AMPARO…
Texto publicado en junio de 2010, poemario CANTANDO A DESTIEMPO.
Huelgan los comentarios…
Aquí, en mi voz, concepto musical de mi autoría, imágenes del archivo familiar.
Se lo dedico, en especial, a una lectora incondicional de este blog y de mis cosas, Claudia Jaramillo, compañera del bachillerato lasallista hace un montón de años. He recibido de ella tres poemas míos en su voz (también de mi libro CANTANDO A DESTIEMPO: “Contraste”, “Madre mía” y “Amor ciego”), con su tono, su calidez, detalles que colman y animan a continuar en esta brega tan descorazonadora que intenta medio tocar el arte.
A propósito, se me ha ocurrido abrir otra sección para textos míos en voces de amigos o seguidores (imagínense el emoji). Empezaré con Claudia. Sugiéranme, en comentarios, un nombre para rotular este nuevo espacio. Estarán también en él audios que he recibido de canciones mías, a capela, completas o solo fragmentos, como los de una amiga venezolana, Saray Solar Galeano, a la que le tocó emigrar de su país hacia nuestro loco territorio, estuvo trabajando en una de las tiendas de la Calle 35 que yo frecuentaba, ahí la conocí, bella y colosal, ciento por ciento corazón, hasta que tuvo que regresar a Zulia. Desde allá me envió su melodiosa voz en mi “Utopía” y “Canta mi río”. Detalles, detalles que perduran…
Invitaré a esta sección a declamadores que me honran, además, con su amistad: Daudet Salgado Brun, Esteban Abad Tapia, José Fernando Cano Orozco, Luis Alberto Ortiz Luna… Vamos a ver si les suena la idea. Como ellos quieran: audio o video. Daudet se sabe varios y José Fernando tuvo la cortesía de incluirme en su libro “Diario de un declamador”.
No me he olvidado de EL MUSICANTE ni de VERSOS ADVERSOS (pronto volverán). Se me había olvidado sí lo duro que es trabajar y estudiar a un tiempo. Ideas para la sección de escritos literarios no me han faltado, solo bosquejos hasta ahora; una de ellas, “Oda al desapego”, espero poder concluirla y publicarla próximamente.
Bien. Los dejo con…
AMPARO, in memoriam
Se secaron mis lágrimas
y ya no entiendo nada
de la muerte
Sabíamos que un trasgo andaba por ahí
haciendo de las suyas
pero lloré tanto tu lóbrega salida
que llovió más allá de aquella lluvia
que refrescó la noche
mientras tu vida
terminaba
Ahora
tu solo nombre de vivir me salva
no se acostumbra mi muerte
a tu silencio
Amparo, madre, mamá, último canto
mis sueños de poeta leyeron las palabras
aquéllas que la casa escribió
para que te fueras como saben hacerlo
los instantes,
lejos de todo andar y de
estos versos
Se acabaron mis lágrimas
tratando de comprender
qué es lo que pasa
No es el tiempo el que calma el dolor
ni la vida la encargada de aliviarnos
Es la muerte, ella trabaja sola
para que regresemos pronto
a la normal mirada,
no podía ser el tiempo el confortante
con tanta putrefacción que trae consigo
mucho menos la vida con su encanto
huérfana como es de toda sombra
La misma muerte que despoja
hace también la labor de repoblar,
le urge nuestra vida para
seguir viviendo
se vale de nuestro infierno
para imponer su cielo
nos duerme en la cotidianeidad
de una farsa terrible…
Amparo, madre, mamá, qué bella infancia
la que me diste sin yo darte nada a cambio,
te trajo el amor a tierras del destiempo
y me pariste a orillas de un río solitario
sin saber que sería la fuente del vencido
Dicen que te moriste y no les creo
un poeta es capaz de todo
y por supuesto
capaz de imaginar que no te has ido
que simplemente callas por variar
para que tu voz se vuelva más próxima
y cortante
Se secaron mis lágrimas
y por fin me olvido
del recuerdo
recostado en la hamaca del dormido
despierta mi corazón sin paz
y para siempre,
lleno de cortedad brindo callado
libre la soledad arma la fiesta
Amparo, madre, mamá, último canto
y últimas también las flores de mi muerte
Francisco Burgos Arango (FBA)
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