Y QUE SUENE UN PORRO. Con esta canción inauguro la sección musical de este blog, segmento que he bautizado con el nombre de EL MUSICANTE.

Varias precisiones necesarias:

La primera: no soy cantante. Por ahí medio canto y creo que entono y afino relativamente bien, en un registro medio o grave que me permite distanciarme de exigencias y patrones folclóricos. Aunque a veces, parrandeando, he sorprendido a más de uno, y cuando he estado en tarima concursando el sorprendido he sido yo. En todo caso, un estilo recitativo y de tempo lento es lo que mejor se me da, y con la guitarra prefiero no correr, la estética musical que busco no es la del ritmo, sino la de la conjugación de letra y melodía, con armonías que pretenden trascender lo básico (esto último de exploración reciente) y silencios o pausas que coadyuvan. Música para ser escuchada con detenimiento y al margen de lo comercial. En ella, el texto cumple un papel, sin duda, relevante. O a eso aspira (no en todos los casos; hay contextos que frenan o limitan). 

La segunda: no son versiones profesionales. Ya quisiera yo poder contar con el dinero, los músicos y los estudios de grabación que se requieren para lograr audios musicalmente asombrosos. Lo que tengo en mente supera, por lo general, los recursos disponibles. Pero bueno, se hace el intento. Cabe aclarar que en ocasiones sí he contado con músicos de gran calidad y con estudios de grabación competitivos y muy bien dotados. De amigos, sobre todo, con calidad humana, siempre dispuestos a ayudar, unos verdaderos “camaradas musicales”. He tenido, además, intérpretes destacados que han sabido compenetrarse con mi estilo tanto en grabaciones como en festivales. Otras veces he sido solamente yo neceando con algunos instrumentos en mi miniestudio sinuano (donpachograbaciones.ron). Todo eso irá saliendo al ruedo.    

La tercera: son, ante todo, muestras. Para degustar preferiblemente en soledad. Persiguen ese “otro oído” que sabemos que existe. Sabrán excusar en algunas sus imperfecciones técnicas.  

La cuarta: acorde con el espíritu del blog, serán canciones de mi autoría, aunque haré una que otra excepción con “canciones de autor” que están entre mis preferidas y que acostumbro escuchar en mis ratos de bohemia. Al eliminar las distintas cuentas que tenía en medios como Facebook, SoundCloud, YouTube y otras, lo que procuro es que toda la información concerniente a mis creaciones literarias y musicales esté concentrada en un solo sitio web (que sea este su motor, su corazón, su cerebro, su único centro de operaciones). Me parece un esfuerzo válido para intentar sobrevivir a la sobresaturación y dispersión informativas de la era digital. 

Las canciones que tenía en mi canal de YouTube harán parte también de este espacio, algunas con los videos que les hice o solo el audio en MP3. Cada una con su respectiva historia (breve y sustanciosa). Estarán asimismo esos cantos destinados a festivales que seguían esperando el momento propicio para concursar. Así, por ejemplo, “El latido del silencio” y “Canta mi río” cuentan ya con turno para salir a la palestra. No a concursar, sino a vivir. O a morir. Da igual. La única que conservaré inédita será “Me decían el son”, porque creo que se merece una oportunidad en el Festival Vallenato (no me sonó lo de inscribirla este año en su forzosa modalidad virtual; la versión que tengo para inscripción es especial, interpretada por Siervo Dueñas, con el acordeón de Juan Carlos Carrascal y la guitarra de Juan Miguel Martínez). Quizá me reserve igualmente por ahora “Grito de soledad”, aún sin audio, en proyecto de ser grabada por Darcy Castro.

Hay otro canto ya en proyecto que no podrá faltar tampoco en este espacio. Me refiero a “La plegaria de Pelayo”, en nueva versión, con algunos ajustes en su letra, que será grabada por Fernando Mendoza Santos con la producción musical de Helber Pinedo. Dará bastante de qué hablar.

Y habrá más sorpresas: audios de fiestas, parrandas, ensayos, intentonas, relajos, tarimas, recitales, poemas… Aspiro a que nuevas canciones, de otras órbitas, en las que he venido trabajando este año (como "Terco blues", "El padre que no soy" y "Balance", por citar solo estas tres) puedan tener audio pronto. Ya hay algo hablado por ahí.

Bueno, sin más cháchara, les presento Y QUE SUENE UN PORRO. Pónganle el ritmo que quieran y bébansela si logran descifrar cómo hay que hacerlo. Esta canción la compuse el 11 de enero de 2014, la grabación la hicimos con Daudet Salgado Brun hace como cinco años en Adobe Audition, piano y guitarra de Daudet, en casa, ese día nos tomamos unos buenos tragos mientras la grabábamos y así la mantuve, hasta hace unos días que se me dio por rescatar la sesión, pasarla a Pro Tools y volver a grabar mi voz y mezclar de nuevo. La tenía destinada al Festival La Hamaca Grande de Cartagena con el título “Canto contigo”, pero lo que la intuición me decía se confirmó hace poco mientras la cantaba: no era ese su título, la misma canción lo pedía a gritos, su título estaba ahí, latente y elemental, desde un principio: “Y que suene un porro”. El citado festival perdió prontamente vuelo y el destino de este canto se volvió incierto. Pero como no se trataba de una canción ex profeso, su momento y su lugar por fin llegaron.

En cuanto a lo de “en el más allá”, cada quien sacará sus propias conclusiones. En materia de abstracciones y otras argucias poéticas, soy incorregible. Recuerdo lo que me contó una vez Adrián Pablo Villamizar cuando concursaba él no me acuerdo dónde y le presentaron a uno de los jurados; este le dijo: ah, tú eres el de la canción rara, y Adrián no tardó en enfocarme: si escucha una tuya, diría que eres extraterrestre.

En fin, canciones distintas, raras (por qué no), esto en lugar de debilitarme me anima a persistir, porque, para bien o para mal, significa que estoy pensando más allá de mi tiempo y de mi espacio, independiente de que terminen sonando, si acaso, varios siglos atrás.

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El Sinú sí que los quiere. Aquí les deja uno de los misterios que produce.

FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)