EL MUSICANTE.

Esta sección se viste hoy de FESTIVAL VALLENATO.

Mi historia con el Festival Vallenato cumplirá en 2023 veinte años.

Una historia de aspiraciones y decepciones, pero también de aprendizaje y persistencia. Empecé a inscribir canciones en 2003, luego en 2004, 2009, 2010, 2011, 2012, 2018 y 2019. Los intervalos sin hacerlo indican la magnitud y las secuelas de cada nuevo fracaso.

Me pidió mi compadre Martín del Castillo que les trajéramos hoy a los lectores de este blog algo edificante. Así que ya está bueno de fracasos, desapegos, nostalgias, tristezas, muertes y demás plagas. Al menos por hoy. No se hagan tantas ilusiones…

¡Sí!, así como lo oyen, el “compadre” Martín, a lo vallenato, para ir entrando en calor.

He aquí los títulos de las obras que he presentado a consideración de los que preseleccionan canciones en el Festival de la Leyenda Vallenata: “Mi primer festival”, “Un juglar y un acordeón”, “La mejor semilla”, El rey de los poetas”, “Mi pedacito de Valledupar”, “Mi cantar”, “Viaje cultural”, “Con mi son” y “Por los cantos del ayer”. Otras se me quedaron por ahí, a un lado del camino, sin inscribirlas siquiera, como “Gracias, Valle” y “Dolor vallenato” (descarté esta última porque la hubieran vetado de una, ya que es de corte crítico, directa y cortante). La de 2012 fue “Viaje cultural”. Ese año, después de tres descabezadas seguidas, me camuflé con el nombre de mi compañera de viaje, a ver, si por tratarse de una mujer, la suerte cambiaba. Táctica fallida. Me arrepentí de haber hecho lo que hacen muchos compositores que inscriben varias canciones con distintas autorías. Eso se llama corrupción y es competencia desleal. Me retiré entonces del Festival Vallenato y compuse “Una estrella, una guitarra”, canción en la que me regaño y me prometo no volver jamás. La incluí en mi CD “Y cantaré por siempre”, publicado en diciembre de 2016.

Pero un sueño musical me obligó a volver. Me desperté a las tres de la mañana con una melodía en la cabeza. No sabía de qué se trataba, intuí sí que era como un son, la grabé en el celular y retorné al sueño a ver si el regalo de Pacho Rada y Juancho Polo proseguía. Aquel día empezó a nacer CON MI SON, primero definí su estructura melódica y decidí no trabajar la letra de inmediato. Le di tiempo, para que fluyera sola. Así lo hizo muchos días después. En 2018 se me dio por inscribirla y por primera vez una canción mía fue seleccionada, y en uno de los ritmos más complejos y de más respeto, al que los compositores menos se le miden: el son.

Susto y alegría que se mezclaron al leer el mensaje de Adrián Villamizar dándome la noticia por WhatsApp (este rey loco de canción vallenata inédita conoce mi lucha de utopía y distopía en el Festival Vallenato y hasta viajó ese año a Valledupar para apoyarnos). Habemus Festival, me escribió, y allá estuvimos, en la Ciudad de los Santos Reyes, subiendo con el son a la tarima. ¡Qué estrés tan salvaje! Un error en la interpretación nos impidió avanzar en el concurso. La canción tenía lo suyo y, a pesar de su puesta en escena defectuosa, fue muy bien calificada. Pensé que el puntaje iba a ser terrible, entre los últimos, y me sorprendí de haber quedado entre los puntajes de la mitad, muy cerca de lograr la siguiente ronda y por encima de compositores de vasta trayectoria. Recuerdo que, por la noche, antes de conocerse el resultado, le dije a Mancel Cárdenas —quien acompañó el son con su guitarra— que si la canción pasaba yo mismo procedería a descalificarla. El error del cantante había sido monumental, se saltó la letra en la segunda parte del tema, se devolvió, luego la retomó como pudo, equivocación garrafal, no merecíamos seguir en la contienda.

Como verán, todo tiene su historia, bien se trate de triunfos o bien de reveses. Y en ocasiones, la de los reveses es mucho más rica y placentera.

Pasar una canción en Valledupar requiere que confluyan varias fuerzas a favor. Como en todo festival, “se mueven cosas”, y en el más grande de todos sí que más. Supongo que algunas de las exclusiones han sido justas. Quizá el audio no era el mejor, faltó fuego en la voz del intérprete, los arreglos no eran tan tradicionalmente vallenatos, había que innovar más en letra y melodía, impactar de entrada, emplear recursos efectistas y llamativos, tal vez no estaba todavía a la altura para competir con compositores de gran calidad y mucho recorrido, etc. Todo eso se me muestra hoy, ya con más experiencia y bagaje, muy válido, hasta que me acuerdo de algunos bodrios que han sido escogidos y de obras de gran valía desechadas y ese “se mueven cosas” deviene inevitable. Se condena la canción exprofeso, pero sigue primando en la escogencia. Y los compadrazgos, el amiguismo, los personajes que están detrás del jurado, las recomendaciones, el peso regional y dinástico, todo eso cumple igualmente su papel. Como en cualquier festival, hasta en los más nimios y apartados.

En 2019 decidí, con más confianza, volver al ruedo e inscribí, en aire de paseo, POR LOS CANTOS DEL AYER. La embejucada del maestro Joaquín Rodríguez Martínez cuando supo que quedó por fuera de la preselección fue en mayúsculas. Se despacho solidariamente en sus redes contra el jurado y el concurso. Hasta una entrañable amiga de él, que conformó el jurado, llevó del bulto. Opté por quedarme estratégicamente callado y nada escribí al respecto. Mi desquite vendría días más tarde con la canción “Dime, Vallenato”, la cereza que puse encima del pastel y presenté en el Festival de Sahagún. Supe que POR LOS CANTOS DEL AYER les había parecido a los jurados una canción elogiosa más, de las que se hacen exprofeso, para la ocasión. En realidad, nunca había compuesto una canción tan real y sinceramente sentida, más allá del alma y de toda esa parafernalia que siempre se dice. Los episodios que narro en ella son verídicos. Al maestro Alejo Durán lo vi, en efecto, una mañana sabatina en Playa Blanca, San Antero-Córdoba, caminando por esa orilla del mar Caribe, lo vi alejarse escoltado por la gloria, como digo en el canto, legendario y discreto como el fiel sombrero que dibujaba su sombra, y al maestro Santander Durán Escalona en PITOLANDIA, Montería, parrandeando con su propietario, el popular boticario Pito Taboada, con mi padre y otros amigos bohemios de la época. Mañana y tarde inolvidables.

Muchas enseñanzas durante todo este tiempo, sobre todo en materia de autocrítica, adquisición de ciertos truquitos festivaleros, picos melódicos, fluidez en el fraseo, términos y frases “clave”, mensajes originales, cercanía de la letra a lo que yo llamo “maldad poética”, marca de identidad atípica, explosiones musicales, técnicas de grabación, arreglos, armonías y voces adecuadas (digamos que “festivaleras”).

En 2020 se metió la pandemia y los dos cantos que tenía listos y grabados entraron asimismo en cuarentena. Ahora, en 2021 —que retorna el Festival Vallenato en modalidad presencial—, les llegó, por fin, su turno. La semana próxima, antes del 18, quedarán inscritos. “Me decían el son”, en aire de son, es nuestra principal apuesta. Un son futurista, una especie de meta-son, como bien lo calificó el amigo Jorge Berdugo Hernández una noche de frías cuando les mostré la letra, a él y al amigo acordeonista Óscar Ortega, en una licorera de la fogosa calle 41. “Respeta el alma”, por su parte, es un paseo crítico que reivindica la dignidad del compositor. Es por el estilo de “El latido del silencio” (otro canto de mi cosecha sobre esa misma temática); está dirigido en especial al cantante, de fama o no, que se da la libertad de cambiar o mutilar la letra de una canción al grabarla o al cantarla, sin consultar para nada a su autor. Le pasó el año pasado a un amigo con un cantante de renombre. La versión que ha estado circulando está incompleta, la segunda parte fue cercenada para volverla dizque más comercial en función del estribillo. Como quien dice, para pegarla lo demás sobra. Creo que eso me dolió más a mí que a él, y a este suceso le debo la llegada a mi vida musical de “Respeta el alma”.

¿Qué pasará esta vez? Curtido como estoy en estas lides, ante todo mucha tranquilidad. Si pasan ambas canciones el filtro o solo una de ellas, bien, y si no, también. Hoy día, me inquieta más el hecho de pasar (ya sé que puedo lograrlo y tengo con qué), por todo lo que implica en términos de altos costos que habría que asumir, estrés, ansiedad, consecución de músicos, coristas e intérpretes, viajes, ubicación y ensayos. En todo caso, tranquilo porque, además, sé que las dos canciones tienen fuerza (el son, con más vuelo folclórico y un mensaje que podría sorprender), están musicalmente bien construidas, con montaje y acompañamiento dignos del evento y excelentemente interpretadas por Siervo Dueñas, cantante cereteano. Como diría Joaquín Sabina, no me da pena reconocer que son mías. No nacieron para morir en el Festival Vallenato, este es solo uno de sus eventuales espacios. Por aquí estarán amenizando en su momento esta sección del blog.

No será nada fácil estar en el listado de seleccionados. Se mueva lo que se mueva, la competencia es dura y hay rivales que, sin duda, pesan. El nivel de presentación en tarima es alto, no se puede improvisar ni incurrir en errores. Entiendo que este año, por lo de la pandemia y el aforo, solo elegirán treinta canciones entre más de doscientas cincuenta o trescientas que por lo general se inscriben. Es probable que abunden las canciones dedicadas al homenajeado, el poeta de Villanueva, Rosendo Romero, a lo que él representa justamente para la poesía vallenata, o a la pandemia, a sus dolencias, al retorno del festival a la presencialidad y aspectos afines. Nada de eso está en nuestro mensaje, y esperamos que esa diferencia juegue un poco a nuestro favor. Como lo quiere hoy el compadre Martín, pongámosle fe a esta utópica sinrazón que se avecina.

El audio de hoy de EL MUSICANTE es el de la versión casera que hice de POR LOS CANTOS DEL AYER. Como para ir poniéndonos en modo festival. No es la que se inscribió en el concurso, cantada por Fernando Mendoza Santos. Es la primera que hice yo solo en casa, cantada por mí, a mi manera, experimentando con sonidos y neceando, como siempre, con varios instrumentos.

Bien. ¡Salud! Por los cantos del ayer. Y por los de hoy, y por los que todavía me falta extraer del oscuro filón de mi guitarra.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

Audio de “Por los cantos del ayer”:


Comentarios

  1. Impresionante el poder de Martín del Castillo para influir en un alma que parecía inflexible. Y si, este un mensaje que denota un rasgo poco usual en FBA: optimismo y comprensión racional de las realidades de la vida, en especial de la realidad del concurso de canción inédita del Festival Vallenato. Todavía recuerdo el mensaje turbulento que circuló por las redes de Joaquín como reacción aquella inesperada a la descalificación anterior y la nueva decisión de FBA de no volver al festival. Pero, el tiempo morigera las pasiones, recompone esperanzas y despierta ilusiones; y en este mensaje observo la decisión de un nuevo intento y de, quizás, una nueva frustración, dado el entorno de influencias, presiones, amiguismos, regionalismos y otras situaciones propias de la sociedad brutal en la que vivimos, las cuales se reflejan en el concurso. Mucha suerte al poeta, escritor y cantor de mi tierra sinuana.

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    1. Saludo dominical, Maestro. Gracias por su comentario y su buen deseo. Esperando el resultado de la preselección, 148 canciones inscritas para elegir solo 30. Le apostamos más al son que al paseo. La verdad, siento en este momento más ansiedad y susto ante la eventualidad de pasar (sé que ambas canciones están a la altura del evento y si se quedan por fuera será por las circunstancias que ya sabemos), porque el compromiso estaría encima y poder presentarnos en Valledupar implica esfuerzos y gastos casi sobrehumanos. Habría que pasar el sombrero a ver quiénes nos colaboran. Aunque lo más probable es que una nueva pero ya tranquila "frustración" me esté esperando. De todos modos, persistir en el ocaso será siempre la mejor respuesta. Antes me desanimaba ante un nuevo revés, ahora asumo mis derrotas de manera literaria y divertida. Pasen o no pasen, pronto las conocerá, quizá no exista para ellas mejor tarima que la del deleite de quienes aprecian lo que hago. Y la de EL MUSICANTE, por supuesto. Fuerte abrazo. FBA

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