UN MES DESPUÉS…

Hoy es sábado de publicación habitual, pero los segmentos de este blog (EL MUSICANTE, VERSOS ADVERSOS y EN OTRAS VOCES) se suman también al PARO.

El país se encuentra estremecido. La protesta social consolida permanencia y poder inusitados. Es tan grande, diverso e impactante su accionar que difícilmente quienes dicen representarla en la mesa de negociación nacional con el Gobierno la reflejan a cabalidad. La movilización de hoy no es la que tradicionalmente ha protagonizado el sindicalismo, cuyos intereses muchas veces han sido traicionados por la encopetada y turística dirigencia de los trabajadores en procesos de negociación colectiva privada o estatal. Los supuestos negociadores de hoy, de esa masa informe o multiforme y desesperada que ha pasado a la ofensiva en muchas ciudades del país, deben saber muy bien lo que hacen, pues traicionar en este momento sus luchas y esperanzas sería mucho más catastrófico.

En efecto, el que hoy sale a las calles a protestar es un colombiano inédito. Hijo de la injusticia y de la desigualdad. Se cansó en verdad de un país en el que las élites políticas y económicas han imperado a sus anchas durante siglos, en el que la corrupción continúa desangrando el erario, en el que las elecciones son un fraude, en el que la plutocracia y el falso desarrollo urbanístico son la panacea, en el que no hay trabajo y si lo hay no es digno ni decente, en el que la salud es un negocio, en el que la informalidad hizo metástasis, en el que el rebusque es el día a día de muchos de sus habitantes, en el que la educación es un sofisma, en el que el hambre y la pobreza muestran su angustiosa verdad en los semáforos, en el que la autoridad se confabula con el crimen.

La juventud de esta Colombia que hoy se levanta contra la tiranía de una democracia enferma, inepta e insensible está dispuesta a todo. No sería nada extraño que gobernantes, políticos, congresistas, diputados y concejales empiecen a ser arrojados, uno por uno, a los basurales de la vergüenza y el desprecio.

Hoy canto y verseo solo contigo pueblo vejado y palpitante que tantos muertos has puesto a lo largo y ancho de nuestra violenta y malograda historia.

Es un momento propicio para que los grandes liderazgos, al margen de polarizaciones, se hagan presentes. Se requieren voces nuevas capaces de canalizar el descontento como debe ser: por el sendero de un cambio social significativo. Esto tiene que ver con políticas públicas y un modelo de desarrollo al servicio de la gente y no de los opulentos. Llegó la hora de que los ricos entiendan que la igualdad es un derecho y que las sociedades deben procurarse destinos más equilibrados si es que se quiere convivir en paz. Los conceptos de derecha e izquierda no son los apropiados para tratar de entender la actual encrucijada. Aquí no es la política la que combate. Es el pueblo. El soberano. El único destructor y constructor de paradigmas.

Hoy solo tengo canciones y poemas silenciosos para ti, joven que has muerto, joven que aún vives, que llevas más de treinta días explotando de ira e indignidad, joven capturado, joven desaparecido, joven que has entregado uno o tus dos ojos para que más adelante otros jóvenes como tú puedan mirarse en un mejor país.

Y lloro. Tengo que llorar por cada muerto provenga de donde provenga, tenga o no uniforme, porque todos son finalmente frutos de una misma realidad pandémica: la de una república que surgió como un anhelo de independencia y se fue volviendo experta en generar felonías, mezquindades, guerras, odios y exclusiones.

Y rogar. Tengo que rogar para que esta gran oportunidad histórica no se eche a perder por la atrocidad y el vandalismo.

Protestar es también un arte. Nunca la historia de Colombia nos ha pedido un nivel de creatividad que esté a la altura de sus mejores sueños.

Hoy silencio mis cantos y mis versos. Hoy silencio este rincón del destiempo para que sea mi más profunda voz la que respire a tiempo.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

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