Por fuerza mayor literaria, hoy no va la acostumbrada publicación sabatina.
Tremendo esto de volver a estudiar con seis décadas encima y preso aún del mundo laboral.
Pero bueno, todo sea por seguir eternizando la locura del destiempo.
Sea lo que fuere, me satisface el esfuerzo realizado y creo que el producto académico final, cerca ya de concluirlo, vale de verdad la pena. En especial, porque se trata de un escritor que vengo leyendo desde hace rato y con el cual me identifico en muchos aspectos. Por cierto, el sábado anterior hablé de él y se me olvidó decir que ese día, 4 de diciembre, cumplía veintisiete años de haber muerto. Si es que de verdad está muerto el gran flaco del fracaso.
Después de los exámenes de enero y de depositar formalmente en febrero el trabajo de grado y luego defenderlo ante el jurado, un viaje, como recompensa, me espera: Miraflores, Barranco, Chorrillos... quiero bañarme en el mar donde se escribieron "La casa en la playa" y "Surf".
Antes pensaba en Praga, Viena y Lisboa por aquello de Kafka, Schubert y Pessoa, pero ahora prefiero irme a beber con Julio Ramón, fumarnos un pitillo, bailar, cantar, montar en bicicleta y mandar a la vida al insólito carajo. Además, porque no hay plata para tanto goce y esto se volvió una nueva entrada sin quererlo.
El próximo sábado les mostraré, en mi voz, el texto-poema que le estoy escribiendo a Marx (no a Karl, sino a un cachorro perruno que llegó en septiembre).
Me voy. Chao.
FBA
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