DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (vigésima primera entrega)

Octubre 21 de 2022, viernes, 9 a.m.:

Reencuentro anoche con amigos músicos y gente de la cultura en el recital de Joaquín R. Ahí estuvimos los pájaros del reencuentro acompañando a alas Fermín en su presentación. Todos preguntándome por qué tan perdido, lo que prueba que es cierto aquello de mi aislamiento voluntario. Más que reencuentro fue entonces una reaparición. Aproveché para conversar con Carlos R. sobre la posibilidad de publicar con su fundación mi tríptico de Prosas para romper la felicidad. En físico, el año próximo. Por ahí vi también al programador vitalicio de esa feria de la lectura para la cual alas Paco no existe. René F., como siempre, inteligente y creativo en sus comentarios, me habló de un proyecto suyo como lector de canciones, le hablé de uno viejo mío, ya abortado a raíz de mi deserción (por decepción) de la música vallenata, como admirador de canciones, a partir de las que más me gustaban escribir un libro, una novela, relacionando sus historias y complementándolas con el equipaje de la ficción. Con finales distintos e insospechados. Así, por ejemplo, la Mujer conforme de Máximo Movil, canción grabada por Jorge Oñate y Emiliano Zuleta Díaz en 1975, álbum La parranda y la mujer, Discos CBS, dejaría de ser tan conforme y pondría a su orgulloso y machista marido en la situación que ella sufría, yéndose con sus dos hijitos a vivir en libertad su vida, no a uno de los pueblos atrasados de la Costa Atlántica o Región Caribe de Colombia, sino a una gran ciudad de Europa. A René F. le pareció del carajo la idea. Tal vez escriba esta novela cuando me pensione, estoy cerca, le dije. Buen recital el de Joaquín R., se lució, formato adecuado, sin el apresamiento de rítmicas velocidades. Se le vio feliz y sumamente agradecido. Me alegra por él. Se lo merece. Toda una vida dedicada al canto y a la poesía, un sobreviviente, un letrista excepcional.

¿Quiénes serán los lectores de este diario? Sin duda, los tiene, pues el contador de visitas del blog continúa en aumento, en especial con cada nueva publicación. Lectores en todo caso silenciosos, que no dejan huella alguna. Mejor así. La literatura no requiere de reacciones para seguir disparatando su curso.

Mi amigo Boom es un personaje maravilloso. Se mueve entre el derecho, la política y la música. Sin recursos de ningún tipo se atrevió a candidatearse para alcalde de su ciudad e hizo una campaña decorosa. Da siempre la impresión de tener demasiadas ideas en la cabeza, proyectos que solo se realizan en su descomunal cerebro. En su pueblo lo tildan de loco, pero durante la campaña les demostró poseer un discurso coherente, propositivo y racional. Porta una flacura extrema que podría confundirse con el hambre, ayer me visitó en la oficina para pedirme una colaboración económica en pro de una obra social que él lidera y para decirme que va a grabar un disco con sus canciones en un estudio de Sincelejo y quiere que una canción mía que le gusta mucho y con la que siempre me saluda cuando me llama al celular o nos encontramos haga parte de su proyecto, cantada a dúo. Con alma de sabanero es el título de esta canción que presenté una vez en el festival de Sahagún y fue finalista en su concurso de canción inédita. Al verlo tan flaco le pregunto si hace dieta o ejercicio. Su respuesta es digna de su genialidad: lo único que hago es ver el sol, diez minutos por la mañana, entre las 8 y las 9, y diez más por la tarde, entre las 4 y las 5. Cómo haces para sostenerle la mirada, lo interrogo incrédulo, me asegura que sí se puede y que a ello le debe su buen estado de salud y el mantenerse siempre activo, con mucha energía, limpio de impurezas mentales y espirituales. Es cuestión de desdoblamiento y de reconcentración, me asegura. La terminología jurídica está presente hasta en sus conversaciones cotidianas, se refina para hablar, se torna ceremonioso y en ocasiones deja el tuteo como si estuviera dictando una conferencia, presentando un examen oral o no fuera yo ese amigo con el que puede conversar sin afectarse. Extraño al muchacho que se reía con naturalidad de todo, que me cantaba a capela, visiblemente emocionado, su nueva canción estuviéramos donde estuviéramos, sin importarle el alto volumen de su voz. Nos une, además, una canción que hicimos en compañía, Dos pueblos hermanos, que fue preseleccionada y presentada en primera ronda en el festival de Chinú. El Boom es un amigo extraordinario, de buenos modales y trato respetuoso que, luego de saludarme musicalmente con el primer verso de Con alma de sabanero, me pregunta de inmediato por la ausente y por EJ, enviándoles saludos. Es lo primero que hace antes de entrar en materia. Al igual que a él, me falta un tornillo y tengo algunos flojos. De ahí que lo entienda y me solidarice con sus causas, siendo él mucho más abstracto y fantasioso que yo. Con el tiempo he ido aprendiendo a concretarme, a clarificar mi pensamiento. Supongo que a él le ocurrirá lo mismo. Le faltan todavía años de fascinante oscuridad.  Quince años después de haberlo conocido, el Boom de hoy es un ser triste y solitario, con muchas necesidades y ganas aún de progresar. Sentimientos nobles persisten en guiar sus pasos. Sus proclamas contra la corrupción de dos familias hegemónicas y su cercanía con la cruda realidad de su pueblo lo hacen en potencia elegible, pero sabe que sin plata es poco lo que puede alcanzar. Utopista redomado, lo suyo es realmente la ilusión, descresta al escribir, entremezclando conceptos rimbombantes por fuera de contexto y enarbolando así un discurso muy propio, característico, que quizá solo él lo entienda. El marketing político lo ejerce ahora asesorando campañas a alcaldías. Es otro fracasista irremediable. Otro gran condenado a la exitosa soledad.

Tuit no publicado: A propósito de una ribereña feria de la lectura, mientras no cambien de programador todo seguirá igual. Las dictaduras culturales castran la cultura. Hay que oxigenar ese evento con visiones no serviles al amiguismo. El continuismo en la cultura es peor que en la política. Lo escribí a raíz de un comentario que hice en Facebook a crítica similar del amigo Fernando A. en su muro. El comentario era más largo y el tuit lo resumía. Copié el texto en Twitter para ser enviado, pero se lo leí antes a la ausente y esta me convenció de abandonar la idea, de cumplir la promesa que me hice de no volver a meterme en ese asunto. Ganitas que le quedan a uno de seguir jorobando. Eliminé el proyecto de tuit, al igual que el comentario y el “me gusta” de Facebook, y me lo traje para acá, a este diario en el que la subjetividad es excusable y quienes lo habitan, personajes o lectores, pertenecen al mundo licencioso de la ficción literaria.

Rosa Montero publica en sus redes la foto de lo que observa desde la ventana de su hotel en Frankfurt, ciudad en la que se encuentra participando en la feria del libro dedicada este año a España. Promociona los actos en los que estará interviniendo, y yo me quedo pensando en eventos nimios, en pequeñas famas o famitas, en la ridícula aspiración de lo local.

Octubre 24 de 2022, lunes:

El sábado 22 de octubre nos fuimos con alas Fermín y alas Carlos a grabar el video de mi canción Entre la muerte y la vida, teniendo como primera parada la tienda de la 35 con 9. Ahí estuvimos desde las 3 p.m. esperando al camarógrafo. Hora y media después aterrizó alas Leonardo, interesado en que se grabaran también las primeras imágenes de mi canción Borracho, que él interpreta en dos versiones: blues-ranchera y paseo vallenato. Nada que llega el camarógrafo y varias cervezas se agolpan ya sobre la mesa. Reencuentro con Manuel N., Iván S., Héctor C., Rubén L. y Rafael P., cada uno en su salsa, unos más prendidos que otros, frías, aguardiente antioqueño, abrazos, Héctor C. me inspiró un poema que salió publicado en mi libro Tiempos grises, qué agradable volver a verlo, se ve bien, sonriente, se nota que sobrevivió al amor, Manuel N. nos manda una tanda de cervezas, qué alegría todo esto, ambiente de fiesta y son apenas las 5 p.m., alas Carlos, en vista de que su camarógrafo no aparece, comienza a tomar fotos y videos con su celular, el negocio se sigue llenando de clientes, ¿todavía existen los poetas?, vuelve a preguntarme Rubén L., es la frase con la que siempre, interrogando-afirmando, me saluda, está bebiendo desde el viernes, se le ve pasmado, pernicioso, se bambolea al caminar, Rafael P. está que se cae también de la borrachera, culebrea para ir al baño, por suerte consigue embocar el urinario de uso colectivo, se orina los zapatos, escupe, gargajea, se sopla la nariz apretándola con índice y pulgar y arroja la mucosidad al piso, retorna y saluda de nuevo, no hay dónde lavarse las manos, su mujer se lo lleva, pasadas las seis llega por fin el camarógrafo, la luz no es ya la mejor, invito a Manuel N. a la mesa para que salga en el video, le explico lo que queremos hacer, resultó siendo un gran actor natural, nada de mirar a la cámara, todo muy espontáneo, varias tomas en distintas partes del local, arribo a la tienda-cantina de una banda de la región, bombo, redoblante, platillos, trombones, saxos, trompetas y clarinetes ejecutando porros y fandangos, alboroto, nos integramos al bochinche para filmar una escena más, luego le digo al dueño, Carlos P., que en un rato regreso a pagar la cuenta, que vamos a grabar otras tomas en la calle. La oscuridad de la noche había asimismo llegado y el camarógrafo nos manifiesta que la luz no es suficiente, que siguiéramos mejor el domingo, que él es muy profesional en sus cosas y no le gusta trabajar así, que incluso lo que se acababa de filmar no servía, que había que repetirlo con más luz, nada fácil tener otra oportunidad como esa en la que tantas cosas coincidieron, eso pensé, tendrá que ser en otro sitio, les dije, pensaba en cómo explicarle a Manuel N. que su tremenda actuación no había valido la pena, decidimos parar y reanudar el trabajo del video al día siguiente en horas de la tarde, volví a la tienda a pagar la cuenta y después alas Carlos nos repartió a todos en su vehículo, era aún temprano y me quedé en una licorera del norte calibrando con cuatro vasos de Club C. Roja esto que al principio fue provechoso y luego, de un momento a otro, se transformó en fracaso. Nada nuevo. La contrariedad me persigue. Siendo las 11:05 p.m. publiqué el siguiente mensaje en el grupo de WhatsApp Pájaros del reencuentro: “Alas Carlos, gracias por tu apoyo, cancelo lo de mañana. Difícilmente podremos retomar el mismo ambiente de hoy. Tu camarógrafo tiene razón en su preocupación profesional por la calidad del producto definitivo, pero nuestras percepciones del video son diferentes, no estamos en sintonía, lo que procuramos es más espontáneo, popular, social, crítico y natural. No vamos a competir con nadie, la esencia de lo que busco es la ciudad oculta, y eso requiere de una sensibilidad especial. Démosle tiempo a la idea, no hay afán”. Todos estuvieron de acuerdo.

Octubre 25 de 2022, martes:

Fernando A. se despachó el fin de semana en sus redes sociales contra el programador de la Feria de la Lectura de Montería, “Un Río de Libros”, solidarizándose con el poeta Jorge M., quien afirmó en las suyas haber sido declarado persona non grata por el programador. Se dirige al alcalde de la ciudad exigiéndole que tome cartas en ese asunto. Otra guerra perdida de antemano. Esos gobiernos que alardean tanto de ser los de la gente, acaban siendo más insensibles con la gente. Me encuentro ayer con Fernando A. en su sitio de trabajo y nos reímos de sus punzadas culturales, dale tú también clavo, me pide, le aclaro que no quiero meterme más en ese embrollo, que es una página de mi vida que dejé atrás, pero bienvenida la crítica, lo animo a continuar, voces como la suya son necesarias en estas sociedades tan descompuestas, en las que la cultura se vale de las mismas artimañas del poder, lo contextualizo en torno al poeta del mar y le cuento dos o tres cosillas que le pueden servir para perfilar mejor sus dardos.

¿Qué busco con el video de Entre la muerte y la vida? Mostrar la ciudad que normalmente no se publicita, la oculta, la marginal, la del rebusque, la periférica, la que sus gobernantes, avergonzados, no quieren ver, la que, después de doscientos años, como en el bolero de Joaquín R., aún no es feliz. No pretendo hacer turismo ni venderla como la más hermosa. La belleza de una ciudad es relativa. Su fealdad también. Es probable que todo resulte ser, paradójicamente, al contrario. No es el río, no son los planchones, no es la ronda, no es la música de banda, no es la feria ganadera, no es su gastronomía, no es lo obviamente bello y elegante lo que me interesa resaltar. Son sus semáforos repletos de limpiavidrios, la exorbitante economía informal, los vendedores ambulantes de dulces, rosquitas, jugos, petos, tintos, aromáticas y butifarras, las calles céntricas y concurridas en las que la nostalgia aún hierve a pleno sol, aquella carrera segunda entre calles 35 y 36 donde las golondrinas ocupaban en el crepúsculo su alambrado, la ciudad en la que la injusticia, la desigualdad, la inseguridad y el desempleo siguen imponiéndose en una supuesta tierra del ensueño que crece o progresa más hacia atrás que hacia adelante, la del inocultable fantasma de “Pueblo Pescao”, la de las esquineras tiendas cerveceras, la de los barrios sin pavimentación y sin alcantarillado, es a esa otra ciudad a la que se parece mi canción. Mi canción es también hija de la noche que vaga en lo profundo de la desesperanza, no habita en ella el orgullo de lo idiosincrásico, sus marcas son la utopía, el ocaso, el silencio, la sombra, la libertad, el asombro, la tranquilidad, la dicha, la resistencia, el fracaso, la soledad, el tiempo, la angustia, la tristeza, la guerra, las calles, la cerveza, la memoria, la vida, la muerte, el observar, el andar, lo espirituoso, lo solidario. ¿Qué video se le puede hacer a una canción así? ¿Cuál es la luz idónea para una canción oscura?

Octubre 27 de 2022, jueves:

Hace dos días debió haberse producido el fallo del concurso de poesía en el que a mi libro Versos lesos e ilesos se le dio ilusamente por inscribirse. A las 6 p.m. —según constaba en su página web— se conocería el veredicto. Nada. En ningún lado. Y desde ayer el acceso a la página web específica del concurso es denegado. En el sitio web de la entidad pública convocante tampoco figura información. Lo mejor es que lo hayan declarado desierto por baja calidad de los participantes o que lo hayan cancelado del todo. Por otra parte, qué majadería la mía concursar a sabiendas de que mis versos no son premiables. En todo caso, que un concurso de prestigio incumpla su calendario pone a pensar en componendas muy a la colombiana. A la larga, son las propias de todo concurso. Un aplazamiento no anunciado sería altamente sospechoso. O qué tal un acta escondida, un jurado top secret… un acabose del carajo. De existir el acta, ya lo hubiera sabido si estuviera por milagro mi poemario en ella. Así que una derrota más. En fin, misión cumplida: la idea era seguir fortaleciendo el victorioso espíritu del descalabro.

14 de junio y 25 de octubre: dos fechas que predominan en la historia familiar. La primera, un nacimiento, una canción que compuse y canto, con acompañamiento de solamente piano y saxofón, en el disco que grabé y publiqué en 2016. La segunda, un deceso, treinta y seis años de ausencia. En ambas, mi padre nos apuntala su presencia eterna. Hablando anoche con José Joaquín G. —cuyo padre murió hace poco— supe del impacto que le causó 14 de junio cuando la escuchó. Es increíble que una canción tan personal logre semejante efecto. No es el único que así la ha sentido, incluso con respecto a su primera y casera versión que hice, solo yo, neceando con guías rítmicas y algunos instrumentos, antes de grabar el compacto. Dos versiones que gustan, que conmueven, coincidiendo quienes las valoran en el sentimiento que les puse yo al cantarlas. No soy tan mal cantante después de todo. La muerte de un padre es un tema universal, supongo, y la música que la contempla adquiere similar alcance. Las particularidades pasan a un segundo plano, o tal vez suceda lo contrario: se vuelvan, por lo mismo, afectuosamente generales. Al menos, una canción mía que quizá consiga salvarse del olvido. Los versos de mi padre están en ella: esa declamación grave, profunda y tronadora que los hacía temblar, siendo festejados una y otra vez por la ebria admiración de sus amigos.

Octubre 28 de 2022, viernes, 4:55 p.m.:

Salgo a trotar con precaución. El miércoles 26 de octubre por poco piso una culebra. Si no es porque lo que creí ver como una rama zigzagueó antes de llegar a ella y pude dar un gran salto salvador que después no me expliqué cómo lo hice, la serpiente se hubiera incrustado en mi tobillo. Una candelilla de medio metro. Fue como si hubiera tenido resortes en las piernas. Con gorra y gafas oscuras es un riesgo enorme trotar luego de que el sol declina en el poniente sobre el río y la noche inicia su pálido cortejo. Voy por la calle 71 faltándome cuatro kilómetros de los diez que hoy me propuse como reto, atardece, la sombra de los árboles hace más peligroso el camino y ni siquiera la luz de la luna consigue despejarlo, me quito las gafas y me subo la visera de la gorra. Siempre me coge la noche todavía trotando, algunos sectores de la 71 y la 72 no tienen luz artificial, la oscuridad me seduce, me da aliento, pero al acordarme de las sierpes opto por terminar el ejercicio donde hay alumbrado público, a salvo de lunáticos colmillos.

Octubre 29 de 2022, sábado:

Bueno, y si lo del concurso de poesía fue cosa de mi imaginación y nunca envié el correo electrónico ni me inscribí en línea, o sí lo hice pero a un concurso que nunca existió... Esto solo me pasa a mí. Pensándolo mejor, ni gané ni perdí, me tocará inventarme otro desafío para perfeccionar la fuerza del fracaso.

Ayer cumplimos treinta y un días sin luz en la oficina. Todo un récord. Un mes sin poder trabajar en forma, únicamente atendiendo consultas laborales. Un mes de libertad. Un mes de pensión anticipada. En pocos días, quedaré a un año de pensionarme, si es que el compromiso sindical me deja. Un año cumplirá también en noviembre el sindicato de empresa que fundamos y del cual soy su presidente. Debo seguir fortaleciéndolo y retirarme solo cuando nuevos cuadros directivos garanticen su permanencia.

Oigo la voz de Josefina regañándome desde España: cómo le vas a poner mi nombre a una rana, peor si es rano, vaya manera la que tienes de recordar a tus amigas. A propósito, tengo un nuevo amigo de andanzas caseras, un sapo que todos los días viene a bañarse en el plato del agua de Marx y a comerse su concentrado. Lo llamaré Heriberto, en homenaje a aquel amigo universitario de tantas correrías alcohólicas, políticas y poéticas. Qué problema hay en que uno manifieste el amor a sus amigos a través de algunos animales con los que convive. Me parece, por el contrario, un gesto bastante cariñoso. Algo me inquieta: qué tal que sea sapa y no sapo. Se llamaría entonces Heriberta. Tengo todo un zoológico de amigos en casa.

A cinco meses de concluir este diario, le vislumbro un final parecido al de los tres libros de Prosas para romper la felicidad: una gran fiesta en la que todos sus personajes estarán presentes. Debo despedirlos como se lo merecen. Será amenizada obviamente por los pájaros del reencuentro, que, para esa fecha, espero se hayan, de verdad, reencontrado. Hoy me entregan las gorras con el logo de EN DESCONCIERTO. Las desluciremos en el tercer programa.

Mi viaje a Lima. Se acorta el tiempo. A partir del 10 de enero de 2023 tendré treinta días hábiles de vacaciones (dos períodos causados y con disfrute pendiente), y a mediados de marzo —mes en el que finalizará este sueño o pesadilla— estaré negociando pliego sindical en Bogotá. Así que no nos iremos de este libro sin viajar. Me lo prometo.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará)

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