DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (vigésima quinta entrega) 

Diciembre 19 de 2022, lunes:

¿Qué vida vivo cuando no estoy escribiendo? ¿Mejor? ¿Peor? El 31 de marzo de 2023 se acabará este libro y algunas preguntas se adelantan: ¿Qué vendrá después? ¿Será todo acaso igual? ¿No será de pronto lo contrario? En efecto, qué tal que después se cumpla lo que quedó escrito y no se hizo. Viajar, por ejemplo. O que la vida subsiguiente sea estupendamente grata y me sorprenda. Supuse que un año sería suficiente para vaticinar o deducir lo que sería el resto de una vida. Pero nada impide que la vida cambie y no tenga nunca más que repensarla ni escribirla. El resto de mi vida podría no parecerse a la del diario que dice reflejarlo. ¿O sí? Todo ocurrirá exactamente igual, año tras año, hasta ese día último a partir del cual adiós dietario, adiós resto de vida, adiós lectores.

2:25 p.m.:

Reviso el correo electrónico. Por fin la noticia esperada sobre el concurso de poesía. Acabo de propinarme otra derrota. Versos lesos e ilesos no está entre los quince poemarios preseleccionados, no pasó la barrera del jurado previo, no es finalista ni será leído, por tanto, por el gran jurado de famosos. Gracias, en todo caso, Dios, por favorecerme de ese modo. Sin fracasos este libro no existiera. Soy, al menos, notable en materia de adversidad. Nada más a mí se me ocurre concursar con un libro que empieza con dos textos urticantes e insidiosos: “REBÉLATE, Poesía” y “SOLO CREO”. Frases como “envenena sus premios”, “ensaliva sus vinos”, “enmohece sus roscas”, “orínate en sus sombreros”, “ahórcalos con sus bufandas”. Me imagino la ira de esos sabiondos anónimos sintiéndose escupidos. Ni poeta eminente ni poeta del montón. Mejor dicho: de poeta no tengo ni la puta P. La atipicidad es la peor de mis virtudes.

Diciembre 20 de 2022, martes, 9:35 a.m.:

Nuevo encuentro con Jaime G. en Sahagún, esta vez en la oficina donde laboro. No me acordaba de que habíamos quedado en eso desde la semana pasada. Ando ocupado y le pido que se dé una vuelta, que más tarde hablamos. A las 12 vengo, me dice, listo, sigo inmerso en las penalidades de mi trabajo, actualizando expedientes en el canceroso Sistema de Información de la entidad. Acelero lo que estoy haciendo, pues debo regresar hoy mismo a Montería para acompañar a la ausente en un procedimiento médico. No puede asistir sola, le advirtieron. Saliendo de la oficina veo a Jaime G. venir hacia mí con un libro en la mano, lo levanta a la altura de mis ojos y me lo muestra, me lo restriega más bien, es de Pedro Henríquez Ureña, no alcanzo a ver el título, despotrica enseguida del presidente, es su tema favorito en estos días, le recuerdo que votó por él y que solo lleva cinco meses gobernando, me aclara que votó fue por su fórmula vicepresidencial, del odio infundado salta a la UNICOR, estudia en ella Derecho, no hay debate ni nunca lo ha habido, afirma Jaime G. como con rabia, tengo afán y no quiero discutir con él, sus opiniones son facilistas y apresuradas, la esterilidad intelectual del presente no justifica que menosprecie lo que ignora, la emprende entonces con la izquierda, no la baja de mamerta, me parece estar oyendo a una de esas fieras ubérrimas de la recalcitrante derecha nacional, me gustaría hablarle de mis luchas en esa universidad y de los grandes debates que generamos pero prefiero cambiarle el tema, siento que no vale la pena, no lo entendería, o digamos mejor que no lo aceptaría, no es dado a entrar en razones, lo percibo siempre llevado de su parecer, lo mudo, pues, hacia el tema literario, me acusa de que no he podido desprenderme de mi poemario Cantando a destiempo publicado en 2010, de que en narrativa no manejo bien los diálogos, de que caigo una y otra vez en el monólogo, por sulfurarlo le replico que los esquemas son para los académicos, para los profesores que viven de ellos, no para los escritores, vuelvo a aclararle que Santo Remedio no es un libro de cuentos, no se puede analizar bajo esa etiqueta, son, además, relatos escritos en distintas épocas y obedecen, por consiguiente, a estilos muy diversos, el libro está en revisión, saqué unos textos y metí otros, continúa en proceso lento y sopesado de escritura o reescritura, opté por darle tiempo al tiempo, acogí algunas sugerencias de un amigo al que invité a escribir el prólogo y que sí lo leyó como correspondía, otras no, ya que tienen que ver con opuestas concepciones literarias, indagué a Jaime G. sobre Santo remedio y comprobé que pasó por encima del PDF que le envié hace dos años por correo electrónico, nada pudo decir de la historia de los universitarios, ni de la disputa constitucional ni de Ofelia, solo alude a uno corto que considera de índole fantástica. Desde hace rato vengo sospechando que Jaime G. no es el gran lector que creemos es, mencionar libros y autores no te hace un buen lector, se queda en la epidermis, en lo meramente informativo, en el descreste, me da la impresión de que son pocos los libros que lee con detenimiento y culmina, la memoria le ayuda, cita frases, de un día para otro cambia de libros como si en verdad se los hubiera leído todos, hay que leer, no escribir, afirma orgulloso, vuelvo a provocarlo, te equivocas, es todo lo contrario, hay que parar la lectura para escribir, y lo ataco con mayor vehemencia, cómo puedes lanzar juicios tan ligeros si no has leído los poemarios que he escrito después de 2010, ni los tres libros de Prosas para romper la felicidad ni el Dietario del resto de una vida. Los leeré cuando los publiques, me responde, no pienso publicarlos, y aquí nos enfrascamos en si el escritor escribe para el lector o para sí mismo, le digo de maldad que yo solo escribo para mí, por un asunto básico de catarsis, si eso más adelante tiene lectores vaya y venga, se muestra sorprendido y expone, como contraargumento, una tesis más digna de un catedrático que de un rebelde de la literatura, si escribimos es para publicar y ser leídos, afirma sin ambages, me río, escritores de marketing y entretenimiento, esa joda no va conmigo, en ese momento me ve los Diarios de Pizarnik y los desdeña de manera olímpica, como lo hizo no sé qué día con Enrique Vila-Matas, de quién se atrevió a decir que no llega a ninguna parte. Así es Jaime G., un tipo desaforado que vive como en constante obligación de desahogo, se queja de que nadie lee y suelta una frase que asegura ser de Nietzsche, algo así como que hay que escribir solamente en caso de necesidad. Lo mismo de Sábato y Rilke, me das la razón, agrego por jorobarlo, los lectores no importan o importan poco, y en resumidas cuentas cada quien tiene sus propios gustos literarios. Se lamenta de que no se debate, mas se limita a lanzar improperios y a emitir opiniones alegres en torno a escritores que no ha leído en profundidad, por el solo hecho de haber pasado por uno de sus libros a vista de pájaro. Lo peor es que, en lo que atañe a Vila-Matas, desprecia lo que podría ser una de las cualidades más atractivas del escritor catalán. Debatir no es imponer ni menoscabar, y quizá sea mucho más lector alguien que dura días o incluso meses con el mismo libro.

11 p.m.:

La poesía callejera no debería ser examinada por académicos.

Diciembre 21 de 2022, miércoles, 7:19 a.m.:

Incapaz de tomar la vía del suicidio. Condenado a esperar a que la muerte decida por mí. ¿O será la vida la que decide cuándo apagarse? Lo cierto es que por más que nos esforcemos en conservarla, en cuidarnos y mantenernos en sana salud, tarde o temprano el desplome deviene inevitable. No tendría mucho sentido esa lucha frontal por preservarnos vivos, a sabiendas de que siempre la vamos a perder. Sin embargo, es válido pensar en que la conciencia de un proceso biológico de tal magnitud no impide que vivamos la vida de la mejor forma posible. Mientras dure, hagámosla bien, lo más placible que se pueda, y aceptar el final como lo que es: un hecho comprensible y necesario.

¿Podrán pensar lo mismo quienes no lo logran, golpeados brutalmente por la depresión y el sufrimiento?

Diciembre 22 de 2022, jueves, 8:12 a.m.:

Página 379 de lo que sería la muy lejana publicación de este diario en libro físico. Me pregunto ahora acerca de la utilidad de hacer aerobismo si el desgaste de los años es inminente y no lo detiene nadie. Se puede embolatar la cosa, me digo esperanzado, peor sería no ejercitar el cuerpo, el neurólogo me lo dijo, gracias a que hago deporte lo de la cicatriz cerebral no pasó a mayores y mi recuperación ha sido buena, aunque la velocidad no sea ya la misma, un minuto más por kilómetro, no importa, llevar una vida saludable tiene, sin duda, sus beneficios. No parece muy racional que digamos batallar contra el tiempo, pero si queremos apegarnos a la vida y prolongarla en condiciones dignas lo más que se pueda, la armonía entre cuerpo y espíritu es absolutamente indispensable. Si la opción es la vida, metámosle energía al cuento.

7:40 p.m.:

¿Qué pasa con el acto creativo? Mente y cuerpo sanos no son propiamente denominador común de grandes escritores. Más bien sucede lo contrario. Duran menos pero producen más. Balzac, por ejemplo, escribiendo con desenfreno en jornadas extenuantes a costa de sí mismo. La escritura vive más en las almas que no están en equilibrio y en los cuerpos que se abandonan a los excesos. No se puede generalizar, por supuesto, pero la decadencia y el deterioro son inherentes a los seres que escriben de verdad, no profesionalmente, no comercialmente. Una vida convulsa suele ser fructífera en lo literario.

Diciembre 24 de 2022, sábado, 11:21 a.m.:

Tomándome un tinto con la ausente en un centro comercial. Mientras ella teje yo escribo. Pienso en Jaime G. y me sobrecoge un sentimiento de haber sido algo injusto con él. Es un buen amigo y sé que me aprecia. Y claro que lee, en eso se le va la vida, se la pasa incentivando la lectura, circulando libros, me contó que tiene un club de lectores en la UNICOR con estudiantes de Sociales, ayer me visitó de nuevo y le pregunté por sus hábitos de lectura, afirma leer en dos tandas diarias, de cincuenta páginas cada una, el martes próximo le entregaré por fin Oscuro como la tumba en la que yace mi amigo, de Malcolm Lowry, un ejemplar adicional que compré para regalárselo hace como tres años, antes de pandemia, y le devolveré el libro de T. S. Eliot que contiene Asesinato en la catedral, Cuatro cuartetos y La tierra baldía, de la colección de ORBIS Los Premios Nobel. Continuarán en mi modesta biblioteca los dos volúmenes de las Poesías completas (1909-1962) de T. S. Eliot, Colección Visor de Poesía, que Jaime G. me prestó una vez y parece haberlos olvidado o creo recordar que no fueron de su gusto. En todo caso, ¡cómo no amar a alguien que se desprende tan magnánimamente de libros tan valiosos!

10:56 p.m.:

En casa, con la ausente y EJ. Mi hijo mayor, FJ, me escribe por WhatsApp, me dice que se escapará un rato de su casa materna para venir a saludarme. Estamos cerca, yo en la 68 y él en la 66. La noche de Navidad cada vez más sola, más vacía. Aprovecho para escuchar a Pedro Guerra, Pala, Chet Baker, Ella Jane Fitzgerald y Luis Pastor. Con el volumen que me gusta.  ¡Qué mejor compañía que esta! De la gran fiesta familiar, solo el recuerdo del recuerdo y aquel poema que escribí en otro día como este, “Antes la Navidad era una fiesta”, penúltimo texto de mi libro Sobre mojado, escrito en 2014-2015 y publicado en Amazon en enero de 2021.

Diciembre 25 de 2022, domingo, 4 a.m.:

Hora de acostarse, FJ nunca llegó, EJ se fue después de 12 a jaranear con sus amigos del colegio. No puedo decir que haya sido una noche triste, pues ver bailar a la ausente Ilusión de cumbia y Vuelvo a la cumbia (tremenda la versión cantada por Yordy T. en mi compacto de 2016) no tiene comparación. Escuchando con ella mis canciones. Al menos aquí sonamos, le digo, ella ríe, ella baila, ella goza, y su felicidad me hace feliz.

3 p.m.:

Alas Carlos y alas Leonardo pasan por mí para aprovechar las calles desoladas del centro de Montería y filmar las primeras imágenes de los dos videos de Borracho, uno para la versión ranchera y otro para la versión vallenata.  No tengo guayabo (no me pasé de las reglamentarias) y la actividad me sirve para espantar el trasnocho. Parque principal, puente viejo, barrios del sur en ebullición, La Granja, sector de los Cuatro Vientos, “La Trojita Terraza Bar” (Sonido Bestial, Música Afroantillana a la lata; no sabía de su existencia), dos cervezas Poker en el quiosco para otra escena, full de gente, alas Leonardo y alas Paco en acción, chocan botellas, barrio Pastrana Borrero, pie del cerro, ambiente a todo dar, actores naturales, se les explica lo del video, consienten con entusiasmo, no tienen que esmerarse para que la borrachera les luzca, no tienen que fingirla, si la fingieran no les saliera tan bien, cantan, beben y se abrazan como lo estaban haciendo antes del video, nada de sobreactuarse, tarde bella y sensitiva, empieza a oscurecer, hora de irnos, y las gracias a esa Montería viva y popular a la que mi Borracho pertenece.

9:52 p.m.:

Mensaje del amigo Mario M. por WhatsApp. Me cuenta estar escuchando La reina, interpretada por el grupo Sones de Eleggua. Le pregunto si me dan el crédito como autor y me dice que sí, que es un programa de la Gobernación de Antioquia que se hizo en Turbo. Me sorprende la noticia. Se trata de una adaptación de mi canción Rocío, un bullerengue sentao que compuse en mayo de 2013 y fue presentado por el Grupo Casabe de Oro, de Ciénaga de Oro, en el 26° Festival Nacional del Bullerengue de Puerto Escondido ese mismo año. Música toda mía y letra sobre la cual tres amigos modificaron y aportaron algunos versos alrededor de la idea original. La letra del coro se mantuvo y es la que identifica el canto. Se publicó en YouTube y nunca se me dio el crédito. He sabido después que la canción cogió vuelo, es interpretada por varios grupos de bullerengue y se toca en sus ruedas. En Puerto Escondido la presentaron como La reina del bullerengue. Cuánto me alegra que se siga invocando a la Rocío imaginaria que le dio vida. “Bullerengue mío / ayúdame, estoy frega’o / quiero a mi Rocío / bailando en este sentao”.

Diciembre 26 de 2022, lunes:

Hoy cumplen años FJ y Gaba. Le escribo a esta felicitándola. Es la primogénita de cinco hermanos y yo el benjamín de la familia. Voy por la noche a casa de FJ a acompañarlo en su festejo. Está con L. (su joven esposa), una amiga uruguaya que conocieron en Brasil y que vino a visitarlos desde mediados de diciembre, su madre, una tía, un hermano de su abuelo materno, la cónyuge de este, M. y sus tres hijas, un sobrino mío y su mujer. Se están tomando una botella 750 ml de Ron Medellín 19 años, comenta FJ ser difícil para hacer amistades, tuvo muy pocas en el colegio, le hicieron bullying, estrato plagado de prejuicios y ostentaciones que él detestaba, torta, fotos de rigor, llevamos años repitiéndolas en el mismo sitio, noche placentera, me despido a eso de las 11:40 y llego antes de medianoche a mi casa paterna donde encuentro a  EJ departiendo con cuatro amigos suyos del colegio, son inseparables, diez años después se siguen viendo, ventajas del menor estrato, se están tomando una botella de vodka Smirnoff 750 ml con sabor a lulo, esperan a que sean las 12 para felicitar a EJ. Casi nacen el mismo día. A las 12 se paran de las sillas, hacen un círculo, se sirven un trago y brindan por él, les aclaro que aún no ha nacido, que nació por la noche. Risas. Alegría de todos por su cumpleaños. Treinta ya. Treinta y tres FJ.

A las 4:30 p.m. había salido a trotar. A eso de las 6 p.m. —finalizando el ejercicio— escuché la frase. Cuando la mujer quiere estar con uno pelea con el que sea, marica. Dos muchachos de los que sacan a pasear perros con collar, uno sentado en un sardinel, el otro de pie, este último es el afectado por el desamor de los padres de su novia, el otro alardea de infalible sapiencia, se detuvieron a descansar y no hay mejor tema que el amor y sus bemoles para matar el tiempo. Voces que se escuchan en las calles por donde este diario ejercita también su pesimismo.

Diciembre 27 de 2022, martes:

Viajando temprano a Sahagún. Estaremos yendo y viniendo hasta el jueves. Mañana de bastante trabajo, pasa Jaime G. por el frente de la oficina, la ausente me avisa, salgo y lo llamo, le entrego los dos libros pendientes, se sorprende con la fina edición de la novela de Lowry, le recuerdo los dos volúmenes de Poesías completas, me aclara que fueron un regalo, no hablamos mucho puesto que tengo usuarios esperándome, antes de irse dispara de nuevo contra el presidente que el Pacto Histórico llevó al poder, déjalo tranquilo, le pido riéndome, mediodía, arroz chino para llevar, retorno a Montería, EJ viaja esta noche a Curramba, trabaja 28 y 29, el 30 se quedará de regreso en Sahagún para reunirse con otro combo de amigos y el 31 estará de nuevo en casa. Ambos se irán el 2 de enero y la ciudad en la que nacieron y crecieron extrañará sus pasos.

Diciembre 28 de 2022, miércoles:

Cincuenta y dos días sin trabajo tendré a partir del 31. ¿Qué haré con ellos? Por lo pronto, inicié anoche la lectura de Bajo el volcán y consumí más páginas de Pizarnik. Llevaba días sin leer, el empañamiento del ojo derecho no me permite una cómoda lectura. Toca esperar hasta febrero el retoque de la capsulotomía. Un sistema de salud perverso que el nuevo gobierno (el del cambio) nada que mete en cintura. Se vienen reformas en lo laboral, lo pensional y en salud vía Congreso. Empiezo a pensar en que tal vez Jaime G. tenga razón, el cambio ha sido demasiado lento, no es fácil ser un gobierno que apuesta tan alto si los modelos institucionales y económicos no se modifican, demasiadas cortapisas jurídicas en contra, cambio sin revolución no es cambio.

Diciembre 29 de 2022, jueves:

Trabajando a largas marchas para poder salir tranquilo a turno de descanso y vacaciones. Debo mover expedientes en el sistema. Llega Jaime G., me trae el libro de T. S. Eliot que contiene Asesinato en la catedral, Cuatro cuartetos y La tierra baldía, el de la colección de ORBIS Los Premios Nobel, me dice que me lo regala, que me lea Asesinato en la catedral, le agradezco, le prometo leerlo, confiesa haber desechado la lectura de Oscuro como la tumba en la que yace mi amigo, no es un gran novelista, afirma, no concuerdo con ello pero nada digo, narrativa pesada, nada fácil de leer, recuerdo que hice un esfuerzo para no abandonarlo y que la poesía que contiene me ayudó a sacarlo avante, Bajo el volcán es del mismo estilo, tono similar en las primeras páginas, el juicio de Jaime G. está empañado por una renuncia facilista, Lowry es un gran escritor, no solo para bebedores. Quizá eso es lo que le falta a Jaime G. para resistirlo y entonarse: tragos. Hace un tiempo ponderó el libro y ahora que lo tuvo otra vez en sus manos lo crucifica sin mayores argumentos. Personaje complejo y querido este Jaime G., al que veo salir de la oficina recomendándome El espía que surgió del frío, de John le Carré, para seguir recorriendo las calles de un pueblo que se precia de ser cultural sin estar a su altura.

Diciembre 30 de 2022, viernes, 8:09 a.m.:

¿Qué hacías anoche en mi sueño, Teresa Narváez de Vargas o Teresa Vargas de Narváez? ¿Quién eres? No recuerdo ni un ápice de tu aparición onírica, excepto que tu nombre sonó nítido y que pronto te conoceré. Un soneto de Eduardo Carranza me llega desde lejos: “Teresa, en cuya frente el cielo empieza, / como el aroma en la sien de la flor. / Teresa, la del suave desamor / y el arroyuelo azul en la cabeza…”. Teresa, en fin, que vendrás del mundo de los sueños a reactivar mi mano enamorada, aunque nunca más exista el corazón.

Diciembre 31 de 2022, sábado, 9:31 a.m.:

¿Qué hacer esta noche? Hace un año me la pasé en casa, tres o cuatro cervezas, trompeta de Chet, escribiendo en el computador del cuarto dos o tres poemas que fueron a dar al libro Versos lesos e ilesos, la ausente dormida, Marx acompañándome, uno de esos textos, “Esta noche de Año Nuevo”, me emocionó muchísimo, casi hasta las lágrimas, lágrimas que no eran tristes pero tampoco felices, las propias de la vida, FJ estaba en Brasil terminando su doctorado en Ingeniería Mecánica y EJ esperando a que se pasara el estallido de las 12 para irse a amanecer con sus amigos. Una licorera o una tienda son una buena opción. Club C. Roja agotada, lástima, la Dorada es solo para noches de corta estancia, por qué no retornar a las Águila, podría ser, en todo caso nada de borracheras, quiero pasar el primer día del nuevo año en plenitud de condiciones físicas y mentales, salir a correr por el barrio vacío, disfrutar del sol, del río, de la brisa, del silencio, de la soledad. Los 31 acostumbraba la familia a reunirse en casa de mi hermana Gaba, otra tradición que la pandemia se llevó, a veces nos morimos antes de morirnos, la vida y la muerte continúan en lo suyo y hay que ubicarse entre ellas para poder igualmente perdurar, todo tiene explicación, bien sea racional o irracional, y este yo que aún cargo en mi mochila sigue despachándose el tiempo que le queda.

12:26 p.m.:

Almorzando en el restaurante de un supermercado de la ciudad. Me acuerdo de Andrés y de Martín del Castillo, y del tocayo de este que a ratos me reemplaza. Me gustaría verlos esta noche, saber qué han estado haciendo, decido entonces que saldré a caminar después de las 6 a ver si los veo por ahí, qué tal en “La Trojita” de los Cuatro Vientos, por allá es más posible tropezármelos, es también el territorio de Alvarín, ver morir el año viejo en un barrio del sur no tiene precio, bullicio, terrazas encendidas, alborozo y fraternidad, así veinticuatro horas después todo vuelva al oscuro, distante y letal apagamiento.

2:07 p.m.:

Hace rato los “primero de enero” dejaron de dolerme.

3:12 p.m.:

Bañarme, vestirme, publicar en “Solo para fracasados” y salir a callejearme las últimas horas de un año que en realidad fue bueno.

4 p.m.:

El poder de la escritura. Llamada perdida en el celular, con el cambio de teléfono por rotura de pantalla no migraron los números, devuelvo la llamada y es un sobrino, hijo mayor de mi hermana Gaba, se llama Andrés y está hoy en casa de su madre, me invita a tomarnos esta noche una botella de whisky. Le prometo llegar…

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará)

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