DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (vigésima segunda entrega)

6:46 p.m.:

De nuevo en “Fuego en el 23”. Reniego de este sitio y regreso a él. Es una versión en pequeño de “La Troja” barranquillera, y por un rato está bien. Siento que mejoró el sonido o quizá sea por la mesa donde me ubico esta vez, a la misma distancia de dos potentes parlantes que reparten equilibradamente el sonido desde lugares opuestos. Noche de brujas adelantada, y el sitio se encuentra adornado para la ocasión, al igual que los negocios vecinos. La salsa brava promete, buen repertorio hasta ahora. En la salsa clásica me refugio como quien busca un palmeral en el desierto.

Uniformarme no es lo mío, toda mi vida he detestado los uniformes. Miles de problemas en el colegio por eso. Las gorras de EN DESCONCIERTO y las camisetas que igualmente se estrenarán en el tercer programa, son un mal necesario, para posicionar la marca cultural. Una de las grandes verdades problemáticas del arte es la singularidad. Lo colectivo apesta. Lo individual no es que se distancie demasiado.

Trescientas nueve páginas ya de este libraco, escritas en siete meses, cerca de la mitad de las que escribió Julio Ramón Ribeyro en su diario personal La tentación del fracaso durante veintiocho años. Me refiero a su diario conocido. Se sabe que hay más diarios escritos por Ribeyro después de 1978. Supe desde un principio que había que ponerle un límite. Escribir se puede volver a veces una esclavitud, y su esencia, su fe, su fortaleza, son un asunto más de libertad. Es un lugar común, pero es tremendamente cierto.

8:19 p.m.:

Ocho días escribiéndolo y nada que cuajaba. Hoy, sin querer, eliminé el archivo del celular creyendo tenerlo actualizado en el computador. Cuando lo fui a buscar solo estaba su inicio. Poemas que fracasan desde su primera frase. Favor involuntario que me hice. Se llamaba “Veto”. Soy reacio a reconocer lo que no me funciona y a desprenderme de lo mío, y trato de salvarlo como sea. Era el noveno del nuevo libro, presunto poemario, que todavía no tengo la menor idea de cómo se llamará ni en qué territorios antipoéticos podrá identificarse.

9:58 p.m.:

No abusar de la poesía. Deseché “Veto” y acabo de escribir “Tono” en su reemplazo. Satisfecho. Uno a su vez. Sigo en “Fuego en el 23”, sitio repleto, mejoría notoria, música grande, de la propia. De la que jamás decepciona. Cesar Mora cantando Canela, la canción predilecta de Jaime Garzón. Le pido al disc-jockey La negra Santa, en la voz inconfundible de Henry Fiol. Solo por matizar el dolor de la esperanza.

Ah, el amor, el amor. Le informo a la ausente que la próxima semana compraré los pasajes a Lima. A mediados de enero estará nuestro viejo amor de treinta y dos años renovando sus bríos en el “Puente de los suspiros”, en Barranco, ratificando así el deseo de permanecer juntos hasta que la muerte desintegre eso que nunca en realidad muere, y se haga inevitable, para quien sobreviva, la posibilidad otoñal de un nuevo amor.

10:49 p.m.:

Risa respetuosa. Cada uno siente y baila la música como se le venga en gana. Y es mucho más poderosa y convincente cuando el danzar no es perfecto.

Octubre 31 de 2022, lunes, 10:08 a.m.:

Comprobar que nada llega a ser nunca definitivo. Reviso “Tono” y le hago varios cambios. Escrito el sábado en libación solitaria, reescrito o revisado hoy lunes como el método lo exige: en total sobriedad.

Raymond Carver y el amor. Cuando hablamos de amor hablamos también de eso que su personaje Mel McGinnis califica de terrible o bueno, “gracia salvadora” para esa pareja que sobrevive a la otra y que vuelve, después de una obvia temporada de malestar, a ser capaz de amar a otra persona pese a los dolorosos resplandores del recuerdo.

El amor no implica exclusividad. Se puede amar a varias personas al mismo tiempo. El concepto de infidelidad no le es aplicable, pues el amor es, en esencia, múltiple. Es imposible circunscribirlo a un solo ser, en medio de tanta riqueza y diversidad. El problema radica en que sus mutuos beneficiarios puedan llegar a conocerse, si bien la tecnología ha suprimido las distancias. En términos prácticos es probable que la cosa se complique, pero su potencialidad es innegable. La media naranja puede ser plural. El amor fiel es más convención que realidad. Lazo significa atadura. En mi caso, ¿de cuántas mujeres no estaré enamorado sin saberlo o sin conocerlas todavía? Tengo un corazón internacional y, sin embargo, ninguno tan leal como él a su amoroso localismo.

“Somos educadores, no actores”. Leo esta frase en el libro de caras del amigo Ósterman A., directivo central del magisterio cordobés y coordinador general del Movimiento de Renovación Sindical de Córdoba. Toda una historia de lucha contra el Decreto 1278 de 2002 (Estatuto de Profesionalización Docente), en especial contra su modelo de ascenso, que él califica de indigno, lesivo y humillante.  Deshumaniza y desprofesionaliza, agrega en su publicación. ¡No más congelamiento del escalafón!, ¡no más ECDF!, son sus consignas. Esta Evaluación de Carácter Diagnóstico Formativa fue acordada entre el Ministerio de Educación Nacional y la Federación Colombiana de los Trabajadores de la Educación en 2015 y consiste en la presentación de un video de una clase de cincuenta minutos, evaluado por pares académicos, quienes determinan si se asciende o no con ochenta puntos. La medida resultó siendo más escabrosa que el examen escrito de competencias del 1278. Maestros que se transforman en actores para poder mejorar su sueldo. Es bastante probable que de haberme dedicado a la docencia pública estuviera yo ahora liderando también esa batalla, aunque la idea de un maestro-actor no me disgusta para nada, un buen docente debería serlo, siempre y cuando no esté supeditado ello a sistemas de evaluación. La enseñanza y el histrionismo no son incompatibles.

Noviembre 1° de 2022, martes, 11:45 a.m.:

Noviembre. Mes en el que un año más de vida me significa ya un año menos de duración. Debería esta vez festejarlo. Quizá me adelante seis días para celebrarlo con los quince lustros que cumplirá el 11 el maestro Joaquín R. Alas Fermín y las demás alas estarán ahí. Alas Paco no se me puede quedar en casa. La vida hay que, después de todo, conmemorarla, porque no hay más, cada edad trae su aprendizaje, sus pros y sus contras, sus esperanzas y sus miedos. Un final, un reinicio, otro diciembre cerca alejando la cruz del desconsuelo.

Noviembre 2 de 2022, miércoles, 9:34 a.m.:

Margarita D. estrena canción y video en YouTube. Una fusión de cumbia y reguetón que apela en su letra al doble sentido y a la jocosidad. La fórmula comercial en boga: 3:27 de duración y un estribillo pegajoso que se repite ocho veces. Todas estas canciones no tienen segundas partes, solo una que se retoma desde la mitad o desde el estribillo y listo. Defensora del vallenato auténtico (tradicional y lírico), termina explotando su sensualidad en un video cuyo objetivo es resaltar a todas luces su figura. La fusión es atractiva, el acordeón le aporta el espíritu de la cumbia y la letra consigue mantener un riesgoso equilibrio entre lo crítico y lo morboso, excepto en el “Nos separa”, su título, de difícil fraseo, y el “no se para” que acaba, escuetamente, primando. En suma: un buen producto que puede competir nacional e internacionalmente, a costa de su vallenato del alma por supuesto. Todo el que quiere triunfar termina vendiéndosele en bandeja al diablo. Eso no se llama versatilidad. Se llama oportunismo. En todo caso, bien por ella, la propuesta es novedosa y divertida, hecha con buen gusto, el texto se salva de lo cursi y su voz luce distinta, más fresca, más natural, menos afectada por el excesivo sentimiento que le imprime siempre que canta vallenatos. Lo mejor de la canción es la trompeta del tipo que no le suena a la intérprete y “no hace para, para, para, para”, genialidad melódica detrás de la cual debe haber coautoría o el toque de un arreglista que sabe de solfeo. Los mercados imponen su ley y a los artistas no les queda más que someterse a ella si aspiran a ser reconocidos. Margarita D. demuestra que se puede al menos estar en el comercio de la música con algo de calidad. Voy en progreso, primera vez que me seduce un reguetón.

Noviembre 3 de 2022, jueves:

Nueve días después, mediante resolución, revive el concurso de poesía. La página estuvo sin acceso por más de una semana. Y de repente, se reactiva y aparece el acto administrativo de aplazamiento con fecha acomodada, un día antes de la fijada para el veredicto en el calendario inicial. No creo haber visto esa resolución. Pero bueno, lo cierto es que la página web se desapareció y reapareció informando que hay un nuevo cronograma. El fallo definitivo de los jurados se dará a conocer el 28 de marzo de 2023. Así que renace la expectativa y se prolonga la posibilidad de la derrota. No hay que buscar entonces otras fuentes de fracaso. Esperemos, quedémonos con esta. Justifican el aplazamiento por la numerosa participación nacional e internacional y la alta calidad de las obras presentadas, “lo que configuró un extraordinario reto para el jurado y la entrega de su veredicto final”. No huele bien este asunto, suena a improvisación, cinco meses es demasiada prórroga. Pero bueno, creo que Versos lesos e ilesos califica para ser examinado con respeto y dedicación, que es igualmente motivo de los organizadores para posponer el fallo.

Noviembre 4 de 2022, viernes:

Hace tres años estaba concursando en el Festival de Chinú con la canción Utopía, que llegó a ubicarse entre las quince semifinalistas del certamen. Escribí una larga crónica, crítica y humorística, sobre lo ocurrido aquella vez. En 2020 y 2021 no hubo festival y este año se vuelve a realizar con dos categorías de canción inédita: una para ganadores de versiones anteriores y la otra de canciones en homenaje a Chinú. Cuando alas Leonardo me habló del tema, me convenció de concursar con El latido del silencio. Días después lo llamé para decirle que no podíamos, puesto que el concurso era de “rey de reyes”. Posteriormente, poco antes de cerrarse las inscripciones, me enteré de la otra categoría. Se lo comenté y no demoró en decirme que me compusiera una, o, en última instancia, que alterara la letra de Un sueño (la cumbia de su amor) para hacerla alusiva a Chinú. No soy amigo de estas tramperías, mucho menos tratándose de una cumbia con una historia tan especial, como tampoco de componer canciones para la ocasión. Cada canción tiene su contexto, su propio mundo, y no debe salirse de él. Escucho en internet las canciones que están concursando en la categoría homenaje a Chinú, todas exprofeso y repletas de los mismos lugares comunes (sitios, personajes, costumbres, paisajes, etc.), letras muy pobres, Chinú rimando reiteradamente con virtud y ciudad luz, canciones en exceso elogiosas al municipio homenajeado. Eso del pueblo más lindo del mundo y con la mejor gente es una ridiculez. Una sola, a mi juicio, parcialmente se salva, diferenciándose un poco de las demás. Canciones que están ya mandadas recoger y que no deberían seguir mostrándose ni premiándose en festivales. La canción costumbrista se volvió apestosamente corrupta e insincera. Debería más bien promoverse lo contrario: un concurso en el que se prohíba el culto a lo local, que ponga la estética por encima de la pendejada. El gremio festivalero está otra vez presente, son los mismos en todos lados, compositores concursando a través de testaferros y otras plagas por el estilo. No obstante, siento algo de nostalgia por no estar ahí, en esa tarima, con El latido del silencio, una obra no limitada a festival alguno. En cualquier festival de música de acordeón (vallenata o sabanera) podría competir. Me entero de que después de terminada la ronda clasificatoria hubo agresión a los jurados por la selección de las ocho canciones finalistas, entre las treinta que estaban concursando. El presidente del festival reconoce en redes sociales la falta de idoneidad de los jurados y habla de la posible repetición del concurso. El asunto no pasa a mayores y por la noche se realiza la ronda final con otros jurados, siendo justo el veredicto. No había más de dónde escoger.

Noviembre 5 de 2022, sábado:

Pobre quimera. Título de una nueva canción escrita en dos días, empezada el 3 de noviembre y terminada ayer. Me agrada el resultado. Tiene mi sello. Otra más para EN DESCONCIERTO, apta también para concursar en cualquier lugar del mundo.

Hace días no sueño nada. O sí, he tenido sueños, pero los he desechado al considerar su poca consistencia literaria. Ninguno de ellos ha concluido tampoco en ruidosa o peligrosa pesadilla. No ha sido, pues, necesario activar alguno de los tres despertadores que al soñar poseo. Noches tranquilas, sin tantas películas en la cabeza. Anoche tuve uno que podía haber calificado, pero se quedó a mitad de camino. Fue con Fabio A. y un amigo suyo, su pareja sentimental. Vivían en zona roja, de difícil acceso. Hasta allá llegamos la ausente y yo a visitarlos, previa autorización del mandamás ilegal. Entre músicas y secretos se fue complicando aquello, la salida se hacía cada vez más difícil... Sigmund Javier, ¿estás por aquí, hum, este, sí, te escucho, ¿cómo vas con Freud?, más o menos, enfrascado en los estímulos y fuentes de los sueños, estímulos sensorial externo e interno, somático interno u orgánico y fuentes de estímulo puramente psíquicas, no he podido salir de ahí, y en otros problemas oníricos como el de por qué se olvida lo soñado al despertar, las peculiaridades psicológicas del sueño, los sentimientos éticos en el sueño, las teorías oníricas y la función del sueño, y la relación con las enfermedades mentales, y esto es solo el primer capítulo, así que no me siento aún en condiciones de poder ayudarte. Caramba, Sigmund Javier, se va a acabar este diario y tú en las mismas, me va a tocar colaborarte en eso. Yo mismo psicoanalizarme a ver si salgo ileso de mis conflictos inconscientes o sobrevivo a mis verdades más íntimas, secretas y escabrosas.

Leo el viacrucis de varios amigos en torno al concurso docente 2022. Llevan varios intentos infructuosos. Hace más de diez años me inscribí por primera vez en uno con el fin de dedicarme a la docencia. Lo gané y elegí plaza, en Los Mimbres, Ciénaga de Oro, la tierra de mi amigo Manuel N., el del video de Entre la muerte y la vida. No me posesioné. En aquel entonces el trabajo que aún tengo era increíblemente mejor, tanto en lo salarial como en lo locativo. No sé qué hubiera sido de mí si hubiera atendido más a la vocación que a lo imperativo de subsistir con medianas decencia y dignidad. Ese discurso hoy tan cacareado y tan poco cierto del trabajo digno y decente, mucho menos en el ministerio que lo pregona y para el que laboro desde hace veintiocho años. No se cómo estarán las cosas hoy. Espero que las condiciones del magisterio superen las de una entidad en la que la oficina donde presto mi servicio lleva hoy treinta y nueve días sin luz. Recuerdo que en compañía de la ausente nos fuimos en la Yamaha DT-125 a conocer el pueblo y el colegio donde este profesor que de todos modos soy trabajaría. Qué risa, no pudimos pasar, la vía era intransitable. Me imaginé la cantidad de veces que eso ocurriría, sobre todo en una zona que cuenta con nube propia y es de manera habitual inundable. Esta es Colombia. Y estos somos sus hijos. Y este docente que se perdió soy yo, convencido de que alguna vez me ganaré lo que me queda de vida en el descorazonador arte de la enseñanza.

Noviembre 7 de 2022, lunes festivo:

Pienso en grandes amistades que se perdieron por falta de comunicación. Es el caso de Alberto M., amigo de infancia y de colegio, cuyos padres cambiaron de ciudad y él tuvo que partir con ellos. Recuerdo aún el doloroso vacío de aquel desprendimiento. Era un buen amigo, de los dos o tres más cercanos que tenía en aquel entonces. Hoy, después de cincuenta años, se abre la posibilidad del reencuentro a través de un hermano suyo, quien me contacta en una red social. Me cuenta que Alberto M. vive en la misma ciudad de aquel colegio y de aquella amistad infantil, en la que yo, luego de haber también partido y de estar ausente por mucho tiempo, hace quince años volví a vivir. Desde entonces mi soledad se mueve en ella. Soy reacio a reencontrarme con mi pasado, a revivir lo que una vez se me murió y que, malo o bueno, pude relativamente superar. Por más alegrías que conlleve, son heridas que podrían sangrar de nuevo. De idéntica o peor manera. Lastimar los recuerdos tristes no es aconsejable. El olvido es frágil y en cualquier momento podrían reactivarse sus dolores. ¿De qué podríamos hablar? ¿Quiénes en realidad se reencontrarían? De aquel par de niños que jugaron juntos debe quedar muy poco. Más que rescatar una vieja amistad sería comenzar una nueva, si es que nuestras vejeces encuentran afinidades o simpatías capaces de forjarla a estas alturas. Supongo que después de tantos años el pasado no basta para garantizar el afecto mutuo. Yo, a lo sumo, le daría ese abrazo que hubiera querido darle en aquel tiempo, y lloraría de la emoción al abrazarlo. Abrazaría al joven que se despidió de mí dejándome el candor de su risa en mi corazón desierto. ¡Qué cosas las que escribo! En vez de pensar mejor en la felicidad de este reencuentro, en la posibilidad de recuperar a un buen amigo, en saber qué ha sido de él todos estos años, conocer a su familia, alegrarme de que siga vivo, de que goce de buena salud en medio del amor de los suyos y esté pujante en lo económico. Sé por su hermano que es un empresario de éxito. De veras que soy un tipo complicado. Lo que a una persona normal le produciría gozo a mí me ocasiona zozobra. En el fondo lo que me evito es constatar el aplastamiento del tiempo transcurrido. El paso del tiempo es algo que últimamente me agobia más de la cuenta y trato de mitigar como sea sus alcances. He medio aprendido a detener la mente cuando esta se me dispara en esa dirección. Todos los días me ocupo en desconectarme de lo que voy dejando atrás. Retroceder no me conviene, pues el hacerlo alborota cierta enfermedad que dicen es como una tristeza profunda. Me pasó con un reencuentro escolar en 2019, cuarenta años después de la graduación del bachillerato. Casi me mata la nostalgia durante los días siguientes. Pero qué tal que Alberto M. sea ese amigo que uno necesita sobre todo cuando la vida empieza su declive. Amigos en la infancia. Amigos otra vez ahora, en la adultez. Entre niños la amistad fluye más fácil, y de ahí que no pueda ser catalogada como grande, pues es apenas natural que así suceda, mientras que a una amistad madura le toca pasar por diversos escenarios, entre los cuales el desengaño que trae la vida representa un serio obstáculo. ¿O será al revés? La edad adulta, al liberarse de afanes y complicaciones, se hace más abierta y desprendida. No sé. Tocará averiguarlo.

A veces debo retroceder para volver a ubicarme en la realidad de lo que he sido y de la cual depende buena parte de mis inquietudes artísticas. Sin ella, mi vida sería ciento por ciento ficcional, aunque es una posibilidad que no me desagrada. Volverme otro, tanto en lo vital como en lo literario. Ya es tiempo de dejar de escribir sobre mí.

Noviembre 9 de 2022, miércoles:

Un sueño que al fin clasifica para ser contado. En el entresueño intenté memorizarlo al máximo antes de que se me olvidara al abrir los ojos. Funcionó también el despertador hojalata y desperté del todo para proceder a escribirlo de inmediato. Pero ocupaciones sindicales urgentes, por celular y WhatsApp, me sacaron del asunto literario y esto que ahora escribo es lo único que quedó del sueño. Anoche estaba, pues, caminando yo por la Avenida La Playa de Medellín, en pleno centro de la ciudad, bajaba desde el Teatro Pablo Tobón Uribe hacia la Avenida Oriental cuando me encontré con el profesor William F. en un evento académico al aire libre. Estaba él con varias de sus estudiantes, lo saludé y me senté a su lado en uno de los bancos del sendero peatonal. Al rato, el prestigioso maestro, aburrido de la conferencia que escuchaba, nos miró sobresaltado, oigan esa música que viene desde allá, nos dijo, de ese segundo piso, es una taberna en la que solo ponen música clásica, qué exquisitez, ¡vamos!, nos invitó a todos, y al pararse introdujo su mano derecha en la parte trasera del pantalón, se pasó el dedo índice por la raja del fundillo y luego, al sacar la mano, se lo llevó a la nariz. Las muchachas se rieron y yo pensé en el William F. que fue mi profesor hace treinta años, que me buscó una vez para que intercediera por él en un delicado conflicto estudiantil en la universidad, que volví a ver hace poco en un concurso musical y no me reconoció. Alguien, detrás de mí, dijo: yo a esa cabellera la conozco, y al voltearme me tropecé con la cabeza de alas Laurel, tiempo sin verlo, le conté lo de la invitación del profesor y al notar la belleza de las estudiantes se entusiasmó y se sumó en el acto, cerveza de barril y música clásica es una combinación atípica del carajo, invitación atractiva en grado sumo, espérame aquí, le dije, fui al apartamento donde viví siendo estudiante de Derecho hace cuarenta y dos años, en un noveno piso, Carrera El Palo, a una cuadra de La Playa, desde donde casi salto una vez, salvado en el último momento por las lágrimas enamoradas de Gloria, la empleada de mi tía abuela Angelina, y al salir del edificio para ir a escuchar la sinfonía incompleta de Schubert en la taberna del segundo piso con alas Laurel, el profesor William F. y sus bellas acompañantes, me esperaba la ausente sentada en una mesa, sobre la mesa un mapa de una isla y en la isla ella y yo de viaje, por primera vez conociendo el mundo. La dueña del restaurante nos daba consejos sobre adónde ir y no ir, por temas de seguridad y precios, un cóctel afrodisíaco nos perfumaba el paladar. Cuando desperté supe enseguida que este diario sí viajaría, sí iría al Perú. Con soñar (o imaginar) cada viaje bastará.

De veras que a mí los poetas me dan risa. Se inventaron ahora un Estallido Poético Nacional por la Paz Total para los días 11 y 12 de noviembre de 2022 y salen todos a enlistarse como sea en el evento, sean simpatizantes o no del Pacto Histórico que hoy gobierna al país y que tiene en la consecución de la paz total su más elevado objetivo. Los poetas de los festivales. Los poetas faranduleros. Los poetas de los encuentros literarios y de las ferias de la lectura. Los poetas del oficialismo cultural. A ellos me refiero. La poesía no es para eso. La poesía y la paz son incompatibles, porque la poesía es una maldita guerra existencial que no termina nunca. La paz es aburridísima en términos poéticos. Un poeta que viva en paz es un poeta muerto. Bienvenida la paz total en todo, menos en el arte.

Noviembre 10 de 2022, jueves:

Sigue el nuevo poemario (aún sin título y sin claro derrotero) regalándose un texto tras otro. Después de “Tono”, seis más: “De repente”, “Cuando uno envejece”, “Filial”, “Bastón”, “Natura” y “Hay que insistir en el fracaso”. Cree uno que la vena poética se ha estancado y salen las ideas a reaccionar. Por otra parte, términos que van poco a poco cobrando protagonismo, a partir de los cuales el título del libro se ha ido decantando y el camino ganando nitidez. Leer de nuevo a Vallejo, Valente y Sabines, recobrar la musicalidad en el poema, escribir y escribir, aunque el verso esté patas arriba.

Noviembre 11 de 2022, viernes:

Hoy cumple años Joaquín R., alas Fermín, y la parranda de pájaros se encuentra embolatada. Esta mañana, a las 10:23 a.m., nos advirtió en el grupo: “Pájaros, no vengan, no quieran encontrarse conmigo”. Momentos después copió la letra de una versión contraria de su canto icónico Mi confesión, y en sus redes no ha parado de cuestionar a Dios, de renegar contra los golpes de la vida. ¿Qué le estará pasando hoy, en sus quince lustros, a alas Fermín? Asunto familiar, supongo, aunque alas Leonardo me dice que puede ser también por falta de dinero. Tiene la situación apretada desde hace días. Sea lo que fuere, es mejor hacerle caso y dejarlo hoy quieto y solo en su sabia y rebelde desventura. La fiesta de pájaros era en realidad mañana, pero, en tales condiciones, ¿quién se atreve a convocarla? En el grupo me limité a decirle (a confesarle) que la nueva letra de Mi confesión me gustaba más (realista, no aleluya), a felicitarlo al revés, a invitarlo a irse mañana de frías conmigo por ahí y a darle la bienvenida al siempre agradecido mundo del fracaso.

Conversación telefónica con Alberto M. Como en los viejos tiempos, como si no tuviéramos cincuenta años de no vernos ni de hablar. Reencuentro próximo, un viernes, en su casa, con música y cervezas. Alberto M. se toma sus reglamentarias los viernes y yo los sábados. Haré una excepción. Me cambiaré de día para complacerlo. Sospecho que una gran amistad está por nacer.

Maruchenga, lorita simpática y parlanchina, querida por todos en la familia. Se le dio por salirse por la puerta del garaje y situarse detrás de una de las llantas traseras del Nissan Patrol de mi padre, que de día se dejaba afuera, en el declive que daba a la calle. Cruelmente aplastada, ni las plumas se salvaron. Dolor agudo. Dolor persistente. ¿Por qué te recordaré hoy, compañera de infancia que me hacías reír tanto? Quizá porque fue una de las primeras vivencias que tuve con el vacío y el silencio de la muerte. Tu risa y tu buen humor. Frases propias, del hábitat casero, como aquella del grito a mi madre cuando mi padre se quedaba sin agua bañándose y había que prender la motobomba del patio para llenar los tanques elevados: Amparooooo, el agua pa’l doctor. Ay, Maruchenga, ¡cuánto tiempo sin escucharte, pero escuchándote siempre en esta misma casa gris que fue tu casa!

A las 4:15 p.m. me escribe alas Fermín por WhatsApp: “Alas Paco, quiero tu regalo de cumpleaños”. Leo su mensaje pasadas las seis, al volver de trotar. Será que ya se le pasó la ventolera… Veremos mañana qué se hace. Parranda de pájaros en su nido o correría por tiendas cerveceras. El mío se aproxima y tengo unas inexplicables ganas de esta vez alborotarlo. Un sábado antes, un sábado después, qué más da, lo cierto es que será un año más de estar naufragando en este desorbitado planeta Earth.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará) 

Comentarios

  1. ¿Esto es una sola entrada o cada fecha es una entrada?

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    1. Gracias por leer. El dietario va fechado de principio a fin, desde el prólogo mismo. Esta es una sola de sus entradas. Va ya por la 24, aproximadamente 380 páginas de lo que sería su publicación en libro físico. Saludos.

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