EL MUSICANTE.

Hoy estoy de lanzamiento.

Turno para BORRACHO, una especie medio atípica de blues ranchero, cuya historia está ligada a un cambio de vida forzoso debido al virus pandémico aún en boga y a dos o tres patologías que sumaron sus crisis a la de la pesadilla mundial conocida como Covid-19.

Desde entonces, las caminatas sabatinas, las esquineras tiendas cerveceras de viernes o sábado, las tertulias al aire libre y los trasnochos bohemios pasaron a la historia de mi andariega, bebedora y turbulenta vida. Las calles, recias e ingratas, parecen haberme olvidado; solamente un hermanazo de letras nauseabundas dejó constancia poética de mi paso por ellas. A él, en especial, le dedico este canto. Las ciudades pueden seguir viviendo como si nada, sin las grandes irrealidades de sus héroes anónimos.

Pude entonces asumir por fin la disciplina deportiva sin interrumpirla por esos tragos infaltables e inolvidables de los fines de semana. Rigurosidad, sufrimiento y constancia corporales reemplazaron a rigurosidad, sufrimiento y constancia alcohólicos. Tampoco es que bebiera mucho, pues por lo general no pasaba de las “reglamentarias”, las estrictamente indispensables para mantener a flote mi salud mental. Porque era cierto: estaban psiquiátricamente recetadas y hacían parte igualmente de mi propia fórmula terapéutica puesta en práctica desde mucho tiempo atrás, cuando sí que bebía y me parrandeaba, en exceso, el mundo. Como debe ser.

Pero borracho que se respete vuelve tarde o temprano a sus andadas, así sea a través de un deseo ficcional hecho canción. Canción que adquiere ahora rotunda certidumbre en el método de la libación solitaria de Julio Ramón Ribeyro (que sigo cultivando a veces para escribir o componer) y en los naufragantes versos de El barco ebrio de Rimbaud.

El recuerdo del amor tempestuoso no podía faltar. Ni el de tantos versos y prosas que escribí por ahí, bajo el efecto luminoso del licor, canciones que terminaron de sacar sus letras y melodías arrumando botellas sobre la mesa y fumando, ocasionalmente, uno que otro cigarrillo.

Con menos dosis y más espaciadas, las frías continúan figurando en mi desorbitada medicación.

La pandemia parece que empieza a declinar y la gente ha vuelto a poblar los sitios cerveceros.


“Toquen guitarras

que el dolor ya se fue,

ya se fue...”.


¿Será que sí?


FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

Enlace de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=nK51_7IC6Gs

Audio de BORRACHO:

 

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