DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (octava entrega)

Mayo 15 de 2022, domingo, 11:35 a.m.:

Buenos días, querido diario. Me levanto tarde debido a un encuentro anoche con alas Carlos en un bar de la ciudad. Noche grata, de pocas cervezas y muchas historias. Me sorprende descubrir en Alas Carlos a un gestor cultural que busca más allá de lo evidente y se preocupa por ahondar en lo ignoto, lo oculto, lo periférico y lo lejano. Luego de despedirnos, a eso de las 2 a.m., me fui a casa y me pasé el resto de la noche ensayando para acompañar con mi guitarra la canción Pueblito viejo de José Alejandro Morales en un evento, y al despertar no había evento, no había público, solo una guitarra sola encima de la cama. Se la cantaba a capela a mi hijo mayor en el andén de su casa cuando estaba chico, él en mis brazos y la luna arriba, los dos mirándola con absoluto asombro, y la luna a su vez mucho más asombrada que nosotros de que existieran todavía seres humanos que le pusieran atención. Al notar que no hay concierto, no puedo evitar cuestionarme si habrá sido cierto lo del encuentro con alas Carlos. Tengo la sensación de que sí, pero no estoy seguro, aunque hay algo de resaca en la cabeza, en los ojos más que todo.

Hoy es día del maestro. Nunca he impartido una clase en mi vida, pero llevo más de treinta años siendo un maestro con varios títulos, sin sueldo, sin prestaciones y sin alumnos. ¿Qué escritor no lo es? Incluso aquellos que aseguran no ser buen ejemplo de nada para nadie, lo son aún más, ¡y los mejores!

8 p.m.:

Eclipse lunar. Un excombatiente de andanzas en tiendas, RF, le reclama a la Alcaldía de su ciudad que en una noche de luna llena tan espectacular como esta (son sus palabras) debió haber instalado varios telescopios para contemplar gratis el fenómeno. Lunáticos hay a montones por la ciudad. Joaquín R. —de los más confiables y persistentes— aprovecha para escribirle uno de sus clásicos poemas rimados a la diosa-titán Selene, atestigua en él el llanto del río al no sentir el reflejo de la blanca luz destiñendo sus aguas, ingeniosa combinación de endecasílabos y heptasílabos con “desa” incluido para que no quepa duda de dónde proviene el oleaje de su poética, lo publica en su libro de caras como es su costumbre: de inmediato. Mar y lira lloran asimismo en esa silva eclipsada. Lluvia de like para Joaquín R.; afirma no ser poeta, pero no hay día que no se esmere por demostrar que lo es. ¡Y lo es! El día que se concientice de ello dejará de divulgar con tanto desprendimiento sus creaciones, pues habrá entrado verdaderamente en lo que él llama, con meritoria altivez, estar herido ya de eternidad. Erato, su amante, le exigirá entonces que el sol de su extraordinario talento la quiera más y la publicite menos, que la luna interponga sus aullidos entre él y la tierra. Silencio y soledad: dos antiguos esplendores de la umbrosa poesía.

Mayo 16 de 2022, lunes, 7 a.m.:

Toda la noche soñando con la ausente. Un asunto sindical, hotel de cinco o siete estrellas, en Medellín o Bogotá, concluyo la gestión y regreso, ella se queda y no tengo noticias suyas durante días, me inquieta que no tenga dinero para pagar el hotel, tampoco para alimentarse, no recuerdo que hayamos tenido una pelea, dónde estará, qué estará haciendo, no contesta el celular, le habrá ocurrido algo, toda la noche llamándola, es raro que no haya devuelto las llamadas, empiezo a preocuparme, amanece, nada que llama, voy a casa de su madre, no la encuentro, me equivoco de despertador, uso el espantapájaros, no sale ningún ruido, es pesadilla de amor, su terror es silencioso, coincide el amanecer del sueño con el que me despierta también para buscarla, en esas estoy cuando la presencia de la ausente me tranquiliza, veo su largo pelo negro cayendo como cascada por el piesero del catre, decido escribir esto de una vez como si el otro despertador, el hojalata, hubiera funcionado. Vuelvo al sueño, la ausente consiguió trabajo, pésimas condiciones, le toca hasta tirar pala, hay mucho lodo y el peligro acecha, grave accidente, mueren dos mujeres uniformadas con delantales, propongo denunciar esos abusos ante el Ministerio del Trabajo, alguien aclara que eso ya no existe, que hace rato no hay trabajo formal ni hay entidad que lo proteja, nunca en realidad la hubo, primaba en ella lo patronal, la ausente es muy buena trabajadora, se le mide a todo y su jefe empieza a verla con ojos admirados, ahora es oficinista, vivo con ella en un condominio que se encuentra en estado lamentable y que es territorio de pandillas, Luis Díaz no es todavía famoso haciendo goles y forma parte de uno de esos clanes, visita inesperada de Poncho Zuleta, joven, delgado, viste a lo cachaco, nadie lo aplaude, va para una fiesta privada con su aguaje vallenato, es silbado por una de las bandas de poetas, mientras tanto asistimos la ausente y yo al parto de una jovencita paisa muy bella, desnuda por entero, pubis de pocos vellos y vulva perfumada, puja y puja sin poder expulsar el feto, se cae hacia atrás y el bebé se abre vagina por sí solo, es un varoncito, nació con alas y huevos adheridos a ambos lados del cuerpo, alguien los desprende y hace un revuelto, los sirve en panes como si fueran perros calientes, coman, nos dice, gracias, comemos, un tipo de apellido Pinzón es dueño de una tienda en el conjunto residencial y se acerca a saludarme, me dice que está tratando de levantarse a una buenona que vive en un tercer piso y me pide que le haga el dos para ir a un bar con ella y una amiga por la noche, le pregunto si es la bonita de la otra tienda, me dice que no, en un tercer piso vivimos la ausente y yo, horas después sorprendo al Pinzón subiendo por una escalera de mano hacia la ventana sin vidrio y sin cortinas del cuarto sin techo donde está la ausente tendida en una cama doble sin colchón, será la ausente la hembra a la que le está echando Pinzón el anzuelo, es lo que me pregunto cuando veo que este asoma la cabeza por el boquete de la ventana y se asusta al ver que la ausente o su buenona soy yo, total que terminamos yéndonos todos los del bloque de apartamentos en gallada, de parranda, en un camión que Pinzón sacó de quién sabrá dónde, se la voy montando a la ausente que volvió a ser ella cuando yo volví a ser yo, cómo así que coqueteándole al Pinzón, jura y perjura que no tiene nada que ver con eso, yo qué sé, pregúntale a él, ahórrate tus lógicas. Los sueños tienen indudablemente sus dudas, sus enredos.

Mayo 17 de 2022, martes, 11 a.m.:

Hoy cumpliría mi madre noventa y dos años. Portentosa e imborrable mujer, única culpable de que a veces unas lágrimas descarriadas desinfecten mis ojos.

Mayo 18 de 2022, miércoles, 8:00 a.m., cita con la neuróloga:

Es a las nueve. Llego una hora antes, no hay casi nadie, la secretaria me informa que espere, la doctora ya llegó y me hará pasar de primero. Muy amable la especialista, lee el informe de imagenología y va mirando el contenido del DVD, se toma su tiempo, no corre en la consulta, me pregunta si tuve alguna vez un accidente, un golpe en la cabeza, le meto cabeza al asunto, todavía me sirve al menos para eso, sí, rápidamente me acuerdo, el incidente con el comandante D, accidente en moto, él borracho, de parrillero, descargando su pistola al aire, yo manejando, no vi el hueco tratando de vigilarlo y tras, al suelo, quedé inconsciente, desperté estando en la Clínica donde trabajaba mi hermano, muchos puntos en la cara, varios golpes en el cuerpo, ninguna fractura. Bueno, me dice, tienes una cicatriz en el lado izquierdo del cerebro, no sé por qué me tutea pero me tutea, debe ser para darme confianza y tranquilidad, ¡mierda!, no sabía, ¿será grave?, mutis, no digo ni pío, sin yo preguntarle me explica que no o sí, que sí o no, dependiendo, la cosa queda como en ese aire adonde fueron a parar los tiros del comandante D, prefiero dejarla ahí, no insisto mucho, una imagen de aspecto quístico se reduce a un defecto de nacimiento, otra cosa que no sabía pero que sí me la sospechaba, que había salido al mundo con defecto de fábrica, pequeños pólipos de retención en los senos maxilares es lo que coloquialmente se conoce como mocos, ah, ok, nada de qué preocuparse, rebusques idiomáticos propios de la ciencia para no decir las cosas tan claras y crudas, y para estas hiperintensidades no confluentes e inespecíficas te voy a mandar un vasodilatador-profiláctico y un analgésico-antipirético, y sigue tomando el antivertiginoso, o sea, dos pastillas que se suman a mi diaria faena farmacológica, lo demás está bien, agrega, no sé si alegrarme o no, control en tres meses, gracias doctora, antes de salir me atrevo a preguntarle qué pasa con el consumo de alcohol, regaño merecido, un no enérgico y extendido, la tranquilizo, son solo unas cuantas cervezas reglamentarias y muy ocasionales que tengo formuladas desde hace siglos y las uso básicamente para escribir, se ríe, me despido, me recuerda que la ansiedad y el licor son incompatibles, lo sé, pero receta es receta, y la de mi primer psiquiatra, bebedor y lector de Joyce, es más antigua y las permite. Salgo pensando en mis jornadas de jogging de entre diez y doce kilómetros día de por medio, de qué me sirven, aunque qué se deja para los que hacen vida sedentaria, ya estarán muertos y no lo saben. Empiezo a dudar de que la vejez sea un estado más mental que físico. Pero bueno, a seguir corriendo, que vida y muerte se las arreglen como puedan, y a mí que me dejen en paz y saludable, sumándole kilómetros a mi disparatada cordura.

9:45 a.m.:

Después del susto, tinto y buñuelo en un restaurante de productos típicos de la región. El buñuelo no lo es, pero lo llevo en la sangre por vía materna. Siguiente cita médica: 3 de junio, control de psiquiatría, con mi actual psiquiatra, una mujer que me aconseja encomendarme a Dios y ve en los libros y en mis lecturas la causa de mis males mientras me prorroga los medicamentos. No hay escapatoria.

10 p.m.:

Discusión de pájaros nocturnos sobre la respuesta dada por el candidato presidencial de su predilección a una venenosa periodista que le preguntó si, siendo presidente, extraditaría o entregaría a la Corte Penal Internacional a su eterno e innombrable rival. Respondió que no, no por la persona sino por un tema de dignidad nacional, se trata de un expresidente y un presidente no entrega a otro presidente. Alas Paco (o sea, yo), se encuentra estupefacto y debate con alas Armando al respecto. A este le parece la respuesta del presidenciable todo un derroche de calidad humana, preparación intelectual, visión de país, patriotismo, respeto por la democracia y defensa de la Constitución Política, demostrando, según él, que está muy por encima de todos los líderes políticos de la nación. Alas Paco argumenta que la respuesta es pésima y decepcionante, que era una pregunta previsible y se hubiera podido adecuar otra salida, con los semestres que cursó de Ciencia Política en una universidad pública y su praxis militante y existencial lo asesoraría mejor, da un ejemplo, se podría haber movido, según las circunstancias, entre varias alternativas de respuesta, todas muy válidas y creíbles, pero optaron fue por el cálculo político, por una estrategia blanda y bonachona que no le luce para nada al candidato, populismo de pacotilla, se contradice además, puesto que el derecho internacional no se puede invocar en función de conveniencias, en unos aspectos sí y en otros no, se lastimó lo que alas Paco estima especialmente sagrado en política: la coherencia. Alas Armando contraataca batiendo sus obnubiladas alas, pero las alas que se le oponen, las de Paco (o sea, las mías) se agitan con más ímpetu, ningún presidente es intocable, mucho menos el de abundantes cruces, a ese paso va a terminar proponiendo que le construyan un altar frente al cual adorarlo, con razón está diciendo que se tomaría un aguardientico con él, eso no se llama reconciliación nacional ni perdón social, se llama impunidad y majadería, qué torpeza en esa forma de contestar, se le cayó al piso la sagacidad política que lo ha caracterizado, había otras respuestas posibles, más hábiles, más inteligentes, ahí no fue nada político, solo un gilipollas, se le sale a alas Paco este calificativo de tanto leer traducciones españolas, la política del amor lo está cacorreando, recupera alas Paco su vocabulario callejero, le he ido disminuyendo el porcentaje, lo tenía en cien, después en setenta, luego de cuestionables alianzas descendió a cincuenta y con esta última cagada lo bajé a treinta, se salva todavía mi voto gracias a su fórmula vicepresidencial, votaré más bien por ella, pondré la equis solamente sobre su rostro,  quiso pescar en río revuelto y se tiró la credibilidad en quienes lo hemos venido siguiendo desde sus inicios, a sabiendas de que los fanáticos de su oponente jamás votarán por él, por cualquiera, menos por él, carajo, cómo cambia la gente dependiendo de la coyuntura, hoy, con más opción de poder, hay que mostrarse benevolente, inocuo y tontorrón, bondad en estado de angelical pureza, toca irse desfigurando para gobernar. Silencio absoluto en el grupo de WhatsApp “Pájaros del reencuentro”. Cambio de tema, se habla ahora de un ciclista famoso que está pedaleando en Twitter a favor del contrincante, el golpetazo lo dejó loco, trina alguien que no está en el grupo, me voy, dejo un rato más a alas Paco chiflando sus radicalismos, que se defienda solo, pero apenas me ve tomar el portante aletea y alza el vuelo en pos de la sabia indiferencia. De manera bastante extraña, alas Fermín, que es un polvorín en estos temas, mantuvo su pico cerrado.

Mayo 19 de 2022, jueves, 6 p.m.:

Andrés sigue de mototaxista, me lo encuentro en la calle, me pide que lo acompañe a ver un partido de fútbol femenino, así que me subo a la moto y aquí voy yo de parrillero en dirección al barrio La Pradera. Trinidad Beltrán está en la alineación, ojalá podamos ver un gol de ella como el que metió el otro día en este libro. Llegamos, Andrés se saluda de lejos con varias personas, me presenta a una que se acerca a conversar con él sobre un trabajo, mucho gusto, qué tal, Martín del Castillo, qué bien compañero, me llamo FBA, me pongo a admirar la belleza de Trinidad embutida es un uniforme masculino, sus ojos calientan más que el sol que tenemos arriba, sol de noche, luna de día o algo así, he ahí el enigma de lo auténticamente bello, Andrés no me pide plata esta vez, le está yendo mejor según parece, compra tres cervezas y me brinda una, la otra es para Martín, la vida es preciosa cuando sueño y realidad consiguen unir sus mundos en otro menos real, menos soñado.

Mayo 20 de 2022, viernes, 8 a.m.:

Otro sueño bien loco. Con un par de guajiros con los que terminé el bachillerato. Eran hermanos. Se pasaron toda la noche enamorando a las chicas del colegio. No tuve que encender ninguno de los dos despertadores para escribir estas líneas en las que es mejor no decir nada o no dar detalles, pues las dos implicadas en el final del sueño, ambas veteranas, pertenecen a este lado de acá de la vida que aún fluye cercana e ignoro qué habrá hecho uno de los guajiros, el mayor, para venir desde tan lejos a protagonizar un suceso de alto contenido erótico con personas que no conoce. Cuando sin querer los descubrí en esas, la veterana que me incumbe se defendió aclarándome que solo se encueró de la cintura para arriba y lo único que hizo fue prestar los dedos de sus manos para que se los chuparan. Lo demás no lo cuento, pues no quiero convertir este libro en un magacín de violencias absurdas ni en arte pornográfico. A la postre, cuando el escritor (hombre, mujer o intermedio) aborda temas sexuales en sus escritos es para hacerse una paja literaria. Y ya sabemos que esas pajas no tienen por qué promocionarse. En todo caso, hay abundancia de sujetos peligrosos en el lodazal del ensueño. Debo tirar las riendas para evitar que ese potro atrevido se desboque.

Mayo 21 de 2022, sábado, 10:32 a.m.:

Otra vez Niquía, el barrio de Bello donde viví los siete primeros años del actual milenio, el de “cacique en detrimento suda laguna de segundo piso”, verso de mi poemario Un imposible viaje que divertía mucho al amigo Mario M., quien me preguntó una vez qué quise decir y al explicarle se desternilló de risa, creo que aún se ríe. No esperes lector que te lo aclare, mejor compra el libro, está publicado en Amazon, léelo y después hablamos. Pues bien, anoche volví a vivir en Niquía, viajaba mucho y tenía nuevos amigos, uno de estos era inexplicablemente un excompañero sindical, debe ser que deseo recuperar su amistad o él me envió una señal en similar sentido, de repente un flashback, prolepsis en forma de analepsis, estoy debajo del Land Rover de mi padre, bocarriba, piernas asomándose por la parte delantera del vehículo, placa número 0611 por si quieren jugarlo, sin camisa y engrasado, como lo hacía Rodolfo F. en el Land Rover de su viejo reparando una avería, otra señal, proveniente esta del más allá de la pandemia, el tiempo no existe, a lo sumo un tiempo muerto, y es así como aparezco después en un jeep, yo lo conduzco, nos varamos entre Ciénaga de Oro y Berástegui, viajan conmigo mi madre y mi abuela materna, mamá María, la que me decía “El buenmozo” por el lunar que tengo encima de la ceja derecha, Amílcar, otro compañero del colegio, se había subido en La Ye y se bajó en El Loro para irse con mi cuñado Geño a conocer su nueva hacienda, no veo a mi padre en ningún lado, le digo a mi madre que una vez me pensione me iré para Medellín o Bogotá a dictar clases de literatura, ya las clases no se dictan, me corrige ella, tiene razón, el estudiante es quien comanda ahora su proceso educativo, sí, recuerdo que batallé bastante contra eso, la extinción del maestro, más lúdica que conocimiento, en fin, como sea, mucho mejor que le paguen a uno solo por medio orientar, claro que mi labor docente consistiría más en desorientar, a estas alturas se me ocurre que debo adquirir una herramienta que me ayude a descifrar tantas relaciones inconexas, un clarificador de sueños que llamaré Sigmund Javier, cierro entonces el capó, hago girar la llave y el ruido del motor me devuelve el extravío perdido, de nuevo en ruta escucho a alas el Sebas, hijo de alas Fermín, que empieza a cantar en la radio su canción del gato.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará) 

Comentarios