MONTERIANA

Sábado de música y de recuerdos para amortiguar toques de queda y leyes secas.

Un paseo que compuse a finales de 1999 en Cartagena de Indias, meses antes de que una maniobra de traslado laboral me lanzara, sin apelaciones, a territorio antioqueño.

Historia de la vida real. Un amor difícil. Una enfermedad. Una separación. Un reencuentro que aún sigue prodigando cantos y sorpresas…      

Las primeras parrandas de esta canción fueron en Cartagena, con mi amigo, vecino y compañero de trabajo Agustín Aislant Gil, oriundo de San Martín de Loba. Vivíamos a una cuadra del Paseo Bolívar, con una loma detrás, de la que bajaban retumbes y peligros. Teníamos, por supuesto, nuestro escolta: “El Charra”, el duro de esos lares, quien nos avisaba a tiempo de cualquier problema, a cambio de una cerveza o de alguna otra ayuda libertaria. ¿Estará vivo?       

“Recuerdos de infancia” y “A un hijo” eran dos canciones de la cosecha provinciana de Agustín con las que también nos íbamos de amanecida, cada uno con su guitarra, a dúo, bajo la solidaria felicidad de un par de almendros.         

Menos de dos años después una leucemia insospechada acabó con la vida de Agustín. Empezaba apenas a recorrer su cuarta década. Dos canciones mías me recuerdan a este gran compañero de andanzas musicales: “A un amigo”, que compuse cuando me enteré de su enfermedad, y “Un canto terrenal”, canto elegíaco. Desde entonces, volver a Cartagena siempre me ha significado un gran dolor. Cartagena sin Agustín no es Cartagena.  

Pero la parranda tenía que seguir. Y dos nuevos amigos se volvieron asiduos visitantes sabatinos del apartamento al que fui a parar en Niquía, barrio del municipio de Bello, de esa Antioquia maternal a la que siempre, quiéralo o no, termino regresando. Una nostalgia rara me invadía, ya no por el Sinú, sino por todo lo vivido en la caterva de Luis Carlos López. Son muchas las canciones que me surgieron para amenizar el parrandear de aquellos años. Y este par de amigos se las gozaban más que yo.                 

“Monteriana” es una de ellas. Hoy la rescato del olvido para complacerlos. Uno de ellos me ha insistido bastante en que lo haga. No sólo con “Monteriana”, sino también con “Dulce licor”, “El aguacero”, “Días de provincia”, “Desarraigo”, “El ultimátum”, “Soy Sinú”, “Mi vida sindical”, “El Inspector de Trabajo”, “Firme sentimiento”, “Ay mi Montería”, entre otras. Todas ellas me ayudaron, sin duda, a sobrevivir.      

Aquí, pues, “Monteriana” en versión casera, nada profesional, ciento por ciento FBA, soy sólo yo neceando con algunos instrumentos, en un modesto estudio de grabación que tengo en el Sinú.        

Un canto de amor que trasciende el amor y abraza la amistad.

Eso es “Monteriana” para mí.

Y de “A un amigo” es esta estrofa que aún sacude mis destiempos:

“Recuerde compadre

que la vida pasa,

pero los amigos

vencen la distancia”.

Nunca dejaré de llorar a mis amigos muertos. Ni de extrañar a los que continúan vivos y que por cosas de un complicado destino nos tuvimos que alejar.   

https://www.youtube.com/watch?v=n6okz_M9QnE

FBA  

 

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