UNA CANCIÓN PARA RAÚL

EL MUSICANTE de hoy es especial.

Canción terminada el 7 de diciembre de 2020; la titulé, sencillamente, RAÚL. ¡Sí!: se trata del poeta Raúl Gómez Jattin.

No quisiera decir mucho sobre este tema y más bien dejarlo todo a la imaginación de los oyentes.

Daré, sin embargo, unas cuantas pistas, en el mismo orden de la canción.

Montería, terraza familiar, mecedoras, amigos entrañables del poeta: Carlos Cubillos, Silvia Jaramillo, Gloria Burgos Arango, María Josefina Yances Guerra (Pepina, la de la Cocina), María Elena Burgos Arango.

Un libro de Álvaro Cepeda Samudio: “Los cuentos de Juana”, y una obra de teatro basada en “Las muñecas que hace Juana no tienen ojos”. En la segunda edición de “Poemas” –publicada en Montería por Gráficas Corsa Ltda. en enero de 1988–, el poeta aclara que su ópera prima está dedicada a Álvaro Cepeda Samudio y a Álvaro Mutis, no a la persona que figura en la primera edición (su hermano Rubén). Germán Correa Salleg fue el editor e impresor de esta segunda versión de “Poemas”. En la casa de Carlos Cubillos, en la calle 27 de Montería, “Poemas” fue presentado a la bohemia sinuana de por aquel entonces, ratificándose la gran estimación de sus amigos.

Años después, María Elena Burgos Arango le organizó al poeta un recital en Montería. Ahí estuve, y, si mal no recuerdo, ese mismo día, por la noche, tenía el poeta otro recital en Cereté, al que también asistí. El poeta volvía recuperado luego de un tratamiento psiquiátrico y se reconciliaría esa noche con su hermano Rubén en Cereté. En efecto, se reencontraron, se abrazaron, la sociedad cereteana aplaudió y celebró por todo lo alto el episodio, al igual que el saludable regreso al terruño de su enorme vate. El cuento es que, armado de una grabadora de periodista, grabé el primer recital, con tan mala suerte que las baterías fallaron. Ese día el poeta empezó a cantar sus canciones predilectas de Joan Manuel Serrat, terminando, para sorpresa del auditorio, con dos obras vallenatas: “Fantasía”, de Rosendo Romero, y “Uno es así”, de Roberto Calderón. ¿Sabrán estos afamados compositores que nuestro bardo los tenía en su selecto repertorio? Conservo el casete, que al llegar a las canciones vallenatas se va haciendo menos audible y más lejano. Cuando empezó con sus poemas, la grabadora detuvo su marcha. Esa vez nos leyó un poema vengativo contra una secretaria de cultura y otros más que no he visto publicados en ninguna parte. Confirmé que la poesía tiene a veces ese gratificante poder: permite tomar revancha, y si se logra un buen texto sí que se vuelve catártica y eficaz. Recuerdo una de mis frases en “Poemas de Antesala”: “La poesía es esta venganza solitaria que me tiene combatiendo”. Así termina el texto “Las rutas del odio”. ¡Qué tiempos aquellos los que me llevaron a escribir ese primer libro tan rebelde y angustioso!

La pista siguiente se deriva del párrafo anterior: Serrat, Miguel Hernández, Antonio Machado, Rafael Alberti, las canciones del gran artista de “Retratos” (el del “fluido eterno en tus palabras tal un río que atraviesa estaciones del alma”), que el poeta solía cantar en sus recitales.

Otra pista: “Desencuentros”, un poema que dedicó Raúl a mi hermana Gloria Burgos Arango.

Amparo, una matrona nada recia, que siempre fue amorosa y servicial con el poeta: en sus peores momentos, cuando nadie le abría la puerta y todos le huían, ella lo recibía en su casa, hacía que se bañara, se alimentara y se sentaba a conversar con él todo el tiempo que fuera necesario, hasta que horas después el poeta se marchaba renovado, en calma y luciendo una de las guayaberas del esposo muerto. Amparo, mi madre. Fui testigo del hecho.

“Lola Jattin”, “El Dios que adora”, “Hijos del tiempo”, ángeles clandestinos… Sus lectores saben de qué hablo…

Un muchacho que se parecía a mí cuando tenía su edad, que conoció al poeta, que recibió de él clases de teatro, que lo observó, lo escuchó, siguió algunas de sus huellas.

Una amistad portentosa (rica en anécdotas) que no puedo nombrar, y que brilla en este canto por su ausencia.

Y, claro está, el corazón de mango del poeta, dos versos suyos, principio y fin del universo sinuano.

Esta versión es de las mías, de las que hago en casa, yo solo, con lo que tengo a mano y medio sé ejecutar. Letra y música son de mi cosecha. Todo lo que se escucha es de mi absoluta irresponsabilidad (excepto la guía rítmica de balada).

Hay otra en curso de mejor factura que daré a conocer más adelante.

¿Qué más puedo contarles? Que esta historia es largamente cercana, y que no hay nada mejor que un canto lento y recitativo para empezar a recorrerla.

Es esta, pues, mi lectura musical del poeta Raúl Gómez Jattin, en la que no podía faltar mi rasgo crítico. Los puntillosos sabrán identificarlo. Hay otra historia mucho más profunda que aún no ha sido escrita y que podrían contarla quienes fueron en realidad sus amigos más próximos, los cuales tienen incluso material inédito del poeta. Ojalá se decidan algún día, antes de que sea demasiado tarde. Pepina, por ejemplo, a la que también le decían cariñosamente “La Pina”, ya no está en los resplandores de este mundo. Amparo tampoco. Raúl sí que los sintió: “… es mi vida una reunión de ellos / que pasan por su centro y se llevan mi dolor / Será porque los amo / Porque está repartido en ellos mi corazón”. Hora de cumplirle. Mi pulso literario está presto a colaborarles.

Transcribo la letra de la canción por si alguien quiere aprendérsela e incluirla en sus conciertos. O hasta grabarla (por qué no, alguna fuerza inusitada que quiera subvertir esquemas). Derechos Reservados, por si acaso. A quienes descarguen el audio con intención de divulgarlo, les agradezco otorgarme los créditos correspondientes.

La imagen del poeta que acompaña esta publicación es un retrato realizado por Enán Burgos Arango. A él pertenecen los derechos. Está fechado en París el 7 de abril de 1988, con la siguiente dedicatoria: “A Raúl, enamorado de la vida como un pájaro de su libertad”. Las tres imágenes restantes son dedicatorias del poeta a mis hermanos Enán y Gloria.

Audífonos, please. Al final está el MP3.      


RAÚL


Yo tengo para ti mi buen amigo

Un corazón de mango del Sinú


Raúl, poeta,

te veo en aquella casa

llenando la terraza

con tu voz,

potente y plena,

tu franca risotada

tumbaba las ventanas

del dolor.


En sendas mecedoras

con Carlos, Silvia y Gloria

soleabas tu ternura,

y en las noches sin luna

Pepina y María Elena

brillaban para ti,

tu lúcida locura

jugando en el poema

qué tiempo más feliz.


Raúl, poeta,

te veo en el escenario

muñecas revelando

tu poder,

ventana ciega,

el dulce mar pintando

los ojos del milagro

tu niñez.


Canta Piel de manzana,

Fiesta y Mediterráneo

solfea El niño yuntero,

y lee “Desencuentros”

conversa con Amparo

no dejes de tronar,

el verso que ocultabas

que a Lola recordaba

ya está en la eternidad.


Raúl, poeta,

qué triste desenlace

qué odio tan infame

no hay perdón,

fatal belleza,

navega en este viaje

te acoge en su equipaje

mi canción.


En ella estás ahora

te adora El Dios que adora

¡vivid, Hijos del tiempo!,

ángeles clandestinos

legión de fugitivos

turbión de falsedad,

“los huesos de aquel muerto

los lloran en secreto

amigos de verdad” (bis).


Aquellos que jamás

te abandonaron,

yo el muchacho

cabizbajo

que te escuchó recitar:


Yo tengo para ti mi buen amigo

Un corazón de mango del Sinú


FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

Audio de la canción “Raúl”:



 

Comentarios

Publicar un comentario