DIETARIO DEL RESTO DE UNA VIDA (novena entrega)

Mayo 21 de 2022, sábado, 5:55 p.m.:

El poder de los sueños: grabación de la voz de alas Leonardo en su versión bohemia, blues y ranchera, de mi canción Borracho. Casa de alas Fermín, en su estudio, captura a cargo de su hijo, alas el Sebas. Voy caminando desde los lados de la Universidad de Córdoba hacia el barrio Mora, en media hora más o menos calculo estar allá, hoy no es día de volar, pues migraña y vértigo se han confabulado para impedirlo y si se me da por hacerlo podría caer en picado y el tortazo me dejaría peor que al ciclista que se le dio por volverse opinante político. En el transcurso, alas Fermín me llama para ofrecerse a pasar por mí, que hay cupo en su vuelo, le digo que no, que tranquilo, me sirve de ejercicio, voy reportándome en el grupo “Pájaros del reencuentro”, ronda, asilo, centro comercial, semáforo de la 41 con Circunvalar, parque, “Fuego en el 23”, casa-mora. Alas Fermín me recibe con un afectuoso alazo. Alas Leonardo se encuentra ya calentando la voz y una hora después aterrizan alas Armando y alas Carlos. La ocasión amerita unas cervezas, cerveza de yuca es lo único que hay en la tienda de la esquina, salud, primer brindis, hagan silencio, a grabar se dijo. Alas Leonardo se sabe la letra de la canción, se nota que la domina, luce inspirado, quince minutos, pausa, otro brindis, en media hora la voz queda grabada, hubo que repetir algunas frases que saturaron al estar muy cerca del micrófono, la escuchamos completa, nos gusta, visto bueno tanto de presentes como de ausentes (en estas reuniones bohemias no pueden faltar los enfermos ni los extintos), alas Leonardo se saca de la manga una sorpresa: Borracho en versión de paseo vallenato. Aprobada también por todos, será cuestión de gustos, ambas versiones son prometedoras. Comprobado: es verdad lo que cuenta alas Fermín que le dijo alas Armando el otro día, aquello de que a alas Leonardo lo puyan, pues terminó de grabar y se esfumó de una, sin despedirse de alas Fermín que había ido por otra tanda de cervezas. Al enterarse de lo ocurrido, alas Fermín, en tono serio, dictaminó: ¡lo puyaron! Me pregunta si se enderezó de repente y salió disparado, le confirmo en tono risueño que sí. Risas y preocupación por el pájaro recluido. Dos años y medio sin trinar entre pájaros, de nuevo las guitarras, los cantos y los versos del destiempo, letras casi olvidadas, la jaqueca no me deja subir la voz, las susurro en algunas partes, ritmo lento, canto Una estrella, una guitarra, El alma de un poeta, Estos años, fragmentos de Amor sin fronteras y Sigue cantando, sigue en tu jaula. De Hijo, por Dios recito su letra y luego tarareo su melodía. Se me olvidó Utopía. Poco antes de medianoche nos despedimos, en siete días reunión para empezar los ensayos de la puesta en escena de lo que será el primer desconcierto de pájaros ya maduros o en vías de extinción.

Mayo 22 de 2022, domingo, 4 p.m.:

Pensando en abortar este dietario me tropiezo con una respuesta de Julio Ramón Ribeyro en Las respuestas del mudo, libro que adquirí recientemente y en el que Jorge Coaguila hace una selección de sus entrevistas y respuestas apátridas. Ribeyro surgiendo de nuevo —luego de mi trabajo académico y literario acerca del aspecto autobiográfico de su obra— como tabla de salvación en medio del océano. En la página 28 de la primera edición de Lolita Editores en junio de 2012 encuentro la salida que necesitaba: “A veces se escribe un diario por arreglar cuentas consigo mismo o con los demás. O para preservar una identidad amenazada por el trajín y el caos de la vida cotidiana. O para luchar contra la depresión. O para dejar una buena imagen de sí a la posteridad. O para fijar ciertos recuerdos que nos pueden ser útiles más tarde. Y por tantas otras razones. No sé si sería aconsejable llevarlo. Un diario puede matar a un escritor, me refiero a su poder de invención, de creación, pero también puede salvarlo. Del suicidio, por ejemplo. O del olvido”. Pues sí. Con que logre alguito de eso me conformo. Así que, adelante compañero, sigue escribiendo tus soplos nauseabundos.

Mayo 23 de 2022, lunes, 9 p.m.:

A veces tengo la impresión de estar escribiendo como si se tratara de una carrera contra el reloj. El tiempo se agota. Es innegable. No me atrevo a escribir “mi” tiempo. Para que no se agote todavía. Falta aún mucho por escribir. Y por vivir. El poder de ciertas palabras es estremecedor. Precisaré entonces que en esa gran carrera lo que poseo es tiempo para llegar de último a la meta.

Mayo 24 de 2022, martes, 10 a.m.:

Llego a Sahagún y veo la Moto Yamaha DT-125 en la sala del pequeño apartamento que ha permanecido solo durante la pandemia. La saludo con especial cariño poniendo mi mano derecha sobre el lomo de su cojín. No prende, urge llevarla al médico que siempre la trata, cuyo taller está situado en la Avenida del Hospital. Confío en que no ha llegado aún su fin. Todo tiene arreglo en esta vida, menos el hombre. Volver a casa. A la oficina. A trabajar de manera presencial. Tenía una maña la muy coqueta: cada vez que pasaba por un motel con parrillera se le daba por entrar. No es mi culpa, así me justificaba con mi mujer cuando se enteraba de alguna de mis (sus) fechorías amorosas. O le explicaba a su víctima de turno cuando, entrando al matadero, alcanzaba a reaccionar. Me acuerdo de una con la que viví toda una tarde de calentamiento, listo estaba el infierno para culminar su rito cuando la aludida me gritó que frenara, se bajó corriendo, se fue en un taxi y nunca más la volví a ver. A otra, bastante loquita de la cabeza, se le pasó la locura al ver que la moto se desviaba de la carretera. Moto famosa por ser la preferida de sicarios. Cuántas historias hemos vivido juntos, dónde no hemos estado, qué no hemos hecho mi adorada princesa, a cuántos peligros no hemos sobrevivido, hasta una cicatriz en el cerebro me quedó por quererte tanto y tanto y tanto y tanto como Sofía Helena Vargas extrañando los besos que una vez te di, la Helenita de “Parece mentira” en mi libro Sobre mojado. Te amo, monstruosidad, y es primera y última vez que escribo algo tan cursi, aunque matizado, en relación con el amor. En lo que me pones. Llego a Sahagún y mi vida recobra su absoluto concierto.

Mayo 25 de 2022, miércoles, 10:11 a.m.:

Francisco Javier, Enán Javier, Marx Javier, Sigmund Javier… El Javier es marca de la casa.

10:23 a.m.:

Sigo creyendo que la persona que vi hace un tiempo en un centro de diagnóstico automotor era mi cuñado Geño y no uno de sus dobles. No era su carro, no llegó conduciendo, bajó el vidrio delantero para hablar con una mujer y una niña que al parecer lo esperaban, su voz hizo que lo miráramos, su rostro, su sonrisa, su picardía, todo indicaba que se trataba de él, íbamos a saludarlo pero su indiferencia nos puso a dudar, nos había visto a la ausente y a mí de frente y de cerca, no nos saludó, volteó la cara, se hizo el que no nos conocía, nosotros esperando la entrega de nuestro vehículo y él en una camioneta blanca de vidrios polarizados, llantas embarradas, lo que significaba que debía venir de una de sus fincas. La mujer y la niña —que debía ser su hija— se subieron al vehículo por la puerta trasera. ¿Es o no es?, le pregunté a la ausente. ¡Es!, se hizo el loco. Después, investigando con jocosidad el caso, supimos que no era. Se negó rotundamente. Pero como esto es ficción, sostendré que sí. Todos hacemos cosas sin saber que las hacemos, de las cuales solo nos enteramos por algún conocido que nos ve fuera de lugar y con convicción nos reconoce. Ni modo de negarlo. Nuestro verdadero yo vive, por lo general, muy lejos de nosotros. Tal vez el Geño con el que vive mi hermana no sea el Geño que ella cree, sino otro que entró en la tarde, al volver del campo, por la puerta que salió muy de mañana el primero, con la misma ropa e idénticas abarcas, y el Geño con el que ella convivió esté en este momento peinando con sus manos la cabellera de una niña. Es imposible ser los mismos siempre, nos cambian a menudo y terminamos viviendo varias vidas sin advertir que eso pasa. Imposible asegurar entonces que la ausente sea la ausente o que este escritor sea yo y no algún nobel atembado.

4:09 p.m.:

¿Qué pensarían mi neuróloga y mi psiquiatra si se enteraran de que las observo y escribo sobre ellas? ¿Qué actitud asumirían en la siguiente consulta? Poco a poco, conversando con ellas, me he enterado de que mi psiquiatra tiene problemas neurológicos y mi neuróloga problemas psiquiátricos. Así que puedo ayudarlas con mi experiencia sin que se den cuenta. Sé bastante de ansiedad, de vértigos y tics. No quiero incomodarlas. Tendré más cuidado. La probabilidad de que lean este libraco virtual está aún lejana.

11:47 p.m.:

Tres odas que podrían perfectamente encajar como apéndice al final de este dietario: la del fracaso, la del desapego, la de la amistad. Las releo y me percibo como lector satisfecho y no como escritor apenado.

Mayo 26 de 2022, jueves, 6:40 a.m.:

Un pintor y poeta al que conocí en un festival de poesía que se realiza quijotescamente en un pueblo del Caribe desde hace nueve o más años, y que, sin duda, ha estado y sigue estando en la nómina oficial de muchos de estos eventos culturales que no son otra cosa que un club de amigos que se festejan y se invitan unos a otros, publicó anoche, en su red social, un fuerte y vengativo libelo contra el presidente de un parlamento elitista de escritores que se celebra año tras año en una capital de catervas y murallas. Lo que olvida el ilustre personaje, vetados él y su bella amante poeta por ese inquisidor y sus dos brujas, es que sus amigos hacen lo mismo en otras latitudes: vedar, excluir, y que esa mezcla extraña de inquisición y brujería también está presente en buena parte de los festivales o encuentros por donde él circula y se hace fotografiar para dejar constancia. Bastante esclarecedor, en todo caso, este escrito en el que se delatan intrigas y amoríos de lo que sigue siendo hoy la cultura y la gestión que se arroga contenerla. Bien por el pintor y poeta que se atreve a expresarlo, así sea por haber sido objeto de un ataque ruin de moralina. Yo lo manifesté desde que empecé a notar cómo era que operaba ese hervidero y ello me granjeó la enemistad de sus organizadores. Me declararon persona non grata. Para mi bien, por supuesto. Eso de figurar, tomarse fotos, entablar relaciones públicas, matricularse en la loa mutua, aceitar conveniencias y turistear no es lo que un artista debe hacer. Desterrado culturalmente. Exiliado in aeternum. Es lo que soy: a mucho honor y sin ninguna honra.

8:54 a.m.:

Tres apellidos que siempre se me confunden: Schelling, Schiller y Schlegel, alemanes, coetáneos y portadores de un mismo nombre: Friedrich. Sin embargo, subconsciente e inconsciente se decantaron anoche de manera clara por el primero. Schelling fue el apellido que estuvo martillándome el casco. Un sueño que tenía que ver con una mudanza de apartamento, muchas ventanas, sendas cortinas, un amor herido, otra de mis ciudades ya lejanas y padecidas, un concurso de talentos en la entidad donde laboro, un rehusarme a participar, una odiosa concuñada… Inexplicables son las ruinas del devenir humano. ¿Qué tendrá esto que ver con clasicismo, Weimar, Sturm und Drang (Tormenta e Ímpetu), Círculo de Jena, Goethe y romanticismo?

5 p.m.:

Cuarta dosis, segundo refuerzo. Hay que llenarse de coraje para aguantar lo inevitable. Nos inyectan la enfermedad para poder combatirla; dos o tres días casi infernales me tocó sufrir la última vez.

Mayo 27 de 2022, viernes, 7:17 a.m.:

Lo que me faltaba: un profesor ubérrimo dándome clase anoche de identidad nacional. Un elemento objetivo, de orden constitucional y legal, y otro subjetivo, romántico, sentimental. Eso respondí a una pregunta suya. Me felicitó de mala gana. Una suma de ambos componentes, no por eclecticismo, sino por realidad histórica y normativa, agregué a mi respuesta. Luego cambié de nube y me vi revolucionando como antes en una universidad pública, una protesta con fusiles en contra de su rector, un otrora amigo del cual, por tener aspiraciones distintas, me terminé alejando. Alguno de los dos tenía que triunfar, y me alegra saber que no fui yo.

9:42 a.m.:

Ese montón de amigos en desuso.

Mayo 28 de 2022, sábado, 8 a.m.:

A las 4 a.m. llegó nuevamente EJ de Barranquilla. En su segunda ausencia decidí no ocupar su espacio, hablamos un rato con él, nos acostamos para seguir durmiendo, voy en un bus no sé hacia dónde, parada para comer, me bajo para ir al baño, nunca como de prisa, me demoro orinando más de la cuenta y el bus se va sin mí, tengo teléfono, gorra y morral conmigo, en el puesto dejé una cartuchera de color negro, no sé qué hay en ella pero me preocupa, aparezco caminando desnudo en un supermercado, buscando una toalla para cubrirme, pienso en comprar una camisa y un pantalón pero con qué si no tengo bolsillos, qué extraño que no vengan por mí los vigilantes, despierto en el bus, viajo en el puesto asignado, me dicen que me desmayé, tercera vez que me ocurre, pregunto por la cartuchera, Felipe R. me la entrega, hablo con Enrique S., le pido su número de celular para llamarlo con el fin de que le explique a la ausente lo ocurrido, Rodolfo F. me muestra una caja repleta de medicamentos, de ampollas sobre todo, me aconseja cargar los míos, Víctor M. me pide que lo acompañe a su universidad, afirma tener la cura, flash shock la llama, así que vamos por la vía de atrás de Mocarí, la misma por donde caminábamos en las tardes con Dairo C. para ir a clase de cinco, le pregunto qué es eso, se ríe y medio me explica, me pone un oxímetro eléctrico en el índice izquierdo, la electricidad me produce mareo, llegamos, Víctor M. me lleva a un auditorio o más bien a una especie de teatro que se parece al Camilo Torres Restrepo de la Universidad de Antioquia, me hace subir por unos pocos escalones y estoy ya en el entablado, empieza a llegar la gente, está que se llena, Víctor M. se desaparece, es escritor, otro observador oculto al fin y al cabo, tengo un micrófono al frente, me acerco, me alejo, ignoro qué pasa, si es que debo hablar a través de él o no, si soy o no soy yo el protagonista de tal espectáculo, reaparece Víctor M., me dice que sí, que es para mí, que hable, que diga cualquier cosa si es que el micrófono funciona, me acerco, lo pruebo con los dedos, sí funciona, digo cualquier cosa y un hilo de voz sale por los altavoces, oigo esa voz, mi voz, lejos de mí, como si no fuera mía, el volumen es bajo, no pronuncio nada más, no soy capaz, estoy como aturdido o a punto de ser hipnotizado, me resisto a perder el conocimiento y el control, no contribuyo a la hipnosis, la gente empieza a irse, me bajo de la tarima y salgo del teatro, se me acercan unos estudiantes a preguntarme cosas, el auditorio se vuelve a llenar pero no por mí, ganas de llorar, de derrumbarme, alguien me interroga por el máximo dolor que haya tenido en la vida, la relación con mi hijo mayor le confieso, lágrimas que no explotan, pregunto la hora, 3:50 p.m., capto que es día de elecciones y las urnas están por cerrarse, no he votado por mi candidato, se va a perder ese voto al igual que el de la ausente, uno de los estudiantes me informa que hay un punto de votación en la universidad, voy con él hasta allá, finalmente no sé si logro votar o no, me queda la duda, la ausente me dice que ella más o menos lo hizo, no le entiendo, llego a un apartamento donde están Co y Ceba, viajan el martes puesto que mi hermano empieza a trabajar en un país asiático, debo encargarme del apartamento, está bastante sucio y en desorden, llamaré a la ausente para que me ayude, enciendo el despertador hojalata y escribo esto de inmediato, me tranquiliza saber que la votación es mañana y que ese tercer desmayo solo fue un sueño o, al menos, eso es lo que parece. Me quito del índice el flash shock y veo a Víctor M. meándose de risa en lontananza.

12:13 p.m.:

Mañana se elegirá presidente. Señor ciudadano: vote bien. O digámoslo mejor y con más fuerza: VOTE MAL. Por ese candidato que dicen representa el mal, pero que es, por primera vez en dos siglos, opción real de poder y oportunidad única de un sistema o modelo político, social y económico sustancialmente diferente. Vote por no reelegir la violencia, la injusticia, el desempleo, la pobreza, el abandono, la desigualdad, la corrupción. Y si todo esto le parece poco, vote entonces —como lo haré yo— por los trenes que vuelan. Prefiero eso a dos siglos más de aplastamiento derechoso. Primera vuelta presidencial. Un fantasma recorre Colombia: el fantasma del progresismo. Todas las potencias de la vieja Colombia se unirán en Santa Alianza para acorralar a ese fantasma. Pero el fantasma los asustará con su manifiesto efectista. Pienso en el lunes, en un verdadero amanecer por fin. Recuerdo un verso de mi padre: “Cuando amanezca de veras”. ¿Será posible?

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

(continuará) 

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