POÉTICA
La sobreabundancia de poetas es abrumadora. Me temo que no va quedando ningún sitio del planeta a salvo de esta plaga. Peor que la de la pandemia que hoy deshoja a nuestro ya desmantelado mundo. Y con esto del boom virtual, el estrellato poético está de plácemes. Todos los días hay lecturas y festín de mutuas loas. Para todos los gustos y sin salir de casa, desde regiones contiguas o remotas.
Excelente, qué bellos poemas, muy buenos, felicitaciones, aplausos por favor. Así se estimulan entre ellos. Desactivo cámara y micrófono para poder llorar a chorros, emoción tras emoción. De veras que me conmueve ver cómo se quieren e idolatran.
Parece que les encanta considerarse poetas los unos a los otros. ¿Dónde diablos se otorgará el título de poeta? No creo que sea en el infierno. Los poetas necesitan de mantos celestiales con los cuales cubrirse de grandeza. Saben también que una imagen vale más que mil cagadas. Aunque funcione mejor lo contrario: una cagada vale más que mil poetas. Los poetas del egotismo sí que son fantásticos, en medio de una gran humildad sueltan aquello de yo soy el mejor poeta, el más traducido, el más leído, el más premiado, me conocen en muchos países, he viajado a mis anchas, tengo un talento extraordinario. Los profesores de los poetas son, por supuesto, poetas, poseen el don proverbial de graduar a sus seguidores y estos a su vez a los suyos, el poeta se complementa con el poeta, poetisa con poetisa, poeta con poeta y también poeta a poetisa del mismo modo en el sentido contrario.
Supongo que cuando a los poetas los llaman “poetas”, levitan de inmediato en trance de inmortalidad. Lo malo es que no se elevan del todo y caen otra vez babeantes a la mediocre vida. Descienden, sin duda, para seguir restregándonos su verbo trascendente. Al morir, se van al cielo, y es por eso que hay escasez de poetas allá abajo, si es que el infierno no queda más bien allá arriba, después de bobas nubes, derecho, pasando por la esquina donde los dioses se reúnen a beber y a blasfemar, dos cuadras más abajo, doblando hacia la izquierda, hay un palo de totumo en la entrada, el santo y seña es: “a la mierda la poesía”.
Algo verdaderamente asombroso es que hay poetas que no se parecen para nada a lo que escriben. Los oye uno hablar de ruinas, de desastres, de fantasmas, y dan la impresión de estar inventándose la vuelta; no son fingidores: son postizos.
Porque los poetas, además, posan. Es lo que mejor saben hacer. Se les ve tan felices en las fotos con sus quejosos libros en las manos. Si están de estreno, cada quien nos muestra el suyo, o a veces la solidaridad entre colegas los lleva a intercambiar sus hijos luciendo muy orgullosos el recíproco parto. La unión hace la mueca.
Las poetas son las que, por lo general, se muestran más radiantes y sonrientes. Si son jóvenes y bellas, madre mía, la princesa está triste, qué tendrá la princesa… Un buen vino para ambientar la cosa.
Me imagino en una de esas fotografías asoleando “lo mío” y una pena bárbara me sacude, me avergüenzan tanto mis libracos que la sola idea de promoverlos me paraliza. Pero bueno, algún día seré poeta y podré vanagloriarme de ello en todos lados, me volveré experto en bondades, sonrisas, miradas y dulzuras, saldré en antologías, no me perderé un solo festival, me relacionaré con las élites, estaré en todas las nóminas oficiales y paraoficiales, me entrevistarán todos los medios, me repetiré sin pudores, estaré virtualmente hasta en la sopa, seré también gestor y la cultura naranja me besará los pies. Ah, y haré una feria del libro solo para mí. A lo sumo invitaré a dos o tres amigos desplazados para que conversen sobre las distintas técnicas de exterminar poetas.
¡Qué sería, en todo caso, de este mundo sin poetas! Nostálgicos, angelicales, todo amor, exóticos, narcisistas, enroscados, furibundos. Dios me los guarde. No hay nada más divertido que verlos en acción.
Luces, cámara…
FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)
CODA: dedico este texto a Jorge Berdugo Hernández, alias “el flaco”, para que se recupere pronto del accidente de tránsito (en moto) por el que fue intervenido con urgencia hace unos días; confiemos en que la fatal divinidad no se haya aprovechado del incidente para “arreglarle” la cabeza. A pararse de esa cama mi cervecero amigo, falta mucho por culturalmente destruir.
Comentarios
Publicar un comentario