivo. Reenfocando entonces el asunto, creería que es más un aspecto de capacidad. No sé si los profesores se hagan la pregunta. ¿Estoy en verdad capacitado para tal misión? En mi caso —inútil como soy en muchos terrenos y pensando sobre todo en el deterioro por cicatriz o por envejecimiento de mi memoria—, me atrevería a responder que no, no lo estoy. Ante todo, la sinceridad, reconocer las falencias. No es flagelación por mano propia. ¿O será miedo por no haber ejercido nunca la docencia no obstante poseer estudios y títulos pedagógicos? Puede ser. Al fin, esto se reduce a implementar un método: preparar clases, organizar ideas, estructurar, aparecer y resistir. La práctica irá cualificando al maestro. Nadie se las sabe todas. Darme valor es mi más perniciosa virtud. No se crean mucho el cuento del fracasado ni el del tipo que gusta de darse duro. Recuerden: son también personajes. Es literatura.

10:37 a.m.:

Un tinto en una cafetería de la ciudad para apaciguar los ánimos. En este momento, lo que menos quiero es generar o tener que afrontar conflictos. En esto sí que me conozco. Soy de armas tomar y ni muerto me derrotan. Con mis enfermedades tengo.

Ando por todas partes con el libro o los libros que estoy leyendo. Los llevo en la mano o los poso sobre mesas y escritorios. Verlos es otra forma de leerlos. Saberlos cerca. Son compañía y protección contra ojos de insidia. Alguien que lee es un sujeto de cuidado. No faltará quien, al ver que no los leo, piense que es por impresionar, por meter mono. Se equivocan. Sí los leo. Pasa a veces que la escritura ocupa mi atención y ellos deben esperar su turno. Pero los tengo siempre conmigo, los saco a pasear porque, léalos o no en público, son mis escoltas. Así sean los primeros en salir corriendo en caso de atentado.

12:17 p.m.:

Sensación de menoscabo, de esterilidad, de pesimismo.

Amigos que en diciembre se llenan de proyectos y en enero empiezan a derrumbarse, ellos y sus proyectos, uno tras otro. El trabajo y la familia los absorben, y así continúa pasándoseles el tiempo, hasta que no haya más tiempo para proyectar ni para vivir. A lo mejor eso sea lo interesante, lo que los mantiene vivos: fijarse metas, aunque nunca se logren. En lo trunco está lo bello.

Enero 27 de 2023, viernes, 9:56 a.m.:

Exorcizar ángeles: otra mediocre utilidad de la literatura.

Frases de amigos. Estas de Abel F. a propósito de su publicación el 22 de enero de Magia, canción de Joaquín R., en su muro de Facebook. Le cuento una anécdota sobre esa canción, conversamos al respecto a través de comentarios y Abel F. remata el tema (edito sin alterar su esencia): “Yo creo que una de las cosas que en la modernidad pasan es sin duda la muerte del espíritu libre del arte y su dependencia del juez, del evento, del reconocimiento… Desde que una obra se expone al manoseo de un grupo de jurados comienza el descrédito sobre la obra misma, sobre su autoría, y esto lo que refleja es un desconocimiento del papel del arte en el mundo por el que transitamos de paso… Para mí, esos certámenes de aprobación o desaprobación de una obra le están marcando un supremo atraso a la creación misma, al arte, al espíritu libre del arte y, por supuesto, al artista… qué puede pegar en una sociedad que ignora su historia… O el público para quien se hace la obra no es de este mundo. Quizás ‘Magia’ espera, como mil obras más, que su público nazca de otras dimensiones cuando el humano sea ser humano. El arte debe renunciar al escenario…”. Nada por agregar. Me muestro de acuerdo y califico su intervención de magistral. No basta con aceptarla. La llevaré a la práctica.

10:45 a.m.:

Sahagún, estudio de grabación de Juan M., trabajando en la maqueta de Tristezas, en aire de bolero. Me agrada hablar con Juan M. y enterarme de muchos pormenores sobre lo que ocurre en su pueblo con los artistas locales, es tan crítico como yo y nos identificamos en muchos aspectos. Gran músico. Gran persona. Pinta muy bien Tristezas, La Mayor (el tono en el que fue compuesta), tempo ideal, mi bohémica voz, concepto y arreglos bien planificados, la percusión estará a cargo de Luis R. Otra para soltar más adelante en redes, por si acaso…

9 p.m.:

Montería. Dar a Marx en adopción. Empezamos a pensar en esta posibilidad. A nuestra edad se requiere de libertad de locomoción, no es época de esclavitudes y Marx nos ata demasiado. Aunque no creo que nos atrevamos a dar ese paso. No concebimos nuestra vida sin él o la de él sin nosotros. Nadie como Marx para despertarme o saludarme en las mañanas trepándose a la hamaca, o para estar pendiente de mis pasos por toda la casa y volverse loco cuando lo dejamos solo y regresamos. Qué personaje es Marx. Después de Estrella y de su muerte trágica, nos propusimos no encariñarnos nunca más con un perro. Pero llegó Marx sin pretenderlo y nos cambió la vida que traíamos. Parece que hubiéramos estado destinados a encontrarnos. Sus rutinas se incorporaron a las nuestras, el paseo nocturno en el carro es una de ellas, responde al “vamos” con claridad inmediata dirigiéndose a la puerta, y al vernos acercar a esta da brincos de emoción a fin de que lo carguemos. En el carro se deschaveta cuando ve en las calles a algunos de sus congéneres. Raya los vidrios, gime, se desespera, toca calmarlo. Unas por otras. Compañía incondicional, nos hace felices a su manera, aunque yo no deje de pensar en que esa felicidad, como todas las felicidades, es de corta duración. Esperemos que la de Marx no lo sea tanto. Estrella estuvo casi quince años con nosotros. Te vamos a dar en adopción, le digo, y en su silenciosa mirada se nota una leve sombra de tristeza.

Enero 28 de 2023, sábado, 7:22 a.m.:

Te despiertas, te desperezas, abres los ojos, esperas un poco, te levantas, vas al baño, subes la tapa, te sientas en la taza, orinas, luego te paras del inodoro y te miras la cara en el espejo, abres la boca, te reparas los dientes a ver si siguen en su sitio, abres la llave del lavamanos, te echas agua en los ojos, te los limpias bien con los dedos para evitar la blefaritis, turno para la nariz, luego coges agua con las manos, la conduces a la boca, te la enjuagas, la expulsas, te cepillas, cierras el grifo, bebes desde el frasco tu porción diaria de aceite virgen de coco orgánico, vas a la repisa de tu farmacia personal, te aplicas colirios en ambos ojos, sacas del tarro una cápsula de Omega 3-6-9, de sus cajas las pastillas para la presión y la circulación, te tomas las tres en ese mismo orden dejando cuatro o cinco minutos de espera entre una y otra, te vistes con la ropa del día anterior y sales a tomarte un tinto en algún lado, sabes que te espera al mediodía la otra tanda de pastillas, la de la depresión y la del vértigo, y por la noche deberás ingerir la de la ansiedad, regresas a casa, defecas, almuerzas, te acuestas en la hamaca a leer, a escribir o a descansar (los años lo ameritan), te levantas, orinas, te cepillas, te toca hoy hacer ejercicio, ropa deportiva, listo, ya estás en acción, hora y media después de nuevo en casa, bebes mucha agua, te bañas, te vistes, hora de ir a comprar lo de la cena, retornas, comes, ves televisión, lees o escribes un rato, subes, te cambias, orinas, la hamaca otra vez te acoge, buscas con el control una película en la aplicación que más frecuentas, la reproduces, el sueño te vence, te duermes, y así sucesivamente, colorín colorado, este cuento no se ha acabado, al día siguiente pasas por lo mismo a sabiendas de que lo has vivido antes, si pudieras dejar de repetirlo o trastocarlo al menos, avanzan las vacaciones, nada de viajes, los días pasan y yo me siento, sin darte un beso, como uno más, los días pasan y yo comprendo que esto de vivir conlleva aguante, heroísmo, terquedad.

10:29 a.m.:

Adolfo Rafael Pacheco Anillo. Muchos homenajes en vida. Más de los necesarios. Hoy comienzan los que, a mi modo de ver, al contrario de lo que se piensa o dice, son más significativos, porque son los que tienen que ver con el olvido. Recuerdo el conversatorio de 2015 en el que tuve la oportunidad de interactuar con él sobre temas varios del folclor. Me presenté leyendo mi texto “Vengo del Sinú” y al terminarlo escuché su voz: “Eso es poesía”. Lo miré. Le agradecí sonriendo. Después vino la foto. Para mi exclusivo deleite. No hay por qué lucirla, mucho menos en este luctuoso día. Gracias, Maestro, por esa hamaca inmortal y cantarina en la que pusiste a mecer al pueblo vallenato. Una lágrima de alegría al cielo y a la tierra por ti. No será eterno tu descanso, pues tu nombre y tu voz, tus luchas y tus canciones, se seguirán escuchando por los siglos de los siglos, en la interminable paradoja que acompaña a los seres llamados de verdad a trascender.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará)

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