¿QUÉ SIGUE AHORA? FBA EN VERSIÓN 2015. ALGO SALDRÁ, ALGUNA VEZ FUI BEISBOLISTA; ¿LO SABÍAN?

Así acaba la nota introductoria de mi poemario EN LIBACIÓN SOLITARIA (escrito en 2014, cuya Primera Edición publiqué en Amazon en julio de 2020). El 21 de agosto de 2014 sellé su suerte, y ahí continúa ese libraco navegando en pos de compradores y lectores que “inviertan” en algo que no cuesta más de cinco birras. Además, porque se trata de un libro que es para bebérselo de principio a fin. No hay una sola letra que no contenga alcohol.               

Un año después, mi poemario SOBRE MOJADO (2015, aún inédito) contó esa historia. La del beisbolista que dizque fui…

La dejo hoy por aquí, para celebrar que ando en posoperatorio, con parte esperanzador. ¡Qué mejor que infancia y adolescencia para retomar las ganas de revolver el tiempo!      

Porque... 

FUI BEISBOLISTA

¿Lo sabían?

Yo mismo me lanzaba, bateaba,

corría, anotaba, fracasaba

discutía, aparaba y seguía alunando

sin remedio,  

unas veces a campo traviesa

otras en el amplio garaje de la casa.

Con bola de caucho sabía cómo

escapar de la inocencia   

horas y horas

dándole con las mientes

a una pared de gratos

desatinos.

¡Y narrador!, fui también

narrador de mil diabluras,

informador entusiasta de triunfos

y reveses.

Imitando al gran público

no faltaba el zumbido de repleta

tribuna, y cosa rara

¿si lo creerán

ustedes?,

siempre le ganaba al sosias 

que cohabita mi barro.

 

Mas qué doble ni qué nada, llegué

a ser alter ego de todos los equipos,

imparcial como nadie

tramaba derrotarme 

para evitar sospechas. 

 

Y fui parco (los árboles frutales que

podían atestiguarlo ya no están

donde las garzas ponen).

 

No es mi culpa.

 

Pistoleros de pasta despejaron

el rumbo, me protegieron

por si las moscas

del invisible fraude;

retándose cavilosos

chapoteaban hiriéndose,

descolorándose sin remedio 

en el esplín del baño.

Ah bandoleros buenazos

que sufrieron mis duelos  

cuando la ley del chacho

acababa con todos,

muchacho de ojos firmes

pintando sus lamentos.

 

De fútbol, ni hablar…

Bernardo Rafael gozaba 

de la mejor peinilla,

con tanta puntería 

que no había estralandia

capaz de contenerlo,

pelota de ping-pong

que se iba acercando

acercando,

con velocidad permitida,

y otra vez a llorar

a maldecir en vano,

cómo precaver 

la humillante derrota

ese gol infamante que me

dolía en los huesos.

 

Y los dados, ¡por dios!,

los dados parando

en doble seis,

con un posible

jonrón de claras

agonías.

 

Practiqué también ciclismo

en tableros de parqués.

 

En cuanto a canicas

ay de mí, ay de mí

nunca pude atinarle a la contraria

nunca supe qué hacer con los pesares

por más dudas que atara

por más efectos sublimes

que pusiera,

y esos viejos trompos

esos vistosos dilemas

manteniéndose intactos

marchándose nerviosos

cobardes

fratricidas,

todavía temiendo salirse 

del cuadrado.

 

¿O era un círculo lo que 

trazaba el tiempo?

¿Era metiendo o sacando

como el terror triunfaba?  

Tendré que preguntarle

al Pocaslibras (surtidor de

bolitas de cristal; ¿estará

vivo?),

o al Bodega, que nos

mostraba el pipí cuando

perdía, cuando veía

venir al trompo victorioso,

en pos del suyo y

con el clavo listo.    

 

Pero beisbolista,

ah placer tan grande

el de una tarde azul que

superé mi récord;

quince pasos adelante,

bate en mano,

spalding arrojada

quince pasos de vuelta

y pum,

la bola se va se va y se va

elevándose eterna

y yo fluyendo volando

midiendo su descenso

tratando de cogerla,

manopla en mano izquierda,

ausente y triste out.

 

Y a todas estas

había un niño mirando

aquella hazaña,

hubo un joven venciendo

lo invencible.

 

En qué me habré 

convertido todo

este tiempo... 


Solo en la sombra 

de hoy pude notar 

la diferencia.

 

FBA

  


Comentarios