DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (décima cuarta entrega)

9 p.m.:

Alas Carlos informa su ubicación en un bar de la ciudad. Lo hace en décima y acompaña el dato con la foto de una Costeñita sobre la mesa. Me provoca responderle valiéndome de la misma combinación métrica. He aquí el resultado:


¿Dónde queda La Barrica?

por favor, informa Marcos

a ver si me subo al barco

pa’ viajar con Costeñita,

y con tiernas muchachitas

revivir la juventud

o con versos del Sinú

desflorar a tantas diosas

orgullosas mariposas

de la viciosa virtud.


¿Marcos?, se preguntará un advertido lector. Sí, Marcos y alas Carlos son la misma persona (al menos, es lo que él cree), y siempre será recomendable entremeter en la estrofa una que otra rima consonante en lugar de una asonante. Alas Carlos, en versión pájaro.

10:03 p.m.:

Cinco Club Colombia Dorada me impulsan a twittear: Gestores culturales que solo piensan en sus amigos. Eventos que se repiten. Loas mutuas. Tú me invitas, yo te invito. Nada de arriesgar. Nada de mirar en los suburbios. Cultura oficial y anaranjada. Pose y mezquindad. Ánimo de lucro. Cultura empresarial. ¿Dónde estás, Maiakovski? Huelgan los comentarios.

10:44 p.m.:

EJ en “La Troja” y su madre y yo en “Prisma”, a trescientos cincuenta y pico kilómetros de distancia. Ganas de estar allá, con él, escuchando ese retumbe incomparable. Ganas de gritar estamos vivos y a tiempo de hacer constar los sentimientos. Ganas de abrazar a mi hijo mayor y en ese abrazo robármele sus males. Ganas de seleccionar a diez amigos y parrandear con ellos cuatro días. Ganas de dejar de escribir. Ganas de retomar la guitarra y en adelante solo cantar y componer. Ganas de amar a la ausente treinta años más. Ganas de vivir en vez de soñar. Ganas de soñar en vez de vivir. Ganas de no ganar nunca nada, pero tampoco perder. Ganas de seguir teniendo fuerzas para salir de la hamaca e irme a trotar aunque el vértigo impere. Ganas de volar entre pájaros sin que importe el fracaso. Ganas de vivir y vivir, solo vivir.

Julio 17 de 2022, domingo, 10:52 a.m.:

Aprendiendo a montar de nuevo en bicicleta. Talla L; altura del sillín, 72 centímetros. Práctica en el patio, sensación de estar demasiado lejos del piso y de que, en caso de incertidumbre, el tortazo sería inevitable. Pero bueno, toca irse acostumbrando otra vez a los viejos equilibrios.

Julio 18 de 2022, lunes:

Un sueño recurrente. Separación de la ausente, le pregunto a mi madre por ella, no sabe nada, sensación de que han pasado muchos días, no tengo su número de celular, lo había eliminado de la lista de contactos, mi madre la llama del suyo, no contesta, ni timbra siquiera, le marco desde el mío, timbra, me asusto, me acuerdo de una de sus frases, “a problemas radicales soluciones radicales”, probabilidad de que me mande al carajo, no sé qué decirle, contesta, reconozco su voz, de todos modos le pregunto quién habla, me dice su único nombre y su primer apellido, me saluda y me habla como si nada hubiera pasado, me cuenta lo que ha estado haciendo todo este tiempo, quedamos en vemos, la espero, como antes, cerca de su casa materna, llega toda  pintarrajeada, prima en su atuendo el color negro, en los dientes hay pizcas de pintura negras y rojas, hermosa y esbelta como en sus mejores días, con ese largo pelo negro que alborota su espalda, me explica que se había arreglado para ir a buscarme en casa de mi madre, qué coincidencia, no le creo, quién sabe adónde iría o a encontrarse con quién, es lo que pienso, pero ni modo de insistirle, puesto que sé bien, con conocimiento de causa, que es capaz de sostenerse en su mentira sin importar las consecuencias, mejor la invito a comer, vamos a un restaurante del centro, por la 33, y nos ofrecen alas de Alcalá, no tenemos la menor idea de qué se trata pero decidimos probarlas, las asocio más con la ciudad española que con el municipio vallecaucano, en esas despierto para comprobar si ciertamente hubo separación y posterior reencuentro, la ausente en su cama, todo sigue por buen camino al parecer. ¿Por qué será tan recurrente este sueño que no alcanza nunca a convertirse en pesadilla? Me percibo siempre en él algo tranquilo, como abierto a otra relación, jamás será tarde para el amor comentan los entendidos, me inquieta sí pensar que la ausente pueda haberse conseguido mi reemplazo, sensación enorme de vacío, similar al de la anestesia general para la vitrectomía practicada en mi ojo derecho dos años atrás, pérdida del conocimiento, mente en blanco, despertar de improviso gritando y sin recordar nada de nada, no tener claro en qué momento me dormí, qué tiempo transcurrió ni nada de lo ocurrido durante ese trance, angustia ante el hecho de no saber tampoco nada de la ausente durante nuestra separación, remordimiento, la ausente se despierta, la veo ir al baño, respiro con serenidad, caigo en la cuenta de que mi madre  no debió haber estado viva en ese sueño, los tiempos no coinciden, me quedo otra vez dormido, tres tipos me atracan blandiendo en sus manos jeringas infectadas con VIH, me exigen cincuenta mil pesos para cada uno, les doy veinte mil para los tres, se despiden satisfechos y de manera amable, cambio de lugar y estoy siendo extorsionado o secuestrado por alguien que me pregunta por una memoria USB, no puedo salir hasta que ellos lleguen, ¿ellos quiénes?, no sé, llamo a la administradora del conjunto residencial donde resido, nadie me escucha, increíble que ese tipo que me increpa vaya a ser mi vecino, y como si fuera poco otro tipo se lleva por delante con su carro unos repuestos que yo había comprado para el mío, salación total, quedan inservibles y observo que se aleja tan campante, ya me había pasado un percance con ese mismo sujeto en una oficina ubicada en Cartagena en la que trabajaba Diana R. sin trabajar realmente ahí sino a doscientos cincuenta y dos kilómetros de distancia, veo entonces a la ausente con la ex de un tío suyo andando de compras por La Heroica, las sigo, ¡Althalán!, cada vez escucho más cerca ese sonido, ¡Althalán!, hasta que alguien me alcanza y tocándome el hombro derecho me informa que Althalán soy yo y hasta puedo ver en el sueño cómo se escribe de un modo correcto mi nuevo nombre.

Julio 21 de 2022, jueves, 7:15 p.m.:

La idea de que el trabajo del escritor es escribir, no divulgar lo escrito.

Julio 22 de 2022, viernes, 10:38 a.m.:

Cafetería de un supermercado que frecuento. Me siento a leer El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero. Creación y locura, depresión, demencia, infancias destrozadas, explicación fisiológica de los problemas psíquicos, delirios, alucinaciones, fantasmagorías, cableado que no funciona, más susceptibles los artistas de ser tocados por semejantes buitres, para emplear un término de esta escritora y periodista madrileña, ubicada ya, por obvias “razones”, entre mis autores favoritos. Un libro recomendable para quienes nos movemos en esos difíciles territorios de la irracionalidad y la cordura. Escribir ayuda al desahogo (esto lo conozco bien), y un buen libro igualmente contribuye en tal sentido, entendiendo que un buen libro es, casi seguro, un mal libro para muchos. Bueno y malo, dos categorías siempre en constante y abierta interacción, Por último, necesidad de ese entomólogo que no llora (al que se refiere Montero), con el fin de mantener cierto control y algún tipo de armonía en nuestra vida. En suma: escribir para conjurar la enfermedad, aunque cuando se esté bajo su yugo, tamaña salvación se haga imposible. Y una frase de esta escritora predilecta mientras sigo leyendo su libro: “… si consigues convertir el dolor en algo creativo, entonces acaricias la sensación de ser invulnerable”.

Julio 23 de 2022, sábado, 10:19 a.m.:

A propósito de lecturas, necesidad de superar un bache: muchos libros comprados y todavía sin leer, en lista de espera, varios empezados al tiempo, poco progreso, disciplina relajada, medicación soporífera. Así que vuelvo a lo de uno en uno, no abordar otro hasta terminar el anterior, excepto a modo de consulta para algún texto que esté escribiendo. Vamos a ver cuánto me dura esta vez el orden. En desorden también me rinde, incluso mucho más, solo que hay tiempos en los que la desmotivación toma ventaja y hay que combatirla con rigor metodológico.

12:01 p.m.:

Todo tiene “su momento”. Varios años de tener en custodia la obra inédita (total o parcial, no lo sabemos) del poeta H. Galo Vurgos P., que me fuera entregada por los primos Burgos Burgos (ante mi insistencia, cumpliendo un encargo de mi hermano Ceba) meses después de su muerte, y al fin me animo a revisarla en serio. La primera revisión me había dejado sin ganas de meterme en un proyecto que concluí me llevaría mucho tiempo, en especial porque el desorden era ostensible, papeles sueltos por todos lados, entre mecanografiados y manuscritos, quizá el poeta los tenía en orden, pero sus deudos más cercanos, con los que convivía, no fueron cuidadosos a la hora de meterlos todos en una bolsa para enviármelos. Una misión titánica, sin duda, de sumo respeto y gran delicadeza, tanto por su conservación física como por develar su intencionalidad artística. H. Galo vivía en casa de mi tía Femina Burgos Perdomo, recluido en un cuarto, olvidado y casi ciego. Después de sus únicos dos poemarios publicados físicamente en vida, Nectario y Miel de abeja, sabíamos que el poeta tenía una extensa obra inédita de quince o más libros, más de mil quinientos poemas sin publicar. Aspiraba a ver reunida e impresa su poesía en lo que él denominaba sus Obras Completas, al igual que a publicar un último libro con el título de Mis mil mejores poesías. Varios amigos suyos se pusieron en esa tarea, mas ninguna prosperó. Uno de ellos vinculado a la fundación de la Universidad de Córdoba, cuyos herederos deben tener material inédito de nuestro poeta si fue que no lo destruyeron una vez muerto el patriarca. Su musa platónica, la declamadora Rosita Santos, le inspiró uno de sus más espléndidos sonetos, al que tituló “Un cuento”. Su inicio se conserva imborrable en mi memoria: Quiere Rosita Santos que yo, como poeta, / le dedique unos versos lindos. Así dice ella…”. Sus Poemas Monosilábicos datan de 1979 y fueron publicados digitalmente por mi hermano Ceba en 2010 con ocasión de los noventa años de vida del poeta. Tener hoy entre mis manos la responsabilidad de preservar y, en lo posible, divulgar este legado poético de mi tío Hernando Galo, me produce una emoción indescriptible. No sé si a H. Galo le hubiera gustado saber que sería yo el póstumo receptor de sus papeles. En todo caso, me tranquiliza pensar que es mi hermano Ceba el verdadero destinatario de su obra inédita, y esto sí que le hubiera agradado. Se profesaban un amor y una admiración incomparables. Tal como lo señaló Hernando Santos Rodríguez en la presentación conjunta de Nectario y Miel de Abeja en 1968, en la “V” de su Burgos estaba “el comienzo de una permanente búsqueda de las formas más excelsas de la belleza (…), explota el poeta, despierta la emoción artística”. A esa “V” pertenecemos los Burgos que optamos por la cultura y no por la política. H. Galo dejó escrita, además, una historia radial importante con su programa “Noches líricas”, que se transmitía los viernes en directo, de 9 a 9:30 p.m., por la emisora Ondas de Urrá desde la ciudad de Montería. Tarea, pues, larga y dispendiosa esta de tratar de elucidar y organizar los libros inéditos del poeta H. Galo Vurgos P. Por lo pronto, de uno de estos libros (Canto del cisne), extraigo para este dietario un poema brutal y premonitorio titulado “Modestia”:


“Por ser humildoso y sencillo,

hasta mi postrimer sarrillo,

morir quiero sin ningún brillo;

para ya muerto, mi memoria,

sea, careciendo de historia.


Mas, me temo, por mi poesía,

cuyo fuego arde todavía,

no se cumpla… ¡esta gana mía!

Gana de morir olvidado,

sin ostentación, sin pasado”.


Valga anotar que H. Galo nació en Ciénaga de Oro-Córdoba (Colombia) el 14 de febrero de 1920 y murió el 31 de marzo de 2011 en su tierra natal. Fui el único asistente que tomó fotos de su entierro.

En fin, no sé si mi obra poética, literaria y musical cuente con la suerte de tener un sobrino como yo que cuide de ella con tanto esmero. No creo que exista alguien del más acá interesado en hurgar en mis archivos. De ahí que el tiempo de que aún dispongo tenga que dedicarlo más a organizar lo mío. Sin embargo, el reto y el compromiso con respecto a la obra póstuma de H. Galo por fin arrancó, y espero estar a la altura de lograrlo.

4:30 p.m.:

Como si lo anterior fuera poco, hace unos meses recibí otro legado cultural detrás del cual andaba hacía rato. De parte de Silvia J., enorme amiga del poeta Raúl Gómez Jattin. Gracias a su hermana Claudia, terminó finalmente en mi poder. Ellas saben que se encuentra a buen recaudo. Más papeles en desorden, mecanografiados y manuscritos, tachaduras, enmendaduras, una carta dirigida a Silvia, un cuaderno trunco, una puntiaguda crítica literaria, un poemario de solo ocho páginas escrito a mano en hojas de cuaderno y dedicado a mi hermana Meba, poemas, canciones, fotos, recortes de prensa… Les estoy dando tiempo para que se aclimaten en mi taller de escritor. Les llegará también “su momento”. O el día menos pensado me exigirán su turno.

4:50 p.m.:

Leyendo ahora el Autorretrato (libro de Memorias) de mi hermano Ceba. Como él bien lo precisa: esbozos del ayer con emoticones del hoy. PDF de 340 páginas con el compromiso fraterno y literario de hacerle una revisión gramatical. Voy despacio. En libros como este no se puede correr.

6:04 p.m.:

Despiertan los pájaros del desencuentro. Se proponen institucionar una fecha para hacer cada año una presentación poético-musical. Mis alas Paco baten un millón de veces de acuerdo. Parece que habrá un primer ensayo. Se avecina reunión para coordinar. Que sea pronto, chiflo pasito en el grupo de WhatsApp para que no pierdan el impulso.

Hora de publicar la décima cuarta entrega de este dietario. Me voy un rato de licorera. Con la ausente, para variar.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará) 

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